OCM Mas MozartRequiem21 a 

Texto y tradición

Barcelona, 24/05/21. Palau de la música catalana. Mozart, Requiem. Irene Mas, soprano, Tànit Bono, mezzosoprano, Marc Sala, tenor, Germán de la Riva, bajo. Cor Francesc Valls. Orquestra Simfònica Camera Musicae. Salvador Mas, director musical.

La excepcionalidad de esta obra no es algo que se pueda discutir a estas alturas: es la obra póstuma de ese compositor al que le faltó posteridad. A juzgar por las últimas obras que había escrito, como el Concierto para clarinete, Die Zauberflöte, La clemenza di Tito o el 'Ave verum corpus', en los años siguientes tenían que venir curvas. Si a ello le añadimos el boom que significó el bicentenario de 1991 y el efecto del Amadeus de Milos Forman, el resultado es que el Requiem hoy en dia más que una obra es un ritual.

Muchas cosas, sin embargo, han cambiado desde ese bicentenario, sobre todo en lo relativo a la tradición interpretativa de Mozart en general y del Requiem en particular. Teniendo en cuenta la gran afición al pergamino que caracteriza el mundo de la música antigua en sentido amplio (o sea anterior al siglo XIX) el Requiem tiene el interés de ser una obra inacabada por su autor y completada posteriormente por su alumno (según testimonio de Constanze Mozart, Weber de soltera): Franz Xaver Süssmayr. A partir de ese momento Süssmayr estuvo condenado a la desautorización y como existen manuscritos de Mozart que esbozan los últimos números de la obra no es esta la primera ni la última vez en que se le enmienda la plana al discípulo.

Así que Salvador Mas tomó esos manuscritos para reformular algunos pasajes de la versión estándar, concretamente a partir de Benedictus, ya en la parte que Mozart no completó. Aunque Süssmayr sea un blanco fàcil no está tan claro que esta nueva versión aporte gran cosa más allá de la simple novedad, que siempre se agradece.

Ya hace décadas que la tradición interpretativa acerca de esta obra ha abandonado la gran orquesta para buscar aproximaciones más camerísticas y más fieles, con instrumentos de época o sin ellos. En la aproximación ofrecida por la Orquestra Simfònica Camera Musicae  y el Cor Francesc Valls bajo la dirección de Salvador Mas se optó, como es habitual hoy en día, por ese tipo de formato. Sin embargo ello trae sus consecuencias, ya que de ello se deducen normalmente tempi más ligeros que los que pueden ofrecer versiones clásicas de Böhm, Karajan o Celibidache por poner tres ejemplos. En cambio Mas aplicó una pulsación tendencialmente lenta, a veces extremadamente lenta (como en el caso del 'Sanctus', sobre todo en 'Hosanna in excelsis').

Es también muy propio de las tendencias modernas afrontar un pasaje como el 'qua resurget ex favilla' de 'Lacrimosa' con un staccato riguroso que luego contraste con 'judicandus homo reus', y en eso sí que Mas se ajustó a las tendencias en boga.

La principal virtud de la dirección de Mas está en la claridad de las intenciones y de la expresión tanto a nivel dinámico como respecto al fraseo. En cambio el gesto no es tan claro por lo que respecta a las entradas, y ahí hubo numerosas imprecisiones en la ejecución orquestal, sin contar con el extraño accidente cuando el maestro atacó súbitamente 'Confutatis' ante la sorpresa del coro, que tuvo que levantarse atropelladamente. Curiosamente antes, en una situación parecida, se había permitido una muy larga pausa antes del 'Dies Irae'.

El equipo solista se movió entre la discreción y algunos momentos destacables, sobre todo gracias al excelente fraseo de Marc Sala y a la bella voz de Germán de la Riva (un tanto lírica para su parte, tal vez). También hubo momentos excesivamente blandos ('judex ergo cum sedebit', por ejemplo) y un cierto desorden al final del 'Recordare', pero en general su aportación fue correcta y eficiente.

Toda ocasión es buena para disfrutar de esta obra sublime, que concita la complicidad entre los músicos y el espectador, como fue el caso en esta ocasión y, aunque hubo los inevitables claroscuros, nos fuimos todos en paz: Amén