the bear hualle santander

¿Última estación?

Treceño. 11/08/2022. Festival Internacional de Santander. XII Noches Líricas del Palacio de Hualle.  Walton: The Bear. Paloma Chiner (soprano), Pablo Rossi (barítono), Isidro Anaya (bajo) Aaron Martín y Máximo Esteban (actores). Tatiana Studyonova, dirección de escena. Rita Cosentino, dirección de escena.

El escenario histórico del Palacio de Hualle, sito en el pequeño pueblo de Treceño, parte del municipio de Valdáliga, volvía a acertar con su propuesta operística por dos principales razones: por un lado, por el lugar en sí, con un punto idílico que le otorga al mismo tiempo hermosura y la oportunidad de vivir la experiencia de la ópera de otra forma; por otro, por lo acertado de dar a conocer repertorio infrecuente de compositores apenas programados en los escenarios operísticos habituales. Un servidor ha estado – con la que nos ocupa - en el Palacio en cuatro ocasiones y basta leer la lista de títulos escuchados para ser agradecido a la asociación: Mavra, de Stravinsky, El pelele, de Julio Gómez, Mozart y Salieri, de Nicolai Rimsky-Korsakov, Il segreto di Susanna, de Ermanno Wolf-Ferrari y la propuesta de este año, The Bear, de William Walton.

No nos engañemos: ¿cuántos aficionados a la ópera han podido disfrutar de algún título de este compositor británico? Más aún, ¿cuántos esperaban o esperan disponer de tal oportunidad? Pues esta asociación, siempre atrevida e inteligente, nos la ha dado y bien que les ha salido el experimento.

The Bear, inspirada en un cuento de Anton Chejov, es calificada por su compositor de extravagancia lírica en un acto y viene a durar unos cincuenta y dos minutos. Intervienen tres cantantes, a saber, Popova, una viuda apesadumbrada aun por la muerte del marido, del que guarda un recuerdo idealizado, el criado Luka (en la obra originaria es una mujer), que le incita a abandonar el duelo y rehacer su vida y un acreedor del marido fallecido de nombre Smirnov que aparece de manera sorpresiva y que por su crueldad a la hora de reclamar las deudas del difunto es calificado de oso por la viuda, lo que provocará un duelo de honor y, de forma sorprendente, el surgimiento del amor entre los dos protagonistas.

Vocalmente hablando la representación tuvo dignidad a pesar de la modestia y a ello coadyuvaron los protagonistas. Paloma Chiner (Popova) tiene una voz grande, voluminosa y con un centro atractivo. Pablo Rossi (Smirnov) cuajó, en mi opinión, la mejor prestación de la noche y dio mucho empaque y credibilidad a su personaje, que ha de transitar desde la fiereza e implacabilidad inicial hasta el enamoramiento final. Finalmente, Isidro Anaya (Luka) tuvo que hacer frente a la parte más ingrata de la obra, con pequeñas intervenciones intercaladas entre los dos papeles principales, es decir, mayor actividad dramática que canora. Muy bien los dos actores en sus papeles de criados testigos de la situación (Aaron Martín y Máximo Esteban) y tan pulcra como efectiva la interpretación al piano de Tatiana Studyonova. La puesta en escena, utilizando los recursos que el mismo palacio otorga como puertas laterales y distintas alturas fue tan sencilla como práctica y la firmó, como es usual en este lugar, Rita Cosentino.

El recinto estaba lleno, unas ciento cincuenta personas, que fuimos invitadas a un vino fresco antes de la función y a la posterior cena en los jardines adyacentes, en un ambiente que arriba calificaba de idílico. Por desgracia, todo parece indicar que esta edición ha sido la última; tras doce años ofreciendo un lugar y música ideales la reciente desaparición de dos personas importantes en la asociación, Raymundo Viana y Jorge Grunberg, más la inevitable influencia del paso del tiempo fueron las razones esgrimidas por Margaret Jova para anunciar al término de la representación que estábamos, muy probablemente, ante la última estación de un tren que partió en 2011. Desde el profundo respeto a la decisión tomada, no puedo sino aplaudir y agradecer lo hecho y lamentar que los melómanos perdamos una oportunidad como ésta de vivir la ópera y la música en un entorno tan especial.