BorisGodunov

Boris Godunov de Mussorgsky: La fidelidad a Pushkin

Una de las obras maestras del repertorio operístico y, quizá, la más destacada de las óperas escritas en ruso es Boris Godunov de Modest Mussorgsky. En ella se aúnan, como pocas veces, un texto extraordinario que da lugar a una trama muy interesante y una música de gran categoría. En los distintos cuadros de la obra somos testigos del ascenso al trono de Boris Godunov, de la aparición de un oportunista que pretende ser el zarevich desaparecido, la crisis moral y política de Boris y al final su muerte, cuyo porqué no queda muy bien aclarado. Pero ¿en qué se basa Mussorgsky para narrar estos hechos históricos que se desarrollaron a finales del s. XVI y principios del XVII? Pues nada menos que en el poeta nacional ruso: Alexander Pushkin y concretamente en su obra teatral en verso Boris Godunov. En este pequeño artículo vamos a repasar los hechos históricos y cómo estos son diferentes a los narrados por el poeta, que se ve influenciado por la historiografía de su tiempo, no suficientemente objetiva.

Boris Godunov pertenecía a la baja nobleza tártara y junto a su hermana Irina fue acogido en la corte de Iván IV, el Terrible (primer mandatario de Moscovia que recibe el título de zar), donde llegó a ocupar puestos de confianza cerca del monarca. Su influencia era tan grande que Iván casó a su hijo y heredero Fedor con Irina. Fedor, que subió al trono con el nombre de Teodoro I, estaba más inclinado hacia los temas religiosos (le llamaban Teodoro el Campanero por su querencia a las iglesias) que a los políticos, e incluso en alguna crónica se le tilda de tonto o retrasado. De cualquier forma, deja el gobierno del reino en manos de su cuñado Boris que ejerce su autoridad sin trabas ni cortapisas. Hay que recordar que estos son tiempos convulsos en Rusia debido a varias rebeliones campesinas y una nobleza siempre dispuesta a la intriga. A ello se unen hambrunas y diversas epidemias que hacen que la población urbana y el campesinado estén siempre inquietos y proclives a las revueltas. En su periodo como “privado” de Iván los historiadores admiran en Godunov su apertura a Occidente y su alto nivel cultural y también sus victorias como la lograda ante Suecia entre 1590 y 1595, además de la creación del Patriarcado de Moscú, cuyo titular es desde entonces la máxima figura religiosa del mundo ortodoxo, una vez caída Constantinopla en manos del imperio Otomano. A la muerte de Fedor, y aunque éste cede el trono a su esposa, es Boris, apoyado por la nobleza, quien accede al título de Zar.

En este momento es donde se encuentran la ópera y la historia. El reinado de Boris, en lo que a nosotros nos interesa, destaca por dos acontecimientos: la desaparición del último hijo de Iván, Dimitri, y años después, la aparición de un falso “Dimitri” que dice ser el zarevich muerto a manos de los esbirros de Boris. El último hijo de Iván lo tuvo con su, se dice, séptima esposa, María Nagoya. El niño (al que la iglesia ortodoxa no consideraba legítimo ya que sólo admitía hijos de los tres primeros matrimonios legales del monarca) y su madre fueron apartados de la corte y enviados en semicautividad a la ciudad de Uglich. Allí, en 1591, muere el zarevich en extrañas circunstancias que dan pábulo a toda clase de teorías conspiratorias en las que Godunov siempre aparece como instigador. Boris envía a un boyardo, Shuisky, a que investigue los hechos. Éste certifica que el niño era epiléptico y que en un ataque, mientras jugaba con un cuchillo, se ha herido mortalmente. Esa será la versión oficial que siempre se mantenga hasta que el propio Shuisky, movido por su interés en alcanzar el trono, se retracte de lo dicho. La sospecha del asesinato inducido siempre irá unida a Godunov (por lo menos en el imaginario popular) aunque él se consideró siempre legítimamente elegido por la Iglesia y la Duma. El otro factor que inquieta este reinado, ya más avanzado, es la aparición de un falso Dimitri (realmente aparecieron hasta tres pero nos centraremos en el que aparece en la ópera) que se autoproclama heredero del trono ruso. Todo surge del rumor de que María Nagoya había sustituido a su hijo herido por el cadáver de otro niño, el que luego vería Shuisky. Ese niño salvado sería criado secretamente en un monasterio. Ya hecho un hombre, aparece primero en un campamento cosaco en el Dniéper y más tarde en Kiev, que entonces no pertenecía a Moscovia sino al principado de Polonia y Lituania. De ahí pasa a Cracovia, entonces la capital polaca, donde recibe el apoyo del rey Segismundo III que quería recuperar el prestigio y el poder que tenía antes de la pérdida de Suecia. También la Iglesia católica, en plena era contrareformista, y utilizando el ariete de la Compañía de Jesús, intenta ganar para su causa la ortodoxa Rusia. Y el tercer apoyo lo recibe tanto de los cosacos, siempre dispuestos a sacar beneficio de la guerra, como de los campesinos, descontentos por una parte con los decretos sobre servidumbre promulgados por Godunov y por otra acuciados por la hambruna. Parece ser que quien realmente se escondía detrás de la figura de Dimitri era un refugiado ruso, nieto de un boyardo enemigo de Boris. Su nombre: Grischka Otrepjew. Esto explicaría el apoyo real polaco y el de la nobleza rusa ya que no se trata de un desconocido sino de uno de los suyos, que aprovechándose de la leyenda, legitima sus aspiraciones. Uno de los nobles polacos que más apoya al falso Dimitri es Yuri Mniszek, que incluso promete a su hija Marina con el impostor. En plena guerra, Godunov muere en Moscú. Su hijo es proclamado zar (con el nombre de Fedor II) por los pocos partidarios de Boris que quedan. Ese mismo año, estamos 1605, es derrotado y Otrepjew es proclamado zar con el nombre de Dimitri V. No duró mucho su reinado (hasta el año siguiente) por el recelo que levantaban sus amistades católicas y polacas. Un complot nobiliario lo asesina y Marina Mniszek, ya zarina, es expulsada a Polonia. El jefe de la conspiración, el boyardo Basil Shuiski, es proclamado zar.

Hasta aquí los hechos históricos. ¿Qué utilizó Pushkin de todo esto para su obra? Principalmente la versión del historiador Nikolái Karamizin en su Historia del Estado Ruso. En esa magna obra (nada menos que 8 tomos) se daba como hecho comprobado (siguiendo la tradición más popular) la activa implicación de Godunov en la muerte del pequeño Dimitri. De ahí Pushkin levanta su tragedia en verso en la que quería emular al mejor Shakespeare. Pushkin, héroe indiscutible de la historia y la literatura rusa, siempre se mostró activamente contrario a las políticas absolutistas de la Rusia de la primera mitad del s. XIX. A través de su obra se puede ver esa rebeldía, esa lucha por romper las normas establecidas que tan lejos estaban de la libertad que él ansiaba y que finalmente le llevaron a su muerte en un duelo instigado por el zar Nicolás I. Su figura es un claro ejemplo del espíritu romántico y revolucionario. Mussorgsky asume el texto del poeta siendo muy fiel a la obra teatral, aunque va un paso más allá creando unos personajes con un dibujo psicológico más profundo: un Boris atormentado por la ambición; un Shuiski intrigante y que utiliza las debilidades del zar en su propio provecho; unos ambiciosos (cada uno por un motivo) Dimitri, Marina y el jesuita Rangoni; un monje, Pime, empeñado en que se conozca la verdad pero que, en el fondo, parece querer más ajustar cuentas con Godunov. Y el pueblo, omnipresente como un coro griego, variable en sus adhesiones y fidelidades, pero siempre, al fin, relegado. Y destacando entre ese pueblo la figura del idiota,el único que se atreve a decirle la verdad a Boris y al que él respeta o no se atreve a castigar, porque la tradición ortodoxa considera a estos personajes casi como santos. Aunque el drama de Puskhin termina con la entrada de Dimitri en el Kremlin y su proclamación como zar, Mussorgsky prefiere acabar la ópera con la muerte de un Boris acuciado por los remordimientos. A él le interesan más la personas que los hechos históricos y es una manera perfecta de concluir la historia del reinado de Godunov.

El gran fresco que levanta Mussorgsky, apoyado en una música de enorme fuerza y belleza, nos permite contemplar un pedazo de historia de Rusia, quizá distorsionado a los ojos de los historiadores actuales, pero que no se aleja mucho en su esencia de la realidad vivida por un pueblo a lo largo de muchos siglos de servidumbre y represión. Puskhin y Mussorgsky gritan por la libertad de ese pueblo (que también encierra miserias propias), gritan por desenmascarar a los poderosos que sólo se mueven por ambición y por pasiones personales. Aunque Boris Godunov sea una obra con una profunda alma romántica no cabe duda que no ha perdido un ápice de actualidad y lo que nos cuenta sigue teniendo en estos días plena vigencia.