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Asier Polo: "La auténtica revolución sería que la clásica y las artes no fuesen algo ajeno a la mayoría de la sociedad"

Asier Polo es el nombre propio del violonchelo en nuestro país. Premio Nacional de Música 2019 en la categoría de intérprete, vuelve ahora a los escenarios tras el parón obligado ante el coronavirus Covid19. Lo hará en el Teatro Arriaga de Bilbao, con las Suites para violonchelo solo de Bach y con dirección escénica de Calixto Bieito. Hablamos con él de esta cita, de la actualidad musical y de su último disco en IBS Classical, dedicado a Boccherini, Vivaldi y Haydn.

Toca ahora las Suites de Bach en el Arriaga de Bilbao, con Calixto Bieito como director de escena. ¿Cuáles son las sensaciones?

¡Pues todo nuevo! En el sentido de que los músicos solistas, a no ser que seas cantante de ópera, no estamos tan acostumbrados a este tipo de colaboraciones. Ha sido fascinante. ¡De hecho fue la premisa que puse cuando Calixto me preguntó para dar un concierto en el Arriaga! Fue, vale, si quieres un concierto mío, yo quiero colaborar contigo. Creo que un teatro no es el ideal acústico para las Suites de Bach y por eso quería ese plus de interés, aunque claramente el protagonista siempre va a ser Bach. Todo está súper bien hecho y muy respetado por parte de Calixto, que ha preparado una escenografía muy pura, muy blanca, muy luminosa; con un espacio muy grande, muy tranquilo. 

¿Algo casi sinestésico?

Sí, la verdad que sí. Además de esto, lo interesante también es que un cámara estará recorriendo todos los detalles que yo pueda estar haciendo, transmitiéndolo a una pantalla gigante. El público podrá ver cosas que quizá pasan más desapercibidas durante un concierto, simplemente por una cuestión de distancia: las manos, el gesto, el arco... el propio instrumento. Y siempre con muchísimo cuidado para que la música sea la protagonista. Habrá alguna cosa más también, alguna sorpresa final...¡pero no puedo desvelarla! (Risas). Muy nuevo para mí, ya digo, porque no estoy acostumbrado a este tipo de actuaciones y tengo que coordinarme con el cámara, los tiempos de la dirección de escena...

¿Un solista de instrumento se coordina casi mejor con una orquesta de 80 músicos que con un director de escena?

(Risas). ¡Bueno, pero es por falta de costumbre! Calixto Bieito es un gran profesional y un hombre encantador que ha hecho todo muy a mi gusto, muy a mi medida... ¡Creo que va a quedar algo precioso! ¡Estoy deseando hacerlo!

Este Bach entronca con el Barroco que escuchamos en su nuevo disco, con Vivaldi, llegando hasta el Clasicismo con Boccherini y Haydn. ¿Por qué estos tres autores?

Primero de todo, por una elección personal, de un repertorio que yo ya había tocado antes y con el que me sentía seguro... y que me parecía suficientemente representativo de esa transición del violonchelo para poder unirlos. No tenía intención de descubrir nada, ni de ofrecer algo que no se hubiese escuchado nunca antes. Nada de eso. Es un disco para todos los públicos con una música que a todo el mundo va a sonar familiar, pero en una versión nueva, digamos, con su propia personalidad y con sus detalles diferentes.

¿Los discos son para dar pasos seguros?

Bueno, en este caso es que no quería llevar algo completamente nuevo, que no hubiese tocado, para que no me surgieran dudas posteriores. Quiero decir, quizá a los dos días podría haberme replanteado mi propia versión. Sin embargo, con este repertorio tenía ya una idea, un concepto interiorizado de qué quería hacer. Dentro del disco vienen unos pequeños apuntes, en los que hablo del valor de la amistad en esta grabación. He querido poner de relieve muchos detalles de mi experiencia, de la gente que ha estado a mi lado, que se han portado bien conmigo y que me han hecho ver el mundo Barroco: me han dejado sus arcos, me han escrito cadencias...

De hecho, las cadencias del Boccherini son de su maestro, Ivan Monighetti.

¡Claro! ¡Las cadencias que yo estudié con él hace 25 años! Todo tiene un sentido emocional que me hace sentirme identificado con este repertorio. Andrés Gabetta, que ejerce de director, era compañero mío de estudios, nos conocemos mucho. Son todos buenos amigos. Y está la Orquesta Barroca de Sevilla, donde tengo grandes amigos y por ello surgió esta colaboración con la formación. Siempre estábamos buscando el hacer algo juntos. Surgió la posibilidad de hacerlo dentro del Festival de Sevilla FEMAS y le comenté al sello discográfico IBS la posibilidad de grabarlo. Iba a ser una especie de live recording, pero al final se aprovecharon días de ensayos también.

Encuentro en IBS el arte del oficio que no se encuentra siempre, ¿cómo ha sido el proceso de grabación?

La grabación con ellos siempre es comodísima porque se crea un vínculo muy personal entre las dos partes, de gran amistad. Con ellos me siento muy bien porque hay mucha confianza y mucha psicología de por medio. No se trata de hacer negocio, sino de dar calidad. Es un sello joven que no tiene que ver con la edad de las personas que lo llevan, sino del espíritu que tienen. De querer ofrecer. En otros sitios puede haber calidad, pero se mira antes por el negocio y no se generan vínculos. Tener una casa discográfica en España como ellos es muy importante, porque aquí nunca hemos tenido la logística local para potenciar lo que hacemos desde aquí hacia el mundo. ¿Por qué no puede ser IBS una Harmonia Mundi dentro de unos años? La sensación de inferioridad entre nuestros músicos, cuando miramos hacia el extranjero, debería ir acabando. España está llena de grandes músicos, de gran calidad. Habrá quien no quiera verlo, pero a los hechos me remito, hay muchos músicos españoles funcionando por el mundo, dentro de orquestas y como solistas. Pero insisto, ¡hay algunas personas que no quieren verlo! ¡Organizadores! Les llaman más la atención los nombres extranjeros...

Me parece bastante controvertida esta polémica, vertiente, no sé cómo definirlo, que aboga por cuotas de españoles en las programaciones españolas... algunos hablan de que es un "derecho" de los españoles... y los de aquí serán los de allí en algún otro lugar...

(Piensa). A ver, yo soy vasco, ya lo sabe y ciertas regiones nacionalistas apoyan mucho lo suyo... ¡Y me parece muy bien! Pero siempre lo digo, yo he estado en Alemania, cogiendo la plaza de un alemán, supongo. No tuve cortapisas de cuotas. He estado tiempo en Madrid y nunca me han preguntado de dónde soy. Está muy bien defender lo de uno mismo, pero siempre que haya un criterio de calidad por delante. ¿Quién decide ese criterio de calidad? ¡Ahí está el problema!

En ocasiones ocurre que quien tiene la capacidad de decidir, no tiene la capacidad de escuchar... o carece de criterio.

Claro, siempre estamos a expensas de gente que nos dirige que, a veces, creo que tienen un poder excesivo, tomando decisiones de las que dudo. A veces no sé si tienen el criterio adecuado para decidir por qué hacen una cosa u otra. Pero bueno, tampoco puede llover a gusto de todo el mundo. Cuando un artista toma la decisión y corre el riesgo de meterse en esta vorágine, debe saber que tiene que jugar al juego. A veces puede ir bien y a veces puede ir mal y que en ocasiones depende de una sola persona que se te cierre una puerta. Pero si tu valía es real, cuando esa persona ya no esté, tú sí seguirás. Es una cuestión de tiempo. La música es una cuestión de tiempo, perseverancia y amor propio. 

 

"LA MÚSICA ES UNA CUESTIÓN DE TIEMPO, PERSEVERANCIA Y AMOR PROPIO"

 

Con esos ingredientes, ahora mismo pareciera en ocasiones que muchos artistas han perdido su verdad propia.

Antes se tenía más respeto por el tiempo. Ahora hay carreras fulgurantes que parecen más hechas para estrellas del pop... ¡Ahora es mercadeo! Se hecha de menos poder seguir a un artista a lo largo de toda su trayectoria, reposadamente, degustando su desarrollo personal... También es verdad que ahora somos más y hace falta hacer hueco para todo el mundo. Muchas veces son agentes ajenos a la propia música y a la propia calidad del intérprete los que hacen que una persona tenga más suerte que otro. Lo importante es ser lo más honesto posible. Eso intento hacer yo al menos, y estar seguro de que lo que tengo, lo tengo por mí mismo.

Volviendo al repertorio recogido en el disco, ¿han trabajado con criterios historicistas?

Sí, por supuesto. ¡Digamos que me he infiltrado en la Orquesta Barroca de Sevilla! (Risas). La gente se sorprende mucho: "¡Asier Polo tocando con la Barroca de Sevilla! Pese a que yo no toque habitualmente con cuerdas de tripa o con arco barroco, no quiere decir que no haya una investigación previa de largo tiempo sobre la estética de esa música. Hay mucho trabajo. Soy muy obsesivo a la hora de trabajar la estilística de cada época, para marcar las diferencias entre las obras. No por tocar con un arco barroco o cuerdas de tripa ya eres barroco, ni tiene que significar que estás tocando de forma historicista. Son accesorios finales que te ayudan a acercarte aún más, pero también se puede hacer con accesorios modernos. Para ser barroco lo que hace falta es ser un intérprete expresivo dentro de unos cánones y unos límites. 

¿Hay algunas claves a tener cuenta a la hora de interpretar a Boccherini, Vivaldi y Haydn al chelo?

(Piensa). Quizá es una cuestión más técnica que interpretativa, porque quizá las claves interpretativas las tenía ya claras y quizá sean más intuitivas que reales, por eso no sabría decirle con exactitud. Sí que hay una técnica que es muy importante. Tener mucho más en cuenta la parte armónica que melódica, los espacios armónicos que recorres, los tipos de golpe de arco más separados, la mayor velocidad dentro del arco... son cuestiones que te producen un tipo de sonoridad más libre, más relajada, liviana... todo ayuda a que la lectura sea más fresca, más ágil, con tiempos más veloces. Perder intensidad a favor de la agilidad... es una cuestión de intuición y que gente que tienes en estima artística también realiza. Por ejemplo, una voz wagneriana no va a poder hacer nunca una coloratura de Vivaldi y por eso Cecilia Bartoli aligera tanto la voz. Si pusiera un poco más de peso, no podría cantar tan rápido. Es algo transferible a la técnica instrumental.

Como Premio Nacional de Música, quisiera preguntarle cómo ha vivido la actuación o no actuación del Ministerio para con la cultura.

De lo que va pasar no tengo ni idea, pero lo puedo suponer, porque en este país la cultura, igual que la educación y la sanidad, no está muy bien cuidada. De hecho, encabezados por Cibrán Sierra, del Cuarteto Quiroga, los Premios Nacionales escribimos al ministro de cultura para que hiciese algo, lo que fuese... ahora mismo estoy un poco a expensas de los presupuestos para el año que viene.

La sensación, por muy buena intención que se tenga desde el Ministerio, parece la de: haremos, haremos... y aquí estamos como las vacas viendo pasar el tren, ¿no cree?

Realmente me preocupa más ver los comportamientos sociales que, estoy seguro, se podrían evitar si se pusiera mucho más énfasis en la cultura y en la educación de este país. Que la sensiblidad pudiese llegar a todas las capas o escenas de la sociedad. A mí me importa muy poco ahora mismo el pensar si me van a pagar 12.000, 6.000, ó 500€. Además es que deberemos reajustarnos todos, porque la depresión va a tocar a prácticamente todos. La gran revolución sería la otra. La de que la música clásica en concreto y las artes en general no fueran algo ajeno a la inmensa mayoría de la sociedad, para que la gente fuese más sensible. Si la gente fuese más sensible y más educada, habría ciertos comportamientos que no se darían. Eso sería lo que mayor ilusión me haría.

Me encanta esa utopía.

Bueno, ¡no voy a ser una persona negativa! ¡Me gusta ser positivo! Según te vas haciendo mayor, vas viendo que ciertas situaciones, parecidas, se repiten. ¿Qué pasa? ¿Vivimos demasiado poco para no darnos cuenta de nuestros errores? No lo sé... pero por favor, mantengamos la esperanza.

 

 

Foto: Pablo Axpe.