El filtro del saxofón
Peralada. 04/08/2024. Festival Perelada. Iglesia del Carmen y Jardines del Celler. Obras de Rameau, Bach, Ravel, Jörg Widmann y Juan-Pérez Villegas. Kebyart Ensemble, cuarteto de saxofones.
Si el cuarteto de cuerda fue la agrupación de cámara más importante de buena parte de los siglos XVIII y especialmente XIX, el cuarteto de saxos, por su versatilidad y su creciente popularidad, puede decirse que se ha establecido como el conjunto de cámara de nuestra época, y muchos compositores han visto en él una nueva forma de renovar la música “clásica”. La esperada visita del cuarteto Kebyart al Festival Perelada satisfizo con creces las expectativas de lo que fue una de las principales citas camerísticas de la presente edición. Así pues, si la pasada temporada pudimos ver al conjunto debutar en l’Auditori de Barcelona con la OBC, la tarde del cuatro de agosto lo hizo en el icónico festival gerundense con un programa sugerente que mezcló música y gastronomía. Los integrantes de esta agrupación, nacida en Barcelona hace diez años, han sabido aprovechar el auge progresivo del saxofón y ampliar el repertorio con muchos arreglos propios que han quedado registrados en sus tres discos, sin detener su agitada agenda europea.
Dividido en dos partes, el programa se centró mayormente en el barroco francés, concretamente, la Suite en mi menor del segundo libro de piezas para clave de Jean-Philippe Rameau. Esta propuesta, filtrada por el latón del saxofón, confiere a una música originalmente para clavecín, un carácter totalmente nuevo e inusual. Respetando los adornos, el discurso musical corre a cargo de las líneas melódicas iniciales, ahora diversificadas en cuatro voces capaces de potenciar y amplificar el contrapunto. Tal es así que la Courante fue un interesante dueto entre soprano (Pere Méndez) y barítono (Daniel Miguel), este último, también ágil en su registro medio agudo, tal como pudo apreciarse después de una cálida Allemande, en que el conjunto se mostró bien cohesionado. Los cuatro pusieron énfasis en la nitidez de las articulaciones, especialmente en las dos gigas que cerraban la primera parte de la suite, algo importante para apreciar la subdivisión ternaria en un espacio reverberante. Le siguió un breve aderezo basado en música coral de Bach, donde los jóvenes pudieron ahondar en la polifonía a cuatro partes, y dar más protagonismo a las voces interiores, alto (Víctor Serra) y tenor (Robert Seara). Destacaron el Ich ruf zu dir, Herr Jesu Christ BWV 631, por su espiritualidad, y Herr Gott, nun schleuss den Himmel auf, BWV 617, con barítono y tenor liderando una música que, extrañamente, funciona bien aunque se interprete con instrumentos inventados un siglo después de la muerte de Bach –y Rameau–.
Aunque desde un prisma mucho más creativo, Ravel también reimaginó el barroco francés en la famosa suite Le tombau de Couperin. La figura de Ravel aquí supuso una continuación programática interesante, lo suficientemente alejada en estilo, para ampliar sonoridades, aunque sin perder por ello el hilo conductor de esta primera parte. Sobresalieron el segundo movimiento –asimismo, la única fuga publicada por Ravel–, y las intervenciones del saxo soprano en Menuete –espléndida suavidad en los adornos– y en Rigaudon, un gran pasaje solista.
La segunda parte continuó en el espacio abierto de los jardines de la bodega; una fantástica estampa vespertina que cuajó bien con la segunda parte de la suite de Rameau, ahora con piezas descriptivas basadas en la naturaleza. Entre la infinidad de trinos y mordentes “ornitológicos”, destacaron La Villageoise en el relevo de voces superiores y Tambourin, aunque el conjunto tuvo que sacar pulmón en la dócil pero exigente Mussette. Le siguió 7 Capricci, obra encargada al alemán Jörg Widmann, y que ya se ha convertido en una de las especialidades del conjunto catalán. Repleta de humor musical, la obra divirtió tanto a intérpretes como a oyentes, aunque exigió a los cuatro gran concentración, especialmente en el uso de técnicas extendidas, como en los key sounds –ruidos producidos por las llaves del instrumento–, algo aumentados aquí por la amplificación, y una perfecta mimesis en el smorzato conjunto del Corale 1, atacando con cautela los multifónicos del Corale 2.
El programa finalizó con tres piezas pertenecientes a Sólo el misterio, –en memoria de Federico García Lorca– obra encargo compuesta por Joan Pérez-Villegas en 2021 y registrada en su segundo CD, que dejó memorables momentos, como el solo de barítono en el segundo capítulo y los pasajes de palmas que incidieron en las evocaciones de flamenco del tercero, todo un reto rítmico que el conjunto superó con inspiración. Los Kebyart regalaron como propina una versión para saxos de Summertime de Gershwin antes de proceder a la cata de quesos y vinos en una velada inmejorable.
© Miquel González – Shooting