Perianes

Color, alma, ritmo

Zaragoza. 28/11/2017. Auditorio de Zaragoza. Obras de Falla, Albéniz y Debussy. Javier Perianes, piano.

La coherencia de un artista a menudo puede medirse por la consistencia de los programas que presenta. Caso ejemplar a este respecto el del pianista onubense Javier Perianes (Nerva, 1978) en este recital, maridando las melodías españolas de Falla y Albéniz con el universo impresionista de Debussy. El color, el alma y el ritmo como hilos conductores del programa, paseando Perianes sus manos por un repertorio de notable exigencia técnica y expresiva.

En un equilibrio perfecto entre ambas orillas, comenzando de hecho con el Homenaje de Falla a Le tombeau de Debussy, Perianes supo dar voz a la fatalidad y a la rasmia, proyectar tanto el alma y como el caleidoscopio. No en vano el programa se cerraba, tras los 6 Preludios del Libro I de Debussy, con la gran y compleja Fantasía Bética de Manuel de Falla, un encargo del mismísmo Artur Rubinstein. Un programa en espejo, casi en espejismo, lleno de ecos y vaporosos guiños, un atinado homenaje en cierto modo al encuentro musical entre Francia y España a caballo entre los siglos XIX y XX.

Con un aire sumamente cantabile, lo cierto es que la música española suena en manos de Perianes tan alta y digna como natural, intuitiva y obvia. Y es que hay en el arte de Perianes una amalgama bien fraguada de control e intensidad; sabe dejarse ir, arriesga pero no enloquece. Prueba de ello fue una recreacion memorable de El Albaicín de Albéniz. Escuchamos ahí el alma melancólica, un ritmo cuajado de ecos, reminiscencias y evocaciones. De nuevo un juego de espejos, un ir y venir de impresiones e influjos. Un aire hispano evocado y vaporoso, el mismo que atravesaba las piezas previas de Debussy.

El perfecto equilibrio entre la música de Falla y los acentos de Debussy quedó patente después en una recreación intachable de los 6 Preludios (Libro I) del compositor francés. Contención, poesía, un fraseo irisado y hondo, con pizcas de frescura y aire aquí y allá. La madurez de un pianista en evidencia. Entre las propinas, un Chopin a flor de piel, irresistible al llanto.