Cervantes y las rosas del sur

Viena  24/01/25. Theater and der Wien. Johann Strauss, hijo: Das Spitzentuch der Königin. Diana Haller (Rey de Portugal). Elisa Huber (Reina de Portugal). Maximilian Mayer (Cervantes). István Horváth (Don Sancho). Beate Ritter (Doña Irene). Regina Schörg (Marquesa de Villareal). Michael Laurenz (Conde de Villalobos). Alexander Strömer (Marqués de la Mancha y Villarreal). Ilyà Dovnar (Maestro de baile). Carl Kachouh (Ministro de la policia). Daniel Llano Cano (Ministro de Justicia). David Neumann (Ministro de Finanzas). Arnold Schoenberg Chor. Dir. Coro.: E. Ortner. Wiener KammerOrchester. Christian Thausing, dirección de escena. Martynas Stakionis, dirección musical.

¿Una opereta de Johann Strauss hijo, con Cervantes como protagonista en la corte del Rey de Portugal?  Esta es la original propuesta de la nueva producción del Theater an der Wien, que además supone la primera nueva producción de una opereta de Johann Strauss en el año de la celebración de su 200 aniversario de su nacimiento.

La ciudad de Viena, donde la música nunca falta, ni la ópera, ni las operetas y los valses, se vuelca este 2025 con un programa general dedicado al compositor del Danubio Azul.  Este estreno temprano en el inicio del año ha ofrecido una opereta poco programada que se estrenó en el mismo Theater an der Wien en 1880.

El Rey del Vals compuso su famoso Vals de las rosas del sur con temas de esta opereta que combina una trama cómica, crítica con la política del momento y guiños sarcásticos hacia los Habsburgo. Con Cervantes como protagonista, trasunto de típico pícaro español, el escritor del Quijote aparece aquí como consejero del Rey de Portugal e instigador de una trama donde los engaños, equívocos y líos amorosos confunden a sus protagonistas haciendo las delicias de los espectadores.

Es muy curioso el libreto con personajes como Don Sancho, aquí preceptor del Rey, pero evidentemente espejo del Sancho del Quijote, aquí en tándem con un Cervantes personificado en una especie de Figaro mozartiano por el que trama siempre acaba pasando.

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La producción, firmada en su regie por Christian Thausing, tiene en su escenografía un gran carrusel de colores vivos y muy atractivo visualmente, como único escenario. Una metáfora evidente del enrevesado argumento que funciona muy bien, da luz y color y resulta práctico, juguetón y a pesar de su omnipresencia no cansa.

El trabajo de dirección actoral es fluido y combina bien el numeroso texto hablado, con los números solistas, dúos, tríos y concertantes así como los finales de acto. Un trabajo efectivo, que no efectista que da a la narración del libreto la claridad suficiente para seguir la trama y hacer justicia a una partitura de viveza straussiana, con los valses y sus ritmos como corazón de las melodías.

Johann Strauss sabía que tenía una melodía arrebatadora con el tema central que luego convirtió en Vals de las 'Rosas del sur'. Una melodía que la canta el personaje de Cervantes, que se usa en un hermoso trío y que también aparece en un elegante concertante convirtiéndose en una especie de leitmotiv musical para disfrute del espectador.

La dirección musical de Martynas Stakonis fue vivaz, colorista y muy cuidadosa con las voces para no tapar a los protagonistas. La Wiener KammerOrchester sonó brillante y briosa, para una partitura que más allá de la hermosura en los valses, otorga a sus protagonistas arias que si bien no han pasado a la historia por su inspiración, dan a la opereta la atmósfera idónea para un libreto alocado y mordaz si se actualiza bien con guiños a la política actual. Las risas de los espectadores en este sentido refrendaron el acierto de la adaptación al siglo XXI. Conciso, empastado y muy flexible el siempre impecable Arnold Schönberg Chor.

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Entre el compacto equipo de cantantes destacó la voz melosa de la mezzo Diana Haller como Rey de Portugal. La cantante croata demostró un canto estiloso, con una tesitura atractiva y color homogéneo además de un acting adecuado y cómico. El Cervantes del tenor alemán Maximilian Mayer tuvo las prestaciones de un cantante muy ligero, con un timbre claro y una proyección mejorable, que sin embargo demostró un hábil control del personaje pese a la exigencia de la particella que asumió con eficacia. Excelente actor, combinó su bis cómica con gracilidad y buena articulación en los textos hablados.

La Reina de la soprano Elisa Huber mostró un estilo teatral y un instrumento de lírica bien asentado en contraste con la pizpireta Doña Irene de Beate Ritter de gran facilidad en el tercio agudo, corrección en la emisión y radiante color. El tenor de carácter del Duque Villalobos de Michael Laurenz fue muy aplaudido por el público. Por su hábil uso de los tics cómicos, una voz bien emitida y colocada además de asumir con empatía el villano con toques ridículos de político patán.

El Sancho del tenor húngaro István Horváth, lució un timbre incisivo que combinó con un fraseo fluido y una actuación bufa de innegable atrctivo. Profesionalidad y corrección sin altibajos en el resto de personajes para una opereta curiosa, de espíritu vienés idónea para empezar celebrando el 200 aniversario del Rey del Vals en el mismo teatro donde estrenó muchas de sus irresistibles operetas.

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Fotos: © Werner Kmetitsch