Verismo alla tedesca
Frankfurt. 28/04/2022. Openrhaus. Giordano. Fedora. Nadja Stefanoff (Fedora), Giorgio Berrugi (Loris Ipanov), Iain MacNeil (De Siriex), Bianca Tognocchi (Olga Sukarev). Orquesta y Coro de la Ópera de Frankfurt. Dirección de escena: Crhistof Loy Dirección musical: Lorenzo Passerini.
Fedora, una de las óperas más logradas del compositor Umberto Giordano, pese a su indudable calidad y a ser un claro ejemplo del estilo verista que dominó la ópera italiana de finales del siglo XIX y principios del XX, no se representa con la frecuencia que sería deseable. Ha sido otro título de Giordano, Andrea Chenier, el que ha conseguido entrar plenamente en el repertorio, y es mucho más raro, incluso en el ámbito latino, ver una representación de Fedora. La Ópera de Frankfurt se ha atrevido con el reto de programar esta obra e incluirla en una de sus premieres de la actual temporada. Indudablemente es un reto presentar este drama. El libreto de Arturo Colautti es una adaptación de la obra homónima de Victorien Sardou (autor también de la obra original de la que nace la Tosca pucciniana) escrita para una de las más grandes actrices del fin de siècle, Sarah Bernhardt. Esto mismo le da un carácter de divismo que se acentúa cuando, desde su estreno en Milán en 1898, han sido grandes cantantes-actrices las que han asumido el papel de la protagonista. El temperamento latino, arrebatado y decidido encaja perfectamente en esta historia de amor y venganza, que aunque protagonizada por nobles rusos, Giordano marcó con un sello italianizante muy claro.
Por eso, la primera impresión que se tiene al ver esta producción que firma el germano Christof Loy es que no es una Fedora al uso. Especialmente en el eje principal de la obra: la expresión de las diversas pasiones de la protagonista a través de una cantante que se apodera completamente de la escena, cual leona que impone sus derechos de protagonista. No es este el caso. Loy, a través de una dirección escénica impecable y con ayuda de unas proyecciones de video (un recurso nada original pero aquí muy bien resuelto y del que no se abusa) nos presenta (sobre todo en los dos primeros actos) una gran dama eslava, elegante, no fría pero sí un poco distante, en la línea de una Greta Garbo en contraste a las Anna Magnani que suelen triunfar en el papel. También en el tercer acto (y el final del segundo) cambia la perspectiva habitual y aquella gran dama se convierte en una mujer normal, olvidado la parafernalia de princesa, incluso el peinado rubio impoluto para convertirse simplemente en alguien sin maquillar, en bata, sin la peluca rubia, simplemente primero buscando venganza y después intentando que el hombre al que ha traicionado y al que ama, viva feliz en un refugio suizo sin el boato de San Petersburgo o París. Esta imagen que nos transmite Loy la asume perfectamente la soprano alemana Nadja Stefanoff muy bien adaptada a esta producción. Su voz, bella y de una proyección amplia, se mueve con soltura en una partitura nada fácil. Destacó principalmente en los dúos con Loris y en su escena final, en la que transmitió el dramatismo exigido por Giordano, con el distanciamiento y la frialdad impuesto por Loy. Quizá el único pero que se pueda poner a una excelente interpretación es una pronunciación del italiano algo deficiente, un tema fundamental en una ópera tan expresiva.
Muy diferente el estilo de Giorgio Berrugi como Loris Ipanov (papel que estrenara un joven Enrico Caruso), que o bien no siguió las directrices de Loy o bien éste quiso dar ese toque italianísimo a este papel tan emblemático en un tenor que trabaje este repertorio. Berrugi se lució plenamente con un instrumento de nobles hechuras, con agudos restallantes y pasión a raudales que encandiló a un público (que también aplaudió con ganas a Nadja Stefanov). Destacar su brillantez en el pasaje más conocido de la obra (Ma dunque, è amore? … Amor ti vieta) y en toda la escena final. Un gran trabajo. El previsto Nicholas Brownlee en el papel de De Siriex (amigo y confidente de Fedora) estaba enfermo y fue sustituido cantando desde el proscenio (actúo mudo Damjan Batistić, que tenía un pequeño papel en el reparto) por el barítono norteamericano Iain Macneil que salvó los trastos con profesionalidad y elegancia, destacando el la conocida canción La donna russa è femmina. A altísimo nivel como cantante y actriz Bianca Tognocchi como la Condesa Olga Sukarev, el papel más frívolo de la ópera pero a la que ella dio un brillo especial gracias a una voz muy bien colocada, de hermoso timbre y con unos agudos impecables. Un elenco de buenos comprimarios completaba este reparto muy bien elegido por la ópera de Frankfurt. Pequeña pero muy correcta intervención del coro titular de la casa.
El maestro Lorenzo Passerini optó por una lectura de tintes suaves, en la línea marcada por la producción, pero muy elegantes y en la que los momentos de más emoción se fueron dosificando para que la partitura de Giordano no cayera en lo melodramático desde el principio y pudiera apreciarse cada matiz. Apoyado por una excepcional Frankfurt Opern- und Museumsorchester que mostró una ductilidad impecable, consiguió momentos de auténtica belleza como el famoso interludio del segundo acto.
La intención de Loy, o lo que yo interpreto al ver su trabajo, ya lo he expresado más arriba. Consigue, repito, mover perfectamente a los cantantes en el escenario y utiliza de manera inteligente un único espacio (diseñado por Herbert Murauer, responsable también del bello vestuario): un salón noble, casi vacío -dos mesas pequeñas, dos sillas o tres- con un gran marco dorado que sirve para las proyecciones del primer acto y luego se abre y nos sirve para ver, en un plano más elevado) el salón parisino del segundo y el pequeño chalet alpino del tercero. Una organización espacial que da intimidad a la obra y convierte el drama en algo más íntimo, más cercano al alma de los protagonistas que si utilizará grandes lámparas de araña y lujosos salones parisinos.
Está claro que una ópera se puede abordar desde muchos ángulos y este que comentamos es uno de ellos. ¿Sorprendente?, sí ¿Bien estructurado y con una lógica bien pensada? también. Y sobre todo con una estupenda interpretación musical.
Foto: Barbara Aumüller.