Grosz Morlot OBC MayZircus

Tour impresionista con guinda magiar

Barcelona. 02/10/21. L'Auditori. Temporada Sinfónica, OBC. Obras de Lili Boulanger, Bartók, Roussel y Ravel. Amihai Grosz, viola. Ludovic Morlot, director de orquesta.

Probablemente, en un intento de acercamiento al público joven, L’Auditori apuesta de nuevo por la emergente reivindicación de la creación femenina, que tan a menudo ha vivido a la sombra de los grandes maestros de la música. El caso de Lili, (1893-1928), hermana de Nadia Boulanger, es probable que goce todavía de una popularidad embrionaria. Y es que muy pesar del apoyo de su hermana, considerada una de las compositoras y pedagogas más importantes de la historia musical, el legado de Lili se ha visto sometido quizá a la notoriedad de Nadia, a lo que se suma el hecho de haber sufrido problemas de salud y de su prematura muerte a los veinticuatro años. Estos factores no han remado mucho a favor de la popularización de una obra tan rica en ideas como profunda y a menudo religiosa como la de Lili. La sorprendente partitura que encabezaba el peograma del sabado, D’un Matin de Printemps, perfumada de joven impresionismo e influencias de Fauré, revela una mente plenamente orquestal, gran coherencia compositiva y, en resumen, otro caso más de genialidad profética truncada por las circunstancias.

Así pues, la segunda y esperada entrega de la OBC ocupó el pasado fin de semana un programa de considerable interés tanto por su propuesta como por sus dos estrellas invitadas: el violista Amihai Grosz y el director francés Ludovic Morlot, en substitución de Lionel Bringuier. hay que decir que apenas la reducción de aforo al 60% pudo lastrar una general expectación similar a la de la era pre-COVID, reiterando la sensación de que la famosa vuelta a la normalidad debería convertirse ya, por el bien de todos, en un hecho inminente también en las salas de concierto catalanas.

De gran actividad especialmente en salas americanas, Morlot, emérito de la Orquesta Sinfónica de Seattle, compartió focos con el afamado Amihai Grosz y fundador del Jerusalem Quartet y violista principal de la Filarmónica de Berlín. El solista israelí, ha comentado en varias entrevistas lo que supone el pasarse del violín a la viola en plena cuna de leyendas del violín como Zukerman, Perlman, Gitlis, entre otros, pero sigue argumentando que la viola, es un instrumento “más cercano que el violín”. 

Ya en el escenario, la obra de Boulanger ascendió como una ligera y juguetona mañana primaveral en la sala grande de L’Auditori sin sorpresas bajo la dirección de Morlot. Del puntillismo en los vientos a la efervescencia orquestal, la tropa OBC se mostró en sintonía con las experimentadas manos del director invitado. 

La breve pieza de Boulanger dio paso a los primeros compases del inacabado Concierto para viola y Orquesta, sz.120 de Bartók, que mostró la excepcional forma de Grosz en las dobles cuerdas y la seguridad en los registros agudos y ásperos y graves del instrumento. Pudo vérsele interpretar incluso sin tocar, compitiendo en expresión corporal con Morlot, quien se esforzaba por mantener despierta a una OBC levemente perezosa en algunas entradas, que sin embargo mejoró en el tercio final. Solista y concertino regalaron una propina originaria de los 44 Duos para 2 Violins, sz.98 del compositor húngaro tocando su parte a la viola.

De vuelta a Francia, la propuesta de Bacchus et Ariane, Suite n.º 2, op.43 de Albert Roussel fue una mejor ocasión para el lucimiento de maderas y especialmente flautas embriagando el aire de fantasía y aroma a vino. Morlot supo extraer el brillo de una OBC que desempolvó de nuevo una de las joyas mejor guardadas del impresionismo francés. 

Poco puede escribirse ya del colosal Dafne y Cloe de Ravel, embaucador y mágico viaje a través de la música, la danza y el misticismo, firma directa de uno de los mayores orquestadores de la música. La genialidad de Ravel pudo apreciarse razonablemente bien, transmitida a través de una OBC colmada de refuerzos en percusión, maderas y metales, muy atenta al tempo de las manos de Morlot. Unos tutti casi exagerados no desmerecieron el equilibrio de esos extraordinarios fragmentos de paisajismo musical; pasajes estáticos donde la simbiosis dinámica entre cuerda, arpas, perfectamente conseguida, parece tan frágil, y resulta tan vital. Marlot se despidió sin bises pero firmando un très bien por el tour impresionista con guinda magiar.

Foto: © May Zircus