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Como flores de loto

Madrid. 19/09/2024. Teatro Real. Obras de Bellini, Donizetti, Salvi, Verdi, Gounod, Offenbach, Chapí, Serrano, Luna, Soutillo y Vert, y Lara. Juan Diego Flórez, tenor. Orquesta Juvenil Sinfonía por el Perú. Ana María Patiño Osorio, directora. 
 
El tenor Juan Diego Flórez, ya en la cincuentena, va camino de hacer ya treinta años de carrera, y siempre con una solvencia y una evolución intachables. Pocos, muy pocos cantantes pueden presumir de su privilegiada forma de llevar el camino del éxito, y siempre siendo sinónimo de fiabilidad y excelencia. Con una solidísima técnica, ha sabido mantener su privilegiado registro agudo, aunque en la actualidad, lógicamente, le cueste más emitirlo con la frescura y fulgor de antaño. Verdadero referente en papeles de contraltino rossiniano, el tenor peruano ha sabido evolucionar, y ahora, con algo mas de cuerpo en su voz, y el centro y grave mas trabados y con entidad, ha sabido adentrarse en otros repertorios con maestría sin perder el norte de cuales son sus orígenes, y, a pesar de la lógica perdida de lozanía vocal, Flórez, por el contrario, ha demostrado, en este recital, una maduración y maestría en el fraseo ciertamente muy estimulante.
 
En esta ocasión basó la primera parte de su recital en el Teatro Real en el bel canto italiano, iniciándolo con el aria de Tebaldo de I Capuleti e i Montecchi de Bellini, que, tras un recitativo bien cincelado, el aria se escuchó expuesta muy adecuadamente. Con fraseo lógico, y en buen arco, Flórez fue emitiendo preciosas perlas de intención, como en la palabra ‘Giulietta’ dicha con una ternura muy bien diferenciada. Las notas largas se hubiesen beneficiado de una mayor regulación y dirección en el sonido, y se probó con un primer Si agudo correcto aunque todavía sin acabar de timbrar. Elegante, siempre en su sitio, quizá anduvo algo falto de efervescencia en la stretta final, pero ya fue dejando ver una evolución y sabiduría en el fraseo sobresalientes, como ocurrió en las distintas formas de iniciar la misma estrofa y eso se fue ganando a la audiencia a pesar de un último Do agudo un tanto seco. 
 
Ese mayor asentamiento y control del fraseo se fue manifestando también en el siguiente fragmento interpretado, la escena de la cárcel del Roberto Devereux de Donizetti. Aquí profundizó en su arco dinámico y prodigó muy bellas medias voces y pianisimos dando el adecuado espíritu de ensoñación que tiene el aria. Contrastó con rabia en palabras clave (‘lo giuro’) y ligó con intención y donosura, y el cantante mostró, como en todo el recital, su dominio de las pausas y silencios. Es verdad que la voz todavía no se emitía del todo fresca, pero la cadencia la realizó con propiedad y terminó cantando el ‘Bagnato il sen di lagrime’ de forma muy notable.
 
El recital continuó con el recitativo y aria que Matteo Salvi insertó en la ópera Il duca d’Alba de Donizetti, donde Flórez controló de forma muy sabia las largas lineas de la partitura y pudo regular el sonido en determinados calderones con muy buen efecto, volviendo a demostrar su evolución en el fraseo como hizo al variar la reexposición del tema con un bello piano. La primera parte del recital terminó con el aria ‘Je veux encor entendre’ de la ópera Jérusalem de Verdi y su recitativo previo, y Flórez aprovechó la sonoridad del francés para colorear con mayor diversidad. El legato del aria fue muy bellamente expuesto, y aprovechó para llevarlo con intención cuando el fraseo mas convenía, como sucedió en la buena llegada al Do agudo, ahora más rico y timbrado. Magnifica la forma de diferenciar los balanceantes diseños hermanos antes de la última frase rematada, tras un último Do, en piano.
 
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La segunda parte comenzó con el ‘L’ amour.. Ah, lève-toi, soleil’ del Romeo y Julieta de Gounod, cantado con especial delectación y con la suficiente ensoñación que el aria requiere. Largos Si agudos, y bien resuelta la espinosa ascensión final. La parte francesa acabó con el aria ‘Au mont Ida’ de la Belle Helène de Offenbach donde un Flórez más suelto se divirtió e hizo divertir al público con intenciones en palabras clave, y la frescura de la música fue magníficamente expuesta jugando el cantante con el tempo de forma extraordinaria variándolo a placer. 
 
Aprovechando seguramente para relanzar su último disco grabado, Flórez dedicó el tramo final del recital a la zarzuela, demostrando gracia, sabor y muy buen saber ornamentar y ‘aflamencar’ en ‘Al mismo rey moro’ de La alegría del batallón de José Serrano; y un estupendo ‘decir’ en ‘Paxarin tu que vuelas’ de La pícara molinera de Pablo Luna que tantos recuerdos trae de Don Alfredo Kraus. Magnifica el ‘Bella enamorada’ de El último romántico de Soutullo y Vert sabiendo diferenciar los dos temas del aria y alargando puntos clave de forma muy bella. Estupendo Do agudo final. 
 
El recital acabó con un ‘Granada’ de Agustin Lara cantado con ricas diferencias y estimulantes inflexiones, al que siguió su acostumbrada sección de bises acompañado a la guitarra y un sorprendente -por ser fuera de su repertorio y tipología vocal- Nessun Dorma’ muy bien cantado, mostrando ese mayor timbre en centro y graves. 
 
El tenor peruano vino acompañado de la directora Ana María Patiño Osorio, que hizo muy buena labor, y de la ilusionante y disciplinadísima Orquesta Juvenil Sinfonía por el Perú, un maravilloso proyecto impulsado por Flórez en su país, donde más de veinte centros a lo largo de toda la región, con 6500 niños y jóvenes, participan provenientes de zonas deprimidas. “Es un movimiento social que usa la música como herramienta de transformación”, dice el tenor. Y yo diría que son -también en cierta manera como el propio Flórez- algo así como flores de loto, símbolo de resiliencia y crecimiento humano; flores que crecen, desde el fango. Ojalá que a todos estos jóvenes les lluevan los contratos y puedan continuar viendo el futuro con ilusión, todos, como sociedad, somos responsables de ello.

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