Una bohème como homenaje
Barcelona, 16 de octubre de 2024. Teatre de la Faràndula de Sabadell. Puccini: La bohème. Berna Perles (Mimì), Kenneth Tarver (Rodolfo), Sabrina Gárdez (Musetta), Milan Perisic (Marcello), Arturo Espinosa (Colline), Quim Cornet (Schaunard), Juan Carlos Esteve (Benoît), Carlos Lezcano (anunciante de Parpignol), Fabián Reynolds (sargento), Lluís Vergés (aduanero), Jaume Sangrà (Momus). Orquestra Simfònica del Vallès y Cor Amics de l'Òpera de Sabadell. Daniel Gil de Tejada, dirección musical. Pau Monterde (dirección escénica)
"Mi habitación es muy, muy fría y necesitaría un poco de fuego. No tengo dinero (...) me haría falta algo para comprarme una de esas estufas de carbón no muy caras..." (Giacomo Puccini). No me ha hecho falta un gran esfuerzo de documentación para usar esta cita. La refiere Pau Monterde (responsable escénico de La bohème que nos ocupa) en el comentario que firma en el programa del espectáculo. Y en esas se encontraba Puccini cuando le vino a mano "Scènes de la vie bohème", de Henri Murger. Trataba ambientes muy familiares para Puccini, artista abrumado por las estrecheces como los protagonistas masculinos de la obra (las protagonistas no se dedican al arte pero están abrumadas por lo mismo). Y que esto (la miseria del pueblo como tema central) no fuera para nada corriente en los códigos operísticos hace de La bohème no sólo el prototipo de ópera popular sino también una obra singular e importante.
Dice Monterde que habla sobre "la utopía y los ideales de la juventud y de como estos ideales chocan con la realidad de la vida". Y así es. Su producción traza un paralelo entre el período de los hechos y el año de gracia de 1968, rebosante de acontecimientos entre los cuales resultaron icónicos los sucedidos en mayo en París. Es una narrativa muy natural (y no nueva) como marco visual. Había además una voluntad de reducir el espacio escénico buscando intimidad. La bohème es una obra que se deja manipular poco, aunque tal vez se echó un poco en falta una mayor expresividad de los diálogos entre los bohemios (en la escena del casero, por ejemplo), hecho que se refiere tanto la dirección de actores como a los actores mismos.
La dirección de Daniel Gil de Tejada fue buena, como siempre, y el rendimiento de la orquesta óptimo aunque no tan convincente como en la reciente Turandot que yo mismo comenté en esta revista. En el haber de la orquesta y su director está una ejecución realmente preciosa de "Si, mi chiamano Mimì" con momentos de magia ("di primavere") y la brillante escena coral del segundo cuadro. Hubo muchos otros momentos buenos pero también cierta rigidez en los diálogos (el inicial entre Rodolfo y Marcello, por ejemplo) y alguna oportunidad de lucimiento no del todo aprovechada en el último cuadro.
Encabezaba el reparto Berna Perles. Es una cantante musicalmente consistente y escénicamente convincente. La zona central de su voz, sin embargo, daba a veces la sensación de luchar contra la orquesta. Esa lucha (ironías del destino) le perjudicó ocasionalmente en la zona alta ("il profumo d'un fiore", en el monólogo del primer cuadro). Elló no le impidió componer un personaje verosímil.
Kenneth Tarver ha dedicado su carrera a repertorios muy diferentes a Puccini. En su discografía destacan Mozart, Rossini y Berlioz. Abordaba en este caso un papel prototípico del tenor melodramático. Se podía suponer que sería demasiado ligero para la parte pero la verdad es que la voz de Tarver es muy sonora en todo el registro. Empezó un tanto frío desde el punto de vista expresivo, concentrado en los riesgos musicales de la partitura, que en el primer cuadro no son pocos. Fue creciendo y tuvo sus mejores momentos en el tercer cuadro, donde fraseó más (como la partitura demanda) y lució timbre. Tal vez el acomodo a un repertorio nuevo explique ciertos agudos un tanto dudosos, pero es evidente que la voz de Tarver tiene un cuerpo de tenor lírico más que suficiente.
La Musetta de Sabrina Gárdez fue brillante en el segundo cuadro (que es donde se tiene que lucir) tanto desde el punto de vista vocal como a nivel actoral. Convenció en el tercer cuadro y tal vez se le podía haber pedido mayor intensidad dramática en el último cuadro ("Madonna benedetta"), pero la imagen de conjunto fue notable. Milan Perisic ofreció un Marcello bastante tímido, siendo este un personaje más bien sanguíneo y pasional. La voz es bella en el centro y lo puede ser en el agudo, como el propio Perisic se encargó de demostrar en el duo del tercer cuadro ("e una bocca procace"), pero no siempre su Marcello tuvo la extroversión que pide el personaje.
Arturo Espinosa es un Colline de corte lírico. Ello tiene sus desventajas (menor cuerpo en la famosa "Vecchia zimarra") y la ventaja que da la ligereza en los diálogos picados, constantes en este personaje como también en el de Schaunard, en que Quim Cornet fue correcto en el canto y natural en la actuación. En el doblete cómico Benoît/Alcindoro (frecuentemente interpretado por el mismo cantante) Juan Carlos Esteve estuvo brillante en el papel del casero y eficaz en el de Alcindoro. Completaron el reparto óptimamente Carlos Lezcano (anunciante de Parpignol), Fabián Reynolds (sargento) y Lluís Vergés (aduanero).
Con esta Bohème Fundació Òpera a Catalunya continua el homenaje a Puccini en el centenario de su muerte que ya inició con la Turandot de la temporada pasada. Tosca será el próximo plato el 29 de noviembre.
Fotos: © Toni Bofill