Jose Ramon Encinar 

Una oportunidad perdida

24/04/2017. Teatro Principal, de Vitoria-Gasteiz. Vicente Goikoetxea: cuatro obras sacras. Francisco Escudero: cuatro escenas de Gernika. Gasteizko Abesbatza. Sociedad Coral de Bilbao. Orquesta Sinfónica de Euskadi. Dirección musical: José Ramón Encinar. 

El planteamiento del concierto de abono de la Orquesta Sinfónica de Euskadi en la sede de Vitoria ha sido cuando menos sorprendente. Mientras en el resto de las capitales habituales de la orquesta  la primera parte la ocupaba la Suite de El pájaro de fuero en la versión de 1919, de Igor Stravinsky en el caso de la capital alavesa la ocupaban cuatro breves obras sacras de Vicente Goikoetxea, a saber, Christus factus est, Tantum ergo, Beata viscera y Edoctus autem. Vicente Goikoetxea es un compositor natural de la capital alavesa y al que se quería homenajear con este concierto con motivo del centenario de su fallecimiento aunque este se produjo en 2016, lo que parece indicar que tal homenaje ha sido incorrectamente planificado al llegar cuatro meses tarde.

Para ahondar en la idea de que se ha perdido una oportunidad pueden hacerse varias preguntas a las que soy incapaz de responder. Ya que se quería homenajear a un compositor vasco, ¿no hubiera sido más lógico llevar las obras de Vicente Goikoetxea por las cuatro capitales del circuito habitual? Lo mismo se ha hecho con otros compositores vascos con absoluta naturalidad y, sin embargo, en este caso solo se ha programado a Goikoetxea en Vitoria. ¿No es acaso la música o la figura de este compositor “digna” de ocupar los atriles en Bilbao, Donostia y Pamplona? 

Las cuatro obras sacras fueron arregladas para ser interpretadas con orquesta en este concierto por Sabin Salaberri; por ello cabe preguntarse si no hay obras orquestales del compositor que puedan ocupar de forma más lógica los atriles de un concierto de abono de la OSE. 

Si a esto añadimos que la parte coral, fundamental, la abordan una sesentena de coralistas de cuatro formaciones vitorianas distintas, siendo estas el Coro Araba, Suessatio Taldea, Coro Samaniego y Coro de la Escuela Municipal de Música, reunidas ad hoc para el concierto bajo el nombre Gasteizko Abesbatza (Coro de Vitoria) las consecuencias pueden terminar siendo las que padecimos en el concierto: falta de empaste, problemas de afinación, desequilibrio entre las cuerdas y, en consecuencia, una sensación agridulce al final de los breves veinte minutos de las cuatro obras sacras elegidas. El bis (Karmengo amari / A la Virgen del Carmen) fue casi impuesto por un director, que pareció no sentirse cómodo en ningún momento. 

Teniendo en cuenta que la segunda parte del concierto la ocupaba una amplia selección de la ópera Gernika, de Francisco Escudero, el desasosiego de un servidor aumenta. ¿Cabe mayor falta de coherencia en el planteamiento del concierto? Ni por temática, ni por estética es entendible la propuesta. Además, para esta segunda parte se recurrió a una nueva masa coral, la Sociedad Coral de Bilbao, lo que no habla precisamente bien de la buena gestión de los recursos humanos aunque quizás sí que explica el hecho de que la parte de Goikoetxea solo se planteara en la capital alavesa.

De Gernika se ofrecieron cuatro escenas que ocupaban casi una hora y uno se sigue haciendo preguntas: ¿no hubiera sido más conveniente ofrecer en solitario la obra completa, más teniendo en cuenta el 80º aniversario del bombardeo de la villa vizcaína? Después de la grabación que los mismos director, coro y orquesta hicieron en 2008 estábamos por eso de la fecha redonda del aniversario del bombardeo de la simbólica villa foral ante una oportunidad única de volver a escuchar esta obra tan ambiciosa. 

Francisco Escudero plantea en su ópera un juego entre épocas y símbolos. En los actos I, II y IV Gernika es una joven con ciertos poderes de adivinación que vive con un gran reconocimiento de sus convecinos en un País Vasco idílico y atemporal. Sin embargo, en el acto III Gernika es la villa foral en los momentos previos al bombardeo que la Legión Condor alemana nazi perpetró el 26 de abril de 1937. Esta escena del bombardeo es, sin duda, la más espectacular de la obra, exigiendo un despliegue de percusión como pocas veces he visto. Por cierto, la versión de esta escena ofrecida fue sustancialmente diferente a la dada en los conciertos y en la grabación discográfica realizados en 2008.

Al menos en esta parte pudimos disfrutar de una interpretación creíble y sentida de la soprano Carmen Solís, la mejor voz de la noche con diferencia, carnosa y de volumen notable, consiguiendo además una más que correcta pronunciación del euskera. 

El resto de voces, masculinas todas ellas, cumplieron con holgura su cometido, siendo el barítono Federico Gallar un pérfido Podio, militar “del Norte” –en apelación al reino castellano- que será el autor de la muerte de la joven Gernika al ser despreciado en sus intenciones amatorias. El bajo-barítono Fernando Latorre cantó con autoridad al Aitona (un anciano) de la villa vasca y Miguel Ángel Arias fue un excesivo rey del Norte de voz profunda y grave aunque con alguna afinación dudosa. El tenor Gustavo Peña que interpretaba a Gogor, el enamorado autóctono de Gernika, tiene un centro bello pero en la parte aguda mostró problemas evidentes que comprometieron su interpretación con un sonoro gallo en su primera intervención. 

El grupo coral, que casi actúa más que canta estuvo a la altura y José Ramón Encinar se volcó en una partitura que reivindicó al final del concierto, levantándola ante un público vitoriano que, como es habitual e irritante se mostró frío como un témpano.