Theorin LIFE 2017

Isolde canta Sibelius

Barcelona. 30/10/2017, 20:00 horas. Paraninfo de la Universidad de Barcelona. Cierre de la V edición del Festival LIFE Victoria 2017. Recital a beneficio de la Fundación Victoria de los Ángeles. Wesendonck Lieder de R. Wagner, Lieder de H. Wolf y J. Sibelius. Irene Theorin, soprano. Magnus Svensson, piano.

Hay que felicitar a los organizadores por el éxito de esta liederabend final que cerró la V edición del Festival LIFE Victoria, un cierre espectacular para una gran Festival que ha devuelto el amor por el lied a Barcelona, y además lo ha afianzado con una apuesta que reúne jóvenes intérpretes con figuras ya consagradas en el mundo liederístico. 

Forma parte de la leyenda wagneriana la anécdota que cuenta el escritor Louis de Fourcaud en una biografía de Wagner, donde citando a Mathilde Wesendonck, esposa y autora de los poemas que Wagner puso en música en piano, escribe: “Wagner me relegó de prisa. Apenas me reconoció cuando fui a Bayreuth. Y, sin embargo, yo soy Isolda”. Es cierto que Wagner se enamoró de la esposa del banquero, Otto Wesendonk, que lo acogió en su casa de Zurich, le hizo de mecenas y protegió. También es cierto en esa biografía que es una ópera en si misma, que Wagner concibió y escribió parte del Tristan und Isolde en el periodo en que vivió en la casa de su acaudalado y cornudo mecenas, y que enamorado de Mathilde, puso música sobre cinco de sus poemas, componiendo los Wesendonck Lieder. Alguno de ellos fueron incluso estudios de su nueva ópera sobre el amor de Tristan und Isolde, en concreto, Im Treibhaus - Studie zu Tristan und Isolde (En el invernadero), compuesta en mayo de 1858 y Träume - Studie zu Tristan und Isolde (Sueños), compuesta en diciembre de 1857. 

Si Mathilde Wesendonck era Isolde, qué decir de la soprano sueca Irene Théorin, actual intérprete de Isolde en el Gran Teatre del Liceu, ópera en cartel hasta el viernes 15 de diciembre. Tenerla a ella cantando los Wesendonck Lieder fue un regalo en si mismo para este recital de clausura. La soprano sueca, heredera de la gran saga de sopranos escandinavas wagnerianas en la estela de Birgit Nilsson o Kirsten Flagstad, y a la par que su compatriota y contemporánea, Nina Stemme, reina en el repertorio wagneriano de la actual escena lírica internacional. 

Con una sala llena en un marco majestuoso, el Paraninfo de la Universidad de Barcelona (actual sede de la Fundación Victoria de los Ángeles y primer recital que se celebraba aquí el LIFE Victoria), estéticamente iluminado, se presentó Théorin junto al pianista sueco Magnus Svensson. 

El inicio del recital fueron los hermosos Wesendonck Lieder de Wagner, en su versión original de piano, hay que recordar que la versión orquestal fue un arreglo del director Felix Mottl. Por si quedaba alguna duda, la voz de Theorin, como gran intérprete de Isolde que es, fue un bálsamo lírico para degustar estos cinco lieder donde Wagner condensó con voluptuosa sofisticación, su amor por Mathilde Wesendonck. Serena en Der Engel, con una proyección soberana, buen control de los reguladores y una dicción meridiana, Theorin escanció su arte vocal, eminentemente operístico, durante los poco más de veinticinco minutos del ciclo. Dominó los colores de su registro, graves aterciopelados, centro pulposo y agudo potente, con una insolencia lírica propia de un teatro de ópera más que de una recital de lied. Así en Stehe still, pareció aparecer la ira de la Isolda del primer acto, con sus implicaciones a detener el tiempo, pero también la enamorada delicada y esperanzada, con un proverbial uso del fiato. Brindó hermosos piani, filados con el instrumento de una verdadera Valquíria, con el mérito técnico que esto significa, en Im Treibhaus, donde el piano de Svensson acertó en encontrar los cromatismo propios del carácter nocturno y ensoñador del Tristan. Hubo una gran compenetración y simbiosis musical entre Theorin y Svensson en Schmerzen, que se rubricó con un evanescente Träume final. 

Fue una apuesta arriesgada y en parte sorpresiva, teniendo en cuenta lo poco que frecuenta Theorin este repertorio, continuar con los cuatro Mignon de los Goethe Lieder de Hugo Wolf. Original si se entiende el universo sonoro y liederístico de Wolf en una órbita estilística que no es la de Irene Theorin. La soprano sueca los abordó con su generosa vocalidad, en una línea más afín a la seguida con los previos Wesedonck, si bien allí, por estilo y génesis, más adecuadamente, aquí con una proteína vocal algo desbocada. No se trató de cantarlos mal, por supuesto, simplemente fue otra visión, donde el instrumento prevaleció sobre las vicisitudes del texto y el equilibrio con el piano. Aquí reinó la vocalidad pastosa y potente, casi incisiva como se dio en Nur ser die Sehnsucht kennt’, aún volviendo a demostrar su control del instrumento y variedad de colores en So last mich scheiden, con una notoria búsqueda de dinámicas y meciéndose en el piano de Svensson creando una teatral atmósfera. 

Fue de nuevo en un ámbito más afín al instrumento de Theorin, con las cuatro canciones de Sibelius que cerraron la liederabend, donde soprano y pianista volvieron a crear una magia sonora de hipnótico resultado. La crepuscular Var det en dröm, con una majestuosa Theorin, inició cuatro hermosas canciones que acercaron el característico universo sonoro de Jean Sibelius. Magnus Svensson se hizo notar en Säf säf susa, con una digitación clara y penetrante convirtiendo las bonitas notas del piano en el mejor meandro para la caudalosa voz de Theorin. Se pudieron disfrutar las concomitancias líricas del compositor de Finlandia con el Tchaikovsky operístico en Flickan kom ifrån sin älsklings möte, un hito de la velada por la apasionada entrega de la soprano y la intensidad musical de ambos intérpretes. La concisa y lírica Svarta rosor cerró con énfasis el recital, donde el público estalló en ovación de júbilo, de nuevo un indicador del termómetro estilístico más propio de una recital de ópera, consiguiendo para regocijo del venerable dos hermosos bises.

Golpe de efecto fue ver salir a Iréne Theorin con una capa de amarillo tornasolado para cantar la expansiva y brillante aria de Elisabeth de Tannhäuser: Dich, teure Halle!. Esta aria era el título escogido para este recital, pues la soprano catalana vivió su infancia entre los muros de la Universidad de Barcelona, su padre era el bedel, y además tuvo un vínculo histórico con esta ópera de Wagner a la que pertenece el aria. Fue un acto musical de homenaje a de los Ángeles, pues esa capa es la misma que llevó la eximia soprano catalana en su debut en el Festival de Bayreuth en 1961. De los Ángeles continúa a día de hoy siendo la única cantante de ópera femenina española en haber cantando allí en toda la historia del Festival. Theorin cantó el aria de manera espectacular, exultante y luminosa en el mejor homenaje a la soprano catalana imaginable. Fue un bis que estalló como un rayo de sol wagneriano e hizo levantar de su silla a más de un espectador al final de la misma. La anécdota se produjo como confusión para más de uno, pues el color amarillo, simbólico en Catalunya estos días por ser el color elegido para representar la libertad de los presos políticos catalanes en Madrid, pareció también un gesto reivindicativo de la Theorin. Pero nada más allá de eso hubo, pues la propia Iréne reconocía al final que no fue consciente de esa lectura en ningún momento. Con el célebre Jeg elsker dig de Grieg, canción que también cantaba en su versión traducida alemana, Victoria de los Ángeles, Theorin quiso cerrar la festiva velada. De nuevo el énfasis de un público totalmente entregado y enfervorizado, dio como último fruto una hermosa canción tradicional sueca cantada a capela, entonces sí finalizo un recital para el recuerdo.