SaraBlanch LaPedrera 

Afinidades electivas

Barcelona. 17/09/2017. La Pedrera. Sara Blanch, soprano. Josep Buforn, piano.

Sin prisa pero sin pausa, la soprano Sara Blanch está construyendo una sólida carrera cimentada en una bella voz de soprano - por ahora – lírico-ligera, unas facultades considerables que le permiten abarcar un amplio registro y la presencia escénica de los elegidos. Ya ha debutado en teatros importantes como el Gran Teatre del Liceu, La Maestranza o el Teatro Real y, ahora, ha iniciado su Residencia Musical en La pedrera de Barcelona, en la que ofrecerá, durante esta temporada, tres recitales de repertorio y características diferentes, que culminará con un concierto con el conjunto Vespres d'Arnadí que dirige el talentoso Daniel Espasa.

El primero de estos recitales se ha centrado exclusivamente en el Belcanto y estaba estructurado en tres bloques, el primero dedicado a Bellini para seguir con Donizetti y Rossini. Sin duda, la influencia de la gran Mariella Devia le ha proporcionado a la soprano catalana una identificación y una seguridad en este repertorio que se puso de manifiesto en algunos momentos del primer recital, que evidenció las indudables cualidades de la cantante así como los aspectos que debe seguir trabajando.

Cada uno de los bloques tenía la misma estructura: tres canciones rematadas por una o dos escenas operísticas del mismo compositor. Y lo que quedó patente es que Blanch tiene una personalidad canora que se identifica más con piezas que le permiten desarrollar una importante vena dramática. Así, si en piezas como Vaga luna, que requieren de una cierta ensoñación y línea de canto inmaculada, mostró menos mordiente y cierta falta de madurez, lógica a estas alturas de su carrera, en la escena de Elvira, de I puritani, Sara Blanch demostró un talento excepcional.

La voz, a pesar de ser ahora de ligera, tiene cuerpo y tintes oscuros que hacen prever un desarrollo vocal que le permitirá desembocar en repertorios más dramáticos. El recitativo de I puritani, extraordinariamente secundado por Josep Buforn al piano, fue de una intensidad y un patetismo poco habitual, para culminar con un andante y cabaletta perfectamente fraseados y ejecutados. Uno de los puntos álgidos de la velada y la prueba de que estamos ante una intérprete con cosas que decir.

Además se trata de una cantante con una capacidad teatral poco usual, que lució también en canciones de componente cómico con Me voglio fa’ na casa o La Conocchia de Donizetti, interpretadas con gracia y estilo. En este segundo bloque interpretó con corrección las arias de Adina de L'elisir d'amore y de Linda de Chamounix, pero donde se mostró pletórica fue en el bloque rossiniano, empezando por tres versiones de Mi lagneró tancendo. En especial, la titulada como Il risentimento, fue expuesta con una sincera emotividad y una línea excepcionales.

Para rematar el recital, y tras la escena de Maometto Secondo, ofreció una de sus especialidades, que ya le habíamos podido escuchar anteriormente: el aria de L'occasione fa il ladro, que fue un derroche de facultades y capacidad técnica y teatral. Colofón de un recital que confirma a Sara Blanch como una cantante a seguir con máxima atención.

No quisiera acabar este comentario sin destacar la labor de Josep Buforn, que dio una lección de cómo se debe acompañar a un cantante, respirando con él y ayudando a la fluidez del canto, pero sin olvidar la belleza en el sonido del piano y fraseando con elegancia y nitidísima pulsación. Se trata, sin duda, de uno de los mejores acompañantes del país y su contribución fue indispensable en los resultados artísticos del recital, más aún teniendo en cuenta la sequedad de una sala que no ayuda precisamente al cantante. La propina que regalaron Blanch y Buforn. El Canto negro, de Montsalvatge fue la prueba definitiva de la compenetración y  versatilidad de ambos intérpretes.