Concierto de ABAO 2017 Foto Julian 147

Un concierto de homenaje

Palacio Euskalduna. Concierto de ABAO-OLBE. Leo Nucci (barítono), Daniela Barcellona (mezzosoprano) y James Vaughan (pianista). Obras de G. Rossini, G. Verdi, G. Donizetti, A. Thomas, F. Cilea y U. Giordano.

La ABAO va tratando de establecer como fija la costumbre de realizar un concierto dentro de la temporada de ópera, siquiera como forma de paliar la oferta de títulos reducidos hasta cinco en los últimos años. Como no puede ser de otra forma dentro de una temporada de ópera italiana el concierto también se mueve por los mismos parámetros y así, lo que se presenta como “Un viaje a través de la ópera del siglo XIX” bien podría concretarse en “Un viaje a través de la ópera italiana del siglo XIX” pues excepto la página de Ambrosie Thomas, todo lo demás fue lo de siempre. Este año el concierto adquirió forma de homenaje a presentar al barítono Leo Nucci, ya al inevitable final de su carrera. Cualquier duda se disipó nada más aparecer el cantante, que fue recibido por unos aficionados enfervorizados con suma pasión. 

Leo Nucci nació en Bolonia en 1942; debutó en los escenarios con el Figaro rossiniano en 1967 y en la ópera de Bilbao con el Belcore donizzettiano en 1977. Es decir, todas ellas fechas ya pretéritas que nos dictan una carrera longeva y rica en éxitos. Lo que hoy pueda ofrecer en un concierto acompañado de piano ya es sabido: una voz tremolante hasta calentar, muy evidente en su aria de presentación, el Largo al factotum rossiniano, problemas de fiato en momentos y, así mismo, un agudo solvente –eso sí, siempre en forte- como enseñó en su Eri tu verdiano. 

Aquí y allá se escucharon portamentos interminables, indecisiones y un tremolo evidente, pero también se vivió una colección de personajes bien creados y una teatralidad que dio vida a un espectáculo de planteamiento estático. En conclusión, que siendo Leo Nucci septuagenario solo puede reconocérsele la habilidad para poder seguir en activo con un mínimo de dignidad vocal y con una capacidad envidiable de arrastre entre un público entregado. A ello coadyuva la simpatía que Nucci –y también la mezzosoprano- demostró en todo momento, mostrándose cercano y comunicativo con el público.

En el caso de Daniela Barcellona las cosas son distintas; aun dispuesta a dar buenos momentos de lírica, repartió sus prestaciones ofreciendo dos fotografías radicalmente distintas: en la primera parte, la que podríamos denominar de “blanco y negro”, se basó en Rossini, con acertadas páginas de la Isabella y Tancredi, además de la página final de La favorita. Sin embargo, en la segunda parte Barcellona dio paso a la imagen en color, con las cosas que canta porque –como ella misma dice- quiere cantar, es decir, Mignon y la princesa Bouillon, siendo la página de este personaje Acerba voluttá, realmente extraordinaria, quizás el momento más brillante de la noche. 

Cada cantante ofreció dos bises en solitario culminando Nucci la noche con -¡cómo no!- el Rigoletto mientras la mezzo caminó por vías más inexploradas. Ella ya aceptó ante el público que era muy difícil cantar tras los aullidos de aprobación tras el Cortiggiani! Excelente el acompañamiento de James Vaugham, totalmente entregado a los solistas y dispuesto a colaborar de forma efectiva con ellos. Fue calurosamente agradecido por ambos. 

El Palacio Euskalduna presentaba una entrada que apenas superaba el 50% de su capacidad en platea, siendo muy difícil ver el resto de las gradas, lo que indica las limitaciones de este formato entre los aficionados a la ópera en Bilbao y los alrededores, siempre que no hablemos de la presencia de esas escasas primerísimas figuras mediáticas del canto. La eterna discusión sobre la verdadera afición a la ópera en la capital vizcaína.