ABAO Bilbao Opera. Alzira. Abril 2022 E. Moreno Esquibel 1337

Broche final 

Bilbao, 23/04/2022.Teatro Euskalduna. Verdi. Alzira. Carmen Solís (Alzira), Sergio Escogar (Zamoro), Juan Jesús Rodrígez (Gusmano), David Lagares (Ataliba). Coro de Ópera de Bilbao. BilbaoSinfonietta. Jean Pierre Gamarra (Director de escena). Daniel Oren (Director musical).

10 de octubre de 2006 es la fecha en la que comienza (con Rigoletto) uno de los proyectos operísticos más importantes que ha visto el mundo de la ópera en España: Tutto Verdi. La ABAO (Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera) emprende la representación de todas las óperas escritas por Giuseppe Verdi a lo largo de su fructífera carrera. Algo insólito no sólo en el ámbito nacional, sino en el internacional. Sólo la ciudad estadounidense de Sarasota (Florida) había emprendido semejante empeño, que le costó veintiocho años lograr. En Bilbao habrán pasado dieciséis cuando, el 30 de abril de 2022, caiga el telón de la última de las cuatro representaciones de Alzira. Es verdad que han  quedado algunas escasas versiones sin representar (Verdi revisó varias de sus óperas a lo largo de su trayectoria y también cambió detalles de las versiones estrenadas en francés), pero el titánico esfuerzo está ahí. Y, aparte del valor intrínseco que supone el hecho del homenaje al mayor compositor italiano, creo que el verdadero valor del hecho del Tutto Verdi es el trabajo de muchas personas para conseguirlo. Es lo auténticamente admirable. No todos los que empezaron están y han cambiado caras y funciones pero la Asociación sigue siendo la misma y pese a todas las dificultades que han surgido por el camino (sobre todo crisis económicas y pandémicas que han truncado muchas expectativas), ABAO ha llevado a buen puerto su propósito. Personalmente también para mí ha sido una experiencia. No soy el mismo que vio Rigoletto ese 10 de octubre de 2006. He visto muchas representaciones hasta esta que comento del 23 de abril. Y supongo que les pasará a muchos abonados y también críticos y aficionados que han seguido el camino verdiano estos años. La función de Alzira supondrá un antes y un después para nosotros y podremos decir: Yo vi el Tutto Verdi en ABAO. Ha sido un orgullo para mí y  siento un profundo agradecimiento para todos que repito, a lo largo de estos años, estén o no ahora en ABAO o entre nosotros, lo han hecho posible.

Algunos pueden pensar que acaba el ciclo verdiano con la más fea. “Opera brutta” la llamaba Verdi, que le tenía especial inquina a este primer encargo del San Carlo de Nápoles y que tuvo que componer en unas condiciones físicas y mentales poco propicias para crear una obra maestra. Pero Alzira, sin ser una perla, es puro Verdi, pese a su opinión. La máquina que se había puesto en marcha con Oberto ya estaba a pleno rendimiento y aunque los famosos “años de galeras” producirán obras no todas espléndidas, el estilo inconfundible del maestro italiano ya se podía ver en estas primeras partituras. Ni la buena mano para la escritura de Salvatore Cammarano puede salvar un libreto, procedente de la obra teatral Alzire, ou les Américains de Voltaire lleno tópicos, de amores enfrentados, venganzas  y de un último perdón que propicia un final feliz. Aunque la ópera no tuvo éxito en su estreno napolitano ni en los posteriores en Roma y Milán y cayó en el ostracismo, siendo casi con seguridad, la ópera menos representada de Verdi, como decía anteriormente, es reconocible el estilo del compositor y posee algunos momentos de indudable belleza y una coherencia en el conjunto que se ajusta al tipo de composiciones operísticas del momento. Quizá también ayude a esta apreciación no tan negativa de la partitura como tienen muchos estudiosos es que la versión que hemos podido escuchar en Bilbao ha sido de estimable calidad. Empezando por una dirección musical entusiasta, enérgica y claramente comprometida del maestro Daniel Oren que ha buscado sacar la esencia verdiana de cada nota y del elenco de cantantes. Y lo consiguió sin duda. Su enfoque está plenamente orientado a que el encaje de las piezas de una obra menor disimule sus defectos y acentúe sus virtudes. Apoyado en una Bilbao Sinfonietta voluntariosa pero aún falta de empaque en foso operístico (sobre todo a nivel de cuerdas) consiguió una lectura ágil y ciertamente atractiva. 

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Además, otro orgullo para este final de ciclo, es tener en el escenario bilbaíno, cantando una ópera “rara”, a un plantel completo de cantantes españoles, y a un nivel excelente, envidia de cualquier teatro internacional. Encabezando el reparto esa extraordinaria soprano que es Carmen Solís que volvió a dar una lección de cómo enfocar un papel con dificultades belcantistas. Sus coloraturas y sobre todo sus pianissimi fueron impecables, apoyada en una proyección estupenda que conseguía saltar sin ninguna dificultad saltar la barrera de la orquesta y llegar hasta el último rincón del Euskalduna. Aparte de su aria de presentación Riposa. Tutte, in suo dolor vegliante, brilló especialmente en el dúo con el barítono (Il pianto... l’ambascia... di lena mi priva..) del segundo acto, en el que ambos encontraron la conexión perfecta para brindarnos el mejor momento operístico de la noche. Una vez más, un placer oír a esta gran cantante. Sergio Escobar asumía el rol del aguerrido amante de Alzira, Zamoro, y lo hizo con ese estilo tan verdiano que el papel requería. No tuvo ningún problema en toda la tesitura y su fiato y el bello timbre fueron algunas de las armas que le permitieron conseguir un trabajo de gran nivel.

Hablar de Juan Jesús Rodríguez es hablar de uno de nuestros más eminentes barítonos y que se encuentra en los papeles verdianos como pez en el agua. La nobleza tan italiana con la que el cantante onubense afronta siempre estos papeles volvió a brillar en el papel de Gusmano, el enemigo de Zamoro y enamorado no correspondido de Alzira. Cada una de sus intervenciones se inscribieron en lo más destacado de la noche, desde su primera aria «Alta cagion qui v’assembrava, o forti» canónicamente cantada y coronada en la subsiguiente cabaletta con un agudo extraordinario por su calidad y su duración, hasta el dúo con Alzira que comentaba arriba y el concertante final que, en colaboración con sus compañeros, convirtió en extraordinario ejemplo de la escritura coral verdiana. Fabuloso. Un lujo también los comprimarios que realizaron un excelente trabajo. Desde ese gran bajo que es David Lagares hasta las buenas impresiones que dejaron María Zapata y Gerardo López pasando por esos dos “veteranos” de categoría que son Josep Miquel Ramón y Vinceç Esteve. Otra buena intervención del Coro de Ópera de Bilbao, especialmente de la sección masculina, y que ha comandado en esta travesía verdiana de tantos años el excelente director que es Boris Dujin.

No es fácil salirse de lo trillado en Alzira y hay que agradecer que la producción (de tres teatros: ABAO, el Gran Teatro Nacional de Perú y Opéra Royal de Wallonie) que firma Jean Pierre Gamarra lo consiga. Su idea en cuanto a la escenografía (firmada por Lorenzo Albani)  es sencilla y efectista pero peca de un movimiento escénico muy básico y estático. Quizá su idea es centrar, como en diversos cuadros, una acción que tampoco es que sea trepidante, utilizando una plataforma central donde se desarrolla la acción y que está rodeada por unas cortinas de cadenas que cierran el escenario con un espacio que permite el escaso movimiento del coro. No podríamos decir en qué época sitúa Gamarra la acción porque el vestuario (buen trabajo también de Albani) es totalmente ecléctico pasando de principios del siglo XX al XVII y de lo urbano a lo étnico, con toques reivindicativos como la escena en la que aparecen las mujeres con retratos de desaparecidos es una supuesta matanza de indígenas.

Un buen final para una experiencia inolvidable que quedará en la historia de la ópera, y por supuesto en los grandes éxitos de ABAO. 

ABAO Bilbao Opera. Alzira. Abril 2022 E. Moreno Esquibel 1417

Fotos: © E. Moreno Esquibel