Bayreuth Baroque Carlo il calvo Cencic Fagioli c Falk von Traubenberg LowRes 

 

Cara y cruz

San Lorenzo de El Escorial. 15/08/2021. Teatro Auditorio. N. Porpora: Carlo il calvo.  Julia Lezhneva y Suzanne Jerosme (sopranos), Nian Wang (mezzosoprano), Petr Nekoranec (tenor) y Franco Fagioli, Max Emmanuel Cencic y Alexander Orellana (contratenores). Orquesta Armonia Atenea. Dirección musical: Markellos Chryssicos.

Con permiso de todos ustedes y en correspondencia al título elegido voy a separar en dos partes bien diferenciadas la reseña de esta función porque pocas veces me he encontrado tantos temas de los que hablar, tantas cosas que comentar. Porque la función de Carlo il calvo ha mostrado –en mi opinión, con claridad meridiana- la cara y la cruz que acompaña al arte en general y a la música y ópera en particular. De ahí mi propuesta de estructura así la reseña. 

Cara

Antes de nada conviene decir que tener la oportunidad de escuchar música teatral de Nicola Porpora es un acontecimiento extraordinario prácticamente en cualquier país europeo. ¿Se ha programado alguna ópera de este compositor en los últimos cincuenta años en Madrid? Por ello intuyo que los aficionados recibimos con entusiasmo la noticia de que Carlo il calvo “venía” a San Lorenzo de El Escorial. Para muchos el barroco operístico son tres o cuatro óperas de Haendel, un Monteverdi –si se me permite incluirlo en la lista-, un poquito de Purcell y pare usted de contar. Los Cavalli, Lully, Rameau, Hasse, Vivaldi, Caldara o Porpora operísticos son totalmente ignorados en las programaciones, con las milagrosas salvedades esporádicas. Por ello Carlo il calvo era un caramelo apetecible, la oportunidad de pasar a conocer algo de la música de un compositor que hasta ahora solo mencionábamos en la lista barroca por conocimiento teórico.

Conviene decir cuanto antes que el nivel musical de la velada ha sido, sencillamente, extraordinario. Hoy por hoy es difícil encontrar por estos lares un conjunto de cantantes tan adecuados y con tantas facultades en la misma función operística. Quizás, hoy por hoy, solo en ópera barroca pueden verse tantas idoneidades juntas.

A lo excelso del resultado coadyuvaron tanto los solistas vocales como el conjunto orquestal y la batuta. Por lo que a las voces se refiere, apenas cabe señalar debilidad alguna. Comenzando por la sopranos, excelsa la rusa Julia Lezhneva tanto en el canto de bravura como –y sobre todo- por su canto delicado, un fraseo sobresaliente y una intención dramática aplaudible. Nada lejos se quedó la francesa Suzanne Jerosme, de voz brillante y con volumen nada despreciable.

Carlo il calvo es ópera que exige tres contratenores, sopranistas o como quieran ustedes decir. Y de los tres nombres dos destacaban como las grandes estrellas de la velada –junto a la soprano rusa-, a saber, el argentino Franco Fagioli y el croata Max Emanuel Cencic; junto a ellos, el hondureño Alexander Orellana.

Los dos primeros respondieron a todas las expectativas y participaron en un particular duelo por escuchar quién ofrecía la coloratura más hermosa, la técnica más endiablada, quién el fiato mejor gestionado, quién nos impactaba más ora con su canto lánguido y melancólico, ora con las partes de bravura. No me atrevo a apostar por ninguno de los dos pues creo, sinceramente, que ambos mostraron un nivel muy alto. Si quisiéramos ponernos quisquillosos podríamos aludir a la ocasional coloratura efectista, buscando y logrando epatar al espectador con cierta gratuidad pero no será un servidor quien traiga a colación tal asunto.

Quien constituyó toda una sorpresa fue Alexander Orellana, un hombre insultantemente joven que deslumbró con una voz de agudos límpidos además de ser capaz de hacer creíble el personaje. Toda una sorpresa y una voz a seguir en el futuro más inmediato.

La mezzo china Nian Wang mostró una técnica irreprochable aunque voz era de pequeño caudal y en ciertos momentos llegaba débil al espectador. Finalmente, el tenor checo Petr Nekoranec, ganador del Francisco Viñas 2017 tuvo que afrontar el papel más ingrato –al menos en esta versión de concierto- de todos y sufrió un pequeño accidente casi al final de la ópera, lo que no evita apuntar que mostró la voz de mayor caudal y adecuación estilística.

La orquesta Armonia Atenea, bajo la dirección musical del griego Markellos Chryssicos, mostró seguridad y oficio. En las últimas semanas ha sido noticia la presunta desaparición del grupo y considero una suerte que una obra de esta envergadura haya sido asumida por un grupo especializado. Chryssicos no es por ahora un genio pero tiene un gesto muy preciso, elegante y fue capaz de llevar a muy buen puerto la ópera, siendo capaz de mantener el pulso en una obra de dimensiones gigantescas. En definitiva y afortunadamente, la cara de la moneda cayó en el lado artístico que es, lógicamente, lo que al aficionado más nos interesa. Una función a recordar.

Cruz

Carlo il calvo es parte de un programa del autodenominado I Festival Internacional de Verano de El Escorial. Y ya sabemos que este auditorio, de quince años de existencia, ya ha vivido experiencias similares en las que no han sido ajenas frases tan estrambóticas como El Escorial puede ser el Salzburgo del sur. ¡En fín! Para ello, siquiera para acercarse a tal intención, convendría delimitar a qué se quiere dedicar el Festival porque ópera, zarzuela, teatro, flamenco, circo y títeres (sic) en la misma ensalada no sé si pueden acabar casando en mínima armonía.

Que esta edición del Festival Internacional de Verano ha sido pura improvisación es algo evidente. ¡Se presentó a mediados de julio, hace menos de un mes! Como ejemplo de tal improvisación con este título concretar dos críticas porque creo que no vale hacerse trampas en el solitario. Ya queda dicho que ofrecer un Porpora tan cerca de Madrid es digno de reconocimiento pero basta con recurrir a youtube y poder ver y escuchar la función de este título del Festival Barroco de Bayreuth para comprobar primero lo hermoso de la puesta en escena y luego, que su duración es de tres horas y cuarenta minutos. Y en El Escorial se anuncia una función de dos horas y cincuenta minutos; es decir, se amputan cincuenta minutos de una obra que, no nos engañemos, no es fácil de escuchar en toda su dimensión. 

Aun más, en toda la propaganda de la función se utilizan imágenes de la puesta en escena del mencionado festival de Bayreuth cuando la función es en versión de concierto. Sí, es cierto, en la página web se apunta en pequeñas dimensiones tal circunstancia pero el uso de las imágenes de Bayreuth puede inducir a la confusión.

Por lo tanto función en versión de concierto… sin traducción simultánea. ¿Quién ha sido el lumbrera que ha tomado tal decisión? Resultaba hilarante –por no decir otra cosa- escuchar a la gente en el único descanso, después de hora y media larga de música, tratando de destripar quién era quién en esa sucesiva salida de pareja de cantantes a escenario para breve recitativo para luego uno de ellos afrontar el aria correspondiente. Fui incluso testigo involuntario de una discusión acerca de dónde se encontraba Carlo, el calvo de la historia que, paradójicamente, no canta.

La estructura dramática de la obra, no nos engañemos, es insostenible y sin la ayuda de la escena, al menos deberíamos haber tenido el sostén de la traducción. ¡Que estamos en el siglo XXI! Mi conclusión es que dadas las circunstancias alguien reflexionó y dedujo que si se ofrecían las casi cuatro horas de Carlo il calvo sin escena ni traducción podría haber un motín en el auditorio y decidieron cortar de aquí y de allá hasta hacer la ópera más “digerible”. Un error de organización demasiado evidente. Eso sí, quienes como un servidor decidimos alejarnos del argumento para disfrutar estrictamente del canto no notamos nada de nada. De hecho un servidor reconoce que ya estaba perdido –en lo que al seguimiento del argumento se refiere- a los diez minutos de empezar la obra.

La improvisación también pudo hipotecar la asistencia. De las entradas disponibles –ya sabemos cuáles son las actuales circunstancias- dudo que se encontrara ocupado más del cincuenta por ciento, lo que ofrecía una imagen bastante triste del recinto. Eso sí, el público asistente tuvo un comportamiento casi ejemplar  y al finalizar la función muchos de los espectadores se pusieron automáticamente en pie para bravear a todos los intérpretes, quizás convencidos que, a pesar de los errores de organización, la velada había sido memorable.

¿Habrá II Festival Internacional de Verano de El Escorial? ¡Ojalá! Que haya más ediciones y que se delimite mejor hacia donde quieren dirigirse los esfuerzos, con el egoísta deseo de que la música clásica, la ópera y la zarzuela ocupen lugar predominante. Eso sí, no creo que Salzburgo tenga de qué preocuparse a corto y medio plazo.

Foto: © Falk von Traubenberg / Festival Barroco de Bayreuth