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Acabar como al principio

Madrid. 12/05/17. Teatro Monumental. Obras de Beethoven y Puccini. Leonardo Caimi (Roberto). Carmen Solís (Anna). Vladimir Chernov (Guglielmo). Orquesta y coro de RTVE. Miguel Ángel Gómez Martínez, dirección musical.

Alcanza el final de su temporada la Orquesta y Coro de RTVE del mismo modo que la abrió, demostrando una nueva manera de concebir su programación, centrada en lo lírico-vocal y focalizando sobre los nombres o el repertorio más conocido de la clásica. Tiene la medida cogida a los cantantes el nuevo titular de la ORTVE, Miguel Ángel Gómez Martínez, ya lo teníamos comprobado en Madrid con sus visitas al foso del Teatro de la Zarzuela, y por ser una de sus bazas, en una jugada inteligente en cierto modo, ha volcado sobre ella la temporada que ahora ha cerrado la formación.
     Es una de sus bazas porque es una batuta que canta, canta mucho con los cantantes, en ocasiones como pocas parecen saber hacer. Así lo demostró en la primeriza ópera de Puccini, Le Villi, en la que su aliento, su brazada lírica no desfalleció en ningún momento, logrando una vertebración creíble a pesar del libreto y estructura escogidas por Puccini, con atención a los primorosos detalles puccinianos y a los cantantes reunidos, a pesar de cierta tendencia cada vez más notable hacia el forte, hacia el estruendo, también detectable en la liberación total del Coro de RTVE, sublime no obstante en su feliz participación, una vez más. Y es que si alguien ha ganado en esta temporada, si alguien ha recobrado su fuerza y recuperado su lugar, ese parece haber sido el Coro de RTVE, beneficiado por la visión de Gómez Martínez y la intendente de la casa, Mikaela Vergara.

En cuanto a las voces protagonistas, fue una lástima (sobre el papel) la cancelación a última hora del tenor Marcello Giordani, a quien sustituyó un predispuesto Leonardo Caimi como Roberto, de buenas intenciones, salvó el papel, si bien su intervención resultó no del todo suficiente en el hacer, tal y como le ocurrió a Carmen Solís, en una expresión plana y devorada en ocasiones por la orquesta. Llamaba la atención la participación del barítono Vladimir Chernov, que de abrir noches del Met y grabar Rigolettos junto a Pavarotti ha de cantar aquí el narrador de Le Villi. No es en absoluto desmerecer al Monumental y a la ORTVE, ni mucho menos, pero es recalcable con este ejemplo la dureza de la carrera de cualquier artista. Y quien me quiera entender, me entiende. Los medios de Chernov ya no son los que eran, que tampoco fueron los mejores, pero se hacen palpables las formas de hombre de ópera que es. Habrá que escucharle con Tchaikovsky y Verdi en la Gala lírica que ha preparado junto a Violeta Urmana la ORTVE.

Junto a la ópera pucciniana se ofreció una lectura de la Primera sinfonía de Beethoven convincente. Desabrigada en su comienzo, medida y tersa en el Andante, de tintes haydianos; hacia lo heroico, estruendo heroico el Minueto, que no es sino el genuino scherzo beethoviano que vendría después. Y equilibrada, cantabile, sugestiva en su Finale.

Queda ahora por ver qué es capaz de ofrecer la ORTVE para la próxima temporada, escuchado lo que se ha escuchado en esta. Si puede recuperar su vertiente sinfónica si no quiere perder su verdadera vertebración y terminar en formas y visiones laxas, además de resultar verdaderamente atractiva y estimulante para todos aquellos que ya tienen muy escuchado el abc de la música. Ya se ha ofrecido el contraste, la ruptura con la dirección anterior, ahora falta encontrar un punto medio que convenza a quienes les gusta la música pero no van al Monumental.