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Non sono rea come tu sei crudel

Las Palmas de Gran Canaria. 28/05/22. Ópera de Las Palmas. Verdi: Ernani. Roberto Aronica (Ernani). Anna Pirozzi (Elvira). Alessandro Luongo (Don Carlo). Giovanni Battista Parodi (Silva). Fernando Campero (Iago). Andrea Gens (Giovanna). Gabriel Álvarez (Riccardo). Coro del Festival de Ópera. Orquesta Filarmónica de Gran Canaria. Guillermo García Calvo, dirección musical. Carlo Antonio De Lucia, dirección escénica.

Gran Canaria, para quien viene de fuera, es mar y es volcán, bienmesabe y frangollo, polvito uruguayo, mojo... ¡Islacao y truchas de batata! Es el Roque Nublo, las Canteras de Las Palmas y las dunas de Maspalomas, Vegueta, Teror, Tejera, Guayadeque... ¡los papagüevos y sus comparsas! Y es cada uno de los canarios y canarias que nos descubren todo ello. Es una isla que abraza con un horizonte infinito... y es ópera. Porque tras varios años sin poder regresar a Las Palmas de Gran Canaria debido a la pandemia, uno vuelve a sentirse, como supongo que pueden sentirse todos los palmenses, como en casa en cada rincón de la isla, pero también dentro del Galdós en los numerosos mundos y escenarios posibles que nos ofrece la lírica... y ya van 55 temporadas.

"Todo es navegar, todo es una continua lucha, un gran derroche de esfuerzos, arte y valor para no ahogarse", se puede leer sobre la piedra de la Plaza del Pilar Nuevo, a escasos metros del Teatro, paseando por Vegueta. Es una frase que me gusta recordar en mis crónicas canarias. La Ópera de Las Palmas de Gran Canaria ha sido una de las poquísimas entidades líricas que ha conseguido mantener su programación a lo largo de estos últimos tiempos, tan complicados. Ahora, casi terminando una temporada que podríamos denominar de transición hacia lo acostumbrado, sube a su escenario Ernani, una de las obras, seguramente, menos programadas de Verdi, pero que vino a significar una puerta, un punto de inflexión entre lo pretérito y lo futuro del genio de Busseto.

La función del día 28, última de las programadas, estuvo a punto de no tener lugar, salvada in extremis por los astros y el buen hacer de un cantante, en este caso: Giovanni Battista Parodi. El bajo tuvo que sustituir a Evgeny Stavinsky quien, al parecer, marchó a Italia entre funciones, sin poder regresar a la Isla. Fue Parodi quien aterrizó finalmente en Las Palmas, a pocos minutos de subirse el telón y, por ello, su participación no sólo resultó solvente, sino milagrosa, salvándonos a todos la noche a un lado y al otro del escenario. Hay que quitarse el sombrero ante acciones como esta, que van más allá de lo laboral y lo profesional, enmarcándose dentro de un amor por la música que lo supone todo. Stavinsky, en cualquier caso, forma parte de la misma agencia (Ariosi) que Murat Karahan y Enkhbat Amartuvshin, quienes también cancelaron su participación en esta ópera sin demasiado tiempo de antelación. En total son cinco cantantes de la misma agencia implicados en un título con cuatro papeles principales. Habría que plantearse por qué se crean ciertas dependencias en ciertas casas de ópera con ciertas agencias y si son el sistema más conveniente para las entidades y el público.

Como protagonista, el Ernani de Roberto Aronica , quien no canta el aria añadida a petición de Rossini: Odi il voto, para su protegido Nicola Ivanoff, se mostró en esta ocasión más comedido que en otros roles y momentos que quien escribe ha podido escucharle, como Pollione o Turandot, con notable resultado sobre el escenario del Pérez Galdós. Más apegado a la necesaria linea cantabile que también requiere el bandido verdiano, mostró una voz recia, sonora, de agudos poderosos e intencionalidad en dinámicas. Muy interesante, asimismo, el Carlo V de Alessandro Luongo, quien mostró esa misma intensidad, al tiempo que dio espacio a dinámica y fraseo, construyendo un personaje sentido y creíble, en la vía lírica de Donizetti o, efectivamente, el primer Verdi. Estupenda su intervención junto a Parodi en el duo que comparten en el segundo acto, o en su conocida página solista del tercero. Muy bien, igualmente, los tres personajes comprimarios encomendados a tres voces canarias, destacando la Giovanna de la mezzosoprano Andrea Gens.

Sin duda, la voz más genuina y seductora de la noche fue la de la soprano Anna Pirozzi como Elvira. Lo he dicho muchas veces y no me pesa repetirme: el suyo es un instrumento privilegiado, cargado de italianità, de vieja escuela en el fraseo, insultante en proyeción y homogénea en una tesitura a la que, aquí, Verdi le requiere todo. Algunos pasajes pueden resultar algo acerados, aunque siempre vibrantes en squillo y con inteligente manejo en el extremo grave. Su Elvira es redonda, de timbre carnoso, poderosa. Qué emocionante no ya sólo su página de salida, sino también sus tercetos, cada intervención en los concertantes, su encuentro con Ernani en el segundo acto, con aquella frase "Non sono rea come tu sei crudel" que viene a desmontar toda esa cosificación de la mujer en el Romanticismo. Entiendo que se requiera a Pirozzi en medio mundo con papeles como Abigaille, Lady Macbeth o Turandot (por cierto, su Lady del Liceu se pisa en fechas con la Turandot del Covent la temporada que viene... entiendo que Ariosi mediante, de nuevo)... pero, sin querer señalar el camino de nadie... sería maravilloso escucharla en Donizetti. Anna Bolena, Elisabetta, Maria Stuarda... Pia, Caterina, Lucrezia... ¿Por qué no?

De ninguno de ellos he podido hablar de su implicación dramática porque fue inexistente en una dirección escénica, firmada por Carlo Antonio de Lucia ahoga por el cartón piedra y las posiciones más clásicas y antiguas. Sin haber contado con alguien al frente, los cantantes hubiesen hecho lo mismo por sí mismos o incluso añadido alguna idea, porque el auténtico problema es no mostrar una idea sobre el escenario, sea en una visión vanguardista o tradicional de la escena. Al menos, en esta ocasión, se contó con una lectura musical de primera línea como es la de Guillermo García Calvo al frente de la Filarmónica de Gran Canaria. El madrileño volvió a mostrar su capacidad analítica en la búsqueda del equilibrio y la elegancia del color, también aquí en este Verdi primerizo, de encendidos acentos y vertiginosos e intensos desenlaces. En una función donde todos los elementos fueron a más según avanzó la noche, se desplegaron momentos de auténtica belleza y fulgor musical que acompañaron al drama siempre buscado por el compositor, especialmente apoyados por la cuerda. La entrada de Elvira, el comentado duo entre barítono y bajo, el trío final o, por supuesto, cada concertante, con la feliz intervención del Coro del Festival de la Ópera. Lo dicho, Gran Canaria es maravillosa por sus muchas realidades que forman una sola al mismo tiempo y, sin duda, la Ópera de Las Palmas es una de ellas.

Fotos: Nacho González Oramas / Ópera de Las Palmas.