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Alejandra Urrutia, directora de orquesta: "Creo profundamente que la música transforma la vida de las personas"

Violinista de formación, Alejandra Urrutia es directora de orquesta -actual titular de la Orquesta de Cámara del Teatro Municipal de Santiago- y la impulsora del Festival Portillo en Chile, que comienza hoy su edición de 2021, en formato virtual. Conversamos aquí con ella acerca del programa del Festival, acercándonos también a su actividad como directora de orquesta.

¿Cuál es la naturaleza del Festival Portillo? ¿Cuándo surge y cuál es su ambición?

El Festival Academia Internacional de Música Portillo nace en enero de 2019. Estamos ahora ante nuestra tercera edición. La idea del festival es convocar a jóvenes músicos entre 18 y 30 años a concentrarse por diez días en repertorio de música de cámara.

¿Qué relación hay entre la parte formativa y la parte concertística?

Ambas ocurren a la par. La idea del Festival es tener a 52 jóvenes becados en su totalidad, que es algo bastante único. Dentro de la Academia tenemos conciertos y recitales a diario, tanto de los profesores como de los estudiantes. Al final del Festival se conforma una orquesta, que es la que yo misma dirijo, con estudiantes y profesores tocando juntos.

El enclave natural donde tiene lugar el Festival es también parte importante de su singularidad.

Así es, es un lugar hermoso en la cordillera de los Andes, muy cerca ya de la frontera con Argentina en realidad, cerca de la Laguna del Inca, a unos 2.700 metros de altitud. En mis tiempos de formación, tuve oportunidad de ir a estudiar al Festival de Aspen en Estados Unidos. Y son este tipo de festivales, en los que la belleza del lugar lo hace doblemente inspirador y atractivo, lo que motivó poner en marcha el Festival Portillo. 

Toda la actividad ocurre en el Hotel Portillo, un establecimiento volcado en invierno en todas las actividades vinculadas con la nieve. Y de algún modo los estudiantes y profesores ‘tomamos’ el hotel en verano, por diez días, en lo que termina por ser una experiencia hermosa de convivencia en torno a la música. Ese era, de hecho, el sueño que siempre tuve con el Festival.

Las circunstancias han querido que este año con la pandemia el festival no pueda tener lugar de manera presencial, pero sin embargo se mantiene la edición en un formato virtual con destacados invitados como Kent Nagano y Marina Mahler.

Justamente la idea de esta edición era la de mantener el vínculo con los estudiantes. Vamos a tener nuevamente a 52 estudiantes becados, todo de manera virtual. Pero también queríamos mantenernos vivos para nuestro público y hemos querido aprovechar las circunstancias para proyectar una mayor visibilidad. Queremos que el Festival Portillo se sume al mapa de los grandes festivales de música que existen a nivel mundial.

Mantenemos así la Academia, como decía, con nuestros profesores, como el American String Quartet y cinco profesores de vientos de las principales orquestas de Latinoamérica. Además tenemos profesores invitados para masterclasses con los estudiantes de la Academia, como la violinista Kim Kaloyanides, concertino de la Orquesta Sinfónica de Detroit, en Estados Unidos; el violinista Justin Bruns, concertino asociado de la Orquesta Sinfónica de Atlanta; la violinista Sabine Bretschneider Jochumsem, de la Orquesta Nacional Danesa; o la chelista Vivian Sunnarvik, que nos va a acompañar desde Noruega, etc. Es un grupo de profesores realmente espectacular. 

Además hemos querido expandirnos aprovechando la virtualidad, que es una situación paradójica: al mismo tiempo estamos tan lejos, pero estamos tan cerca. En este sentido hemos querido invitar a gente muy importante en sus áreas. El Festival tiene una filosofía holística, en el sentido de que los estudiantes se concentran en la música, sí, pero no se limitan a ella sino que se conectan con el mundo que los rodea. De ahí que tengamos invitados como el neurocientífico Charles Limb, de la Universidad de California, quien nos hablará en torno a la creatividad; es fascinante ver cómo se pueden arrojar parámetros objetivos sobre algo tan subjetivo como la creatividad, tan propia de las artes. También tenemos a Pepe Olmedo, que es el fundador de la ‘música para despertar’, todo un trabajo en torno al Alzheimer y la música. Quizá recuerde el famoso video que circulo en redes sociales, con una ex-bailarina que recordaba una coreografía de El lago de los cisnes. También tenemos a un físico teórico chileno, Andrés Gomberoff, que nos hablará sobre la música y el cosmos. 

Es muy interesante esta serie de encuentros, alrededor de cuestiones transversales, relacionadas con las ciencias.

Sí, luego también vamos a tener invitados como Kent Nagano, director de la Staatsoper de Hamburgo, con quien vamos a conversar acerca del futuro de la música clásica. En ese mismo apartado de nuestra programación contaremos también con Roberto Díaz, un violista chileno que es el director del Curtis Music Institute de Filadelfia. Con él charlaremos acerca de la excelencia como un valor musical. 

Hablaremos asimismo con Martin Campbell-White, asesor de la agencia Askonas Holt y quien ha trabajado con grandes directores como Claudio Abbado o Bernard Haitink. Su ponencia se llama ‘El salto Atlántico, de Latinoamérica a Europa’. Lo cierto es que en esta parte del mundo no se acostumbra tanto a tener agentes y representantes como en Europa. Y es interesante conocer esta realidad a los músicos del Festival.

Tenemos también una línea de conversaciones con mujeres. Ahí conversamos con Scherto R. Gill, que trabaja cuestiones en torno a la paz; también Chiqui González, una mujer argentina, actriz, fue Ministra de Cultura en Argentina cuando yo era la directora titular de la Orquesta en Santa Fe. Es una persona tremendamente innovadora y conversaremos con ella en torno a la creatividad y estos tiempos que nos ha tocado vivir. 

Y finalmente un gran monográfico en torno a Mahler.

Así es, el sábado 23 de enero haremos un día Mahler, donde contaremos con la nieta del compositor, Marina Mahler. Yo en Chile tengo un hermoso proyecto, llamado 'Concierto por la hermandad', que nace en torno a tema de la inmigración en nuestro país. Es un tema que incomoda y genera dificultades y quise abordarlo desde la música, que es una de las realidades que mejor muestra lo que podemos hacer cuando estamos juntos. El año pasado hicimos la Segunda sinfonía de Mahler y lo interesante del proyecto es que el coro era ciudadano; cualquiera podía inscribirse, pasaba una pequeña audición y se integraba en el proyecto. Mucha gente cantaba entonces por vez primera en su vida. Finalmente contamos con un coro de doscientas personas y el concierto tuvo lugar en un enclave icónico en Santiago de Chile, una estación de tren donde tuvimos de público a más de 5.000 personas. 

Y coincidió que en la preparación del concierto estaba acá en Chile Francisco Bricio que es el presidente de la Sociedad Mahler de México. Y nos quiso venir a visitar. Y de ahí nace toda una conexión con Mahler. De hecho fue Francisco quien nos puso en contacto con Marina Mahler. Y además, por este concierto con la sinfonía Resurrección, desde la Fundación Mahler se me otorgó el Premio Mahler, un galardón sumamente prestigioso, otorgado a directores como Bernard Haitink o Gustavo Dudamel.

Además de la intervención de Morten Solvik, gran experto en la obra de Mahler, hemos querido tener un detalle especial. Y así, como soy violinista, como un regalo para Marina Mahler hemos grabado el cuarteto con piano de Gustav Mahler junto con otros colegas aquí en Chile.

Realmente es una programación intensa, variada e interesante, sobre todo por esa amplitud de horizontes hacia otras disciplinas. 

Olvidé también que el último día del festival, el domingo, vamos a tener un estreno de un compositor chileno, Carlos Zamora. La obra se llama ‘Suite Portillo’ y se grabó durante la pandemia por un cuarteto de cuerdas de estudiantes que participaron de nuestra Academia el año pasado.

¿Los contenidos son de acceso libre y gratuito? ¿Puede el público acceder desde España?

Sí, tan solo hay que inscribirse en nuestra web y después todos los contenidos son de acceso gratuito y libre. Además muchas de las actividades están abiertas a la participación. Queremos tener un impacto en la comunidad y creemos profundamente que la música transforma la vida de las personas.

¿Cómo se sostiene un festival de esta naturaleza? Entiendo que los costes de una edición habitual, con becas para más de cincuenta músicos, serán elevados.

Sí, gracias por esta pregunta porque la financiación es una cuestión de la que siempre debemos estar pendientes, reinventándonos una y otra vez. En nuestro caso hemos contado siempre con la aportación de un importante patrocinador, la Fundación Ibañez Atkinson, junto con otros mecenas privados. Nuestra pretensión ahora es que el Festival gane internacionalización y que podamos contar, ojalá, con donaciones desde fuera de Chile. En efecto, no es fácil becar a 52 estudiantes, contar con profesores de primer nivel, etc. Y no queremos renunciar a ese espíritu de excelencia. 

¿La financiación pública es escasa, o directamente nula?

Aquí en Chile la financiación pública es complicada. Hay que postular a fondos del Estado y de momento, en estos tres años, no lo hemos conseguido. Esa parte sigue pendiente y tengo la esperanza de que llegará. Tengo fe en que encontraremos el modo de seguir adelante con el Festival.

Al margen del Festival Portillo, también quería saber algo más sobre su actividad como directora, tras su formación como violinista. Actualmente es la directora titular de la Orquesta de Cámara del Teatro Municipal de Santiago. 

Yo vengo de una familia de músicos; mi padre era contrabajista y tengo un hermano que es pianista. Empecé a estudiar violín muy pronto, con siete años. Hice mis estudios superiores de máster y doctorado en Michigan, en Estados Unidos. Y no fue hasta mi regreso a Chile, tras diez años fuera del país, cuando me nació una gran curiosidad y un amor grande por la dirección de orquesta. Ya había tenido un cierto interés por ello en Michigan, yo acudía a las clases de análisis, tenía muchos amigos que eran directores de orquesta.

Ya en Chile empecé a trabajar con orquestas juveniles e infantiles, que siguen de alguna manera el método de El Sistema de Venezuela. Fue ahí cuando realmente reconocí mi vocación por la dirección y empecé a estudiar formalmente. Pasé un tiempo en el Festival de Aspen y también en el Festival Cabrillo en California, con Marin Alsop. También trabajé con Robert Spano, de la Sinfónica de Atlanta. 

Por muchos años dirigí una orquesta juvenil, la Orquesta Bicentenario de Curanilahue. Y ahí fue realmente cuando me di cuenta del poder de transformación que tiene la música en nuestra sociedad. Ya en 2015 gané el puesto como directora titular de la orquesta sinfónica provincial de santa fe. estuve con ellos por tres años y después me nombraron directora titular de la orquesta de cámara de chile. Y ahora estoy con la orquesta de cámara del municipal de santiago. también he sido asistente de Iván Fischer en estos últimos tres años con la Orquesta del Festival de Budapest. Ha sido una tremenda experiencia para mí. 

¿Qué otros compromisos tiene a la vista, en los próximos meses?

Mi agenda por venir está patas arriba, casi todo se ha cancelado o pospuesto. En febrero tenía que haber hecho mi debut con la Orquesta de Calgary en Canadá, y en marzo tenía mi debut con la Filarmónica de Santiago, aquí en Chile, que se pospuso. En diciembre, si es que todo resulta, haré mi debut en Europa, en Suiza.

Como mujer y como directora tengo curiosidad por su punto de vista sobre una realidad creciente, y es que cada vez son más las mujeres que acceden a puestos relevantes al frente de orquestas de primer nivel. Pero desconozco cómo se percibe esta realidad al otro lado del Atlántico. A veces desde Europa tendemos a ver las cosas con cierto ombliguismo, por decirlo de algún modo.

Me alegra muchísimo cada vez que leo la noticia de una directora mujer asumiendo un cargo importante en una orquesta. Es maravilloso. Esto también está cambiando en Latinoamérica, y a pasos agigantados. Y no solo está cambiando la realidad como tal sino que se nos está dando más visibilidad. Y esto es muy importante, es un cambio de paradigma, tremendamente necesario y que va con todo lo que estamos viviendo como humanidad, en nuestras sociedades.

En 2020 se hizo un simposio de mujeres directoras, todo on-line, impulsado por la maestra brasileña Ligia Amadio y era impresionante la cantidad de mujeres directoras que éramos. De México, por ejemplo, pude contar unas veinte nada menos. Acá en Chile hay tantas mujeres jóvenes que se están dedicando a la dirección… algo está cambiando, sin duda, y de manera muy rápida.

Por concluir, tenía curiosidad por saber cuál es el mapa de la música clásica y la ópera en Chile, al menos antes de la pandemia. De nuevo creo que desde Europa cometemos el pecado de estar muy poco informados de la riqueza de cuanto sucede por allí.

Aquí tenemos la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile, que de hecho es una institución que acba de cumplir 80 años. Está la Orquesta Filarmonica de Santiago, que depende del Reatro Municipal de Santiago, donde está asimismo la orquesta que yo dirijo. También está el elenco estable de la Orquesta de Cámara de Chile, de la que fui directora por tres años. También está la Orquesta Clásica de la Usach, que está conectada a la Universidad de Santiago de Chile.

También tenemos orquestas profesionales en el sur de Chile, en Concepción por ejemplo está la Sinfónica de la Universidad, y más al sur todavía la Orquesta de Cámara de Valdivia y la Filarmónica de Temuco. Más al norte estaría la Orquesta Clásica en Talca, con un hermoso teatro, la Sinfónica de La Serena y la Orquesta Sinfónica de Antofagasta. Y esto por hacer una descripción rápida de las principales. La ópera tiene lugar aquí en el Teatro Municipal de Santiago, pero también hay ópera en Talca, Rancagua, Concepción… Hay bastante actividad y se está abriendo y agrandado bastante en los últimos años.

Foto: © Nacho Severin