ARTÍCULOS

En 1603 Claudio Monteverdi sacó a la luz en la imprenta veneciana de Riccardo Amadino su Quarto libro de’ madrigali, y solo dos años después el Quinto, si bien es seguro que ambos circulasen algunos años antes en versión manuscrita, incluso contemporáneamente. Además de su disposición a cinco voces, ambas publicaciones compartirían una patente afinidad literaria en la elección de numerosos textos de Giovanni Battista Guarini, en particular de su Il pastor fido (Venecia, 1590) y de sus Rime (Venecia, 1599).

Fue precisamente la publicación de sendas colecciones la que desencadenó la famosa controversia con el teórico boloñés Giovanni Maria Artusi, personaje con poca notoriedad hasta dicho enfrentamiento, quien ya en el 1600 habría arremetido contra Monteverdi, criticando aquello que tildó como las “imperfecciones de la música moderna”. El “obtuso académico”, tal y como cifraría con cierta insidia a Monteverdi, se habría permitido saltar en su obra las reglas tradicionales de la composición polifónica, del contrapunto. Su particular batalla tendría como una de sus puntas de lanza la manera de emplazar las disonancias, sin preparación –a grandes rasgos, sin que ésta viniese ya emplazada en el acorde precedente–, al igual por otra parte que lo venía realizando Carlo Gesualdo, quien sin embargo gozaba, por su posición y condición –menos expuesta sin duda que la de los compositores de oficio–, de cierta libertad ante tal inobservancia.