JamesJudd 

La importancia de la emoción

Donostia, 23/08/2017. Palacio Kursaal. Obras de Chun-Wai Wong, Dimitri Shostakovich y Gustav Mahler, con Vadim Repin (violín) y la Asian Youth Orchestra. Dirección musical: James Judd.

Una vez más la figura de Gustav Mahler dominaba un programa de la Quincena Musical donostiarra. En este caso se añadía el aliciente de poder escuchar la Titán en la versión de la Asian Youth Orchestra, la Orquesta Juvenil de Asia, en su primera visita a este Festival. A las orquestas juveniles hay que presuponerles una ilusión enorme por ofrecer su arte que supla la inevitable falta de experiencia; podemos decir tras la escucha del interesante programa que, en términos generales, esta orquesta respondió a tal premisa dentro, eso sí, de un nivel general de excelencia digno de envidia.

La Quincena lleva bastantes años mimando la figura de Mahler y esta edición no podía ser menos. La Sinfonía nº 1 en re mayor fue interpretada de forma notable aunque un servidor echara en falta un punto más de emoción que traspasara el buen hacer técnico de los jóvenes. Aun así cabe subrayar que, especialmente en el cuarto movimiento, la Orquesta logró conmovernos a pesar de cierta blandura en los tutti. Buen nivel de los metales, percusión y la cuerda grave, mate el resto de la cuerda y estridente el viento provocando cierto desequilibrio entre los planos de la orquesta. La batuta de James Judd buscó acentuar con gesto llamativo distintos pasajes orquestales y mimo a los jóvenes músicos aunque la apuntada falta de emoción también quepa añadir a su labor.

En la primera parte el protagonista fue el otro gran sinfonista del siglo XX: Dimitri Shostakovich, en este caso  a través de su Concierto para violín y Orquesta nº 1 en la menor, op. 77, concierto de profundos contrastes que caminan entre la desolación del Nocturno inicial –demasiado tibio en manos de director y solista, el reconocido ruso Vadim Repin-, el humor del Scherzo siguiente o el ritmo alocado del Allegro final. Si la falta de emoción fue una característica de la sinfonía mahleriana lo mismo puede decirse de la interpretación de Repin. Ningún pero técnico pero cierta sensación de lectura superficial acompañó a su interpretación hasta el final del mismo, donde el alarde técnico fue impresionante. De forma acertada el violinista no ofreció propina alguna.

El concierto se abrió con una breve obra del compositor chino Chun-Wai Wong (1988), As the Heart Soars, una obra de carácter descriptivo y casi fílmico que no asustó al conservador público del festival veraniego.

La recepción del público –parte significativa del cual estaba asolado por un virus curioso porque solo ataca durante las dos horas que dura un concierto y que seprovocar toses compulsivas y, en algún caso, percusionísticas- fue de agrado sin exceso de entusiasmo. En cualquier caso no cabe duda que la remesa de músicos que forma esta orquesta tiene altísimo nivel y una disciplina enorme.