Marina Euskalduna Borja Guerrero 

Zarzuela con sordina

22/08/2016. Bilbao. Palacio Euskalduna. Emilio Arrieta: Marina. Helena Orcoyen (Marina, soprano), Julio Morales (Jorge, tenor), Javier Galán (Roque, barítono), Ángel Rodríguez (Pascual, bajo), Orquesta y Coro Líricos de Bilbao. Dirección escénica: Humberto Fernández. Dirección musical: Tulio Gagliardo.

Dentro de la Aste Nagusia (Semana Grande) bilbaína la zarzuela lleva presente unos cuantos años, siempre con respuesta popular más que aceptable. De hecho, hemos de aceptar que la zarzuela forma ya parte natural de las actividades festivas. Siempre se recurre a los títulos más conocidos y a cantantes habituales en este género; y como no sorprenderá, el público mayoritario es de edad avanzada, ofreciéndonos una fotografía bastante realista del tipo de aficionado que a este arte lírico existe en Bilbao. Y en otras ciudades.

El hecho de que el Euskalduna presentará una entrada muy buena y que los aplausos finales fueran de evidente entusiasmo no nos han de llevar a deducir que el espectáculo fuera notable; más bien lo contrario, debido a ciertos lastres que, habitualmente, se han de soportar en estas funciones.

Así, el utilizar el Euskalduna para estas funciones permite la asistencia de miles de personas (esta Marina ha tenido tres funciones, así que habrán sido más de cinco mil los asistentes) pero al mismo tiempo ofrece a la compañía un foso y, sobre todo, un escenario gigantesco en el que las propuestas escénicas habituales en muchas zarzuelas quedan en evidencia; lo mismo ocurre si el orgánico del coro es de veintidós voces. Todo demasiado pequeño para semejante estructura.

Estas funciones suelen ser, habitualmente, escenario adecuado para que cantantes jóvenes den pasos importantes, tal es el caso de la tolosarra Helena Orcoyen, que recientemente ha tomado parte en el concurso Operalia, patrocinado por Plácido Domingo. De agudo fácil y sin ocultar que es una voz con futuro me queda la sensación de que esta Marina le ha superado en la parte más dramática. Tiene facilidad en la coloratura y sobreagudo solvente aunque la voz cambia de color y queda algo entubada en la transición a las notas agudas. Mejoró sus prestaciones en el acto III. Dada su juventud, me gustará volver a escuchar a esta soprano en el futuro, para seguir su evolución

Julio Morales es un tenor de proyección y volumen más que aceptables y con  agudo fácil pero en exceso artificioso. Arriesgó en alguna nota, que salió demasiado justa, arriesgando la afinación en más de un momento. Por otro lado, Javier Galán me pareció, con diferencia, la voz más interesante, la más “operística” si se me acepta la expresión. El personaje de Roque es bastante delirante y, a pesar de ello, toda su escena “misógina” la cantó con gusto.

Escaso de verdad Ángel Rodríguez como Pascual, prácticamente inaudible desde mi butaca, en lugar privilegiado. Problemas de proyección evidentes, con una voz que se queda en el mismo escenario. Además le falta color de bajo y nobleza vocal. Por desgracia, la paupérrima información dada por la organización me impide saber quiénes cantaron los papeles restantes, a saber, el capitán Alberto, la criada y un marinero. De todas formas, cumplieron con mayor solvencia de la que es habitual.

Escaso y desequilibrado el coro mientras que la orquesta mantuvo el tipo, consiguiendo Tulio Gagliardo llevar a buen puerto la función, sin exceso alguno, eso sí. La propuesta escénica de Humberto Fernández era modesta, aderezada con imágenes de vídeo (método últimamente muy recurrente para superar limitaciones escénicas) que dieron cierto empaque a la misma. Del “cuerpo de baile” prefiero no decir nada.

El público disfrutó mucho y habrá quien diga que el objetivo está conseguido, lo que en buena medida es cierto. De hecho, es de desear que la zarzuela siga formando parte del programa festivo bilbaíno; así, se dará satisfacción a un público que en otras instancias no encuentra acomodo. Y algún día alguien reflexionará sobre la aparentemente inevitable desconexión entre juventud y zarzuela.