YoungConcertgebouw 22 a

Una pica en Flandes

18/08/2022. Amsterdam. Het Concertgebouw. Obras de Coll, Beethoven y Dvorak. Young Concertgebouw. Isabelle Faust, violín. Gustavo Gimeno, dirección musical. 

La Orquesta del Concertgebouw de Amsterdam lleva organizando en los últimos veranos una iniciativa preciosa: jóvenes músicos de diferentes países, y después de una ardua selección, se reúnen en la capital holandesa para ejecutar una serie de conciertos. Este año se desarrollarán en Ámsterdam y Hamburgo, y, aparte de la principal labor sinfónica, los jóvenes tienen la posibilidad de trabajar en seccionales, en grupos de cámara, o tener clases magistrales con prestigiosos maestros que provienen en su práctica totalidad de la misma orquesta del Concertgebouw.

Los jóvenes vienen avalados por recomendación de sus profesores, y son estos los encargados de escribir a la orquesta para su posterior selección. Los músicos elegidos pasan a ser valedores y embajadores de los más altos principios europeos. La integración, en todas sus formas y variaciones, es un fin primordial y un hecho. La iniciativa arrancó en el 2019, y, con el paréntesis obligado por el covid, se ha desarrollado este año por tercera vez.

Ya desde la primera edición, que además fue dirigida por Pablo Heras Casado, la abrumadora presencia en la orquesta de músicos españoles ha sido una constante. Esta edición, así ha sido otra vez; desde el solista de violoncelos, hasta miembros en todas las demás secciones. A todo esto, hay que añadir el hecho de ser dirigida por el valenciano Gustavo Gimeno, futuro director musical del Teatro Real, además de presentar el estreno en Holanda y Alemania de la última obra sinfónica de Francisco Coll, que está consiguiendo, a marchas forzadas, y a pesar de su todavía juventud, convertirse en uno de los compositores españoles mas reclamados y considerados a nivel internacional. Alegra ver la inclusión aquí de esta obra y deja en evidencia las programaciones de nuestras orquestas, donde la inclusión de nuestra música es, la mayoría de las veces, puramente anecdótica, tanto a nivel de recuperación del patrimonio, como en cuanto a la inclusión de obras de nuestros compositores mas actuales. Y si no, observen el avance de la próxima temporada sinfónica de la mayoría de nuestras orquestas… señores programadores: háganselo mirar.

YoungConcertgebouw 22 b

Volviendo al concierto de la Young Concertgebouw, lo primero que hay que destacar es su sorprendente calidad. A pesar del corto periodo de convivencia y su diversidad, da gusto observar -demás del lógico entusiasmo- de la homogeneidad, la igualdad de golpes de arco, el general empaste, la notable afinación, y la seguridad de ejecución. Estamos hablando de jóvenes de entre 14 a 17 años, todo un record. Enhorabuena, de verdad, a todos sus integrantes.

El concierto se abrió con Hímnica, obra estrenada en Lucerna por James Gaffigan, y donde el valenciano Francisco Coll aprovecha muy inteligentemente la libertad que da la especie de chacona o passacaglia sobre la que está escrita para hacer un mural sonoro abigarrado y cambiante. Sorprende y atrapa la riquísima superposición de capas que se da a cada momento, como `milhojas’ sonoras de diferentes texturas, colores, y movimientos. De cuando en cuando, el motivo de chacona aparece -o se adivina- y siempre de forma cada vez más interesante. La obra tiene cierta forma de arco donde el principio y final se diluyen, y la realización sonora por parte de Gimeno -gran valedor de Coll- y la orquesta fue magnífica.

Le siguió el Concierto para violín de Beethoven, donde la cuadratura del círculo es tan difícil de alcanzar en ese difícil equilibrio entre clasicismo y el Beethoven mas rompedor. Isabelle Faust fue una dignísima solista, de sobresaliente afinación, e impecable ejecución. Líneas limpias, bien definidas y dirigidas, con sentido un tanto olímpico como columnas de Partenón. Primó la objetividad y la naturalidad frente al aspaviento o la expansión, y con un sonido bello -aunque no demasiado grande-, arcos largos, un vibrato contenido y unas maneras de frasear puras y sin artificios, Faust delineó su interpretación hacia el lado más camerístico. Gimeno tuvo que realizar un meritorio trabajo de contención y consiguió sumarse al concepto de manera muy lograda.

El director se destapó en la segunda parte con la novena sinfonía de Dvorak. Con una completísima técnica gestual, mas que por implicación interior, Gimeno sacó adelante una directa y brillante sinfonía. Segurísimo, de basculantes brazos, con valiosos gestos como el trazo horizontal para pasajes legato o tenuto, el director resolvió sin complicaciones los distintos episodios sonoros. El primer movimiento se desarrolló de forma franca e impetuosa, y el segundo sin delectación, y sin tanto contraste de tempo entre el largo y el piú mosso posterior, anduvo más ayuno de magia. Me gustó mucho la manera de ejecutar la parte central del Scherzo con esa variada realización de la primera estrofa haciéndola distinta y mas piano la segunda vez, y el último movimiento tuvo un estupendo final, lleno de decidida y resolutiva realización. Al caluroso recibimiento por parte del público, orquesta y director respondieron con la Danza Eslava n.2 de Dvorak como propina. 

Brillantísima y generosa iniciativa, felicísima realización, y efusivísimo recibimiento. Todo ello, con un buen puñado de españoles dando un valiente paso al frente de todo este cotarro, ¿Qué más se puede pedir?