YujaWang AuditorioZaragoza 

El arte de escuchar(se)

Zaragoza. 18/01/2018. Auditorio de Zaragoza. Obras de Mendelssohn y Chopin. Chamber Orchestra of Europe. Yuja Wang, piano.

El idilio entre Yuja Wang y la Chamber Orchestra of Europe comenzó en tiempos de Claudio Abbado, cuando la pianista china era apenas una talentosa adolescente que fascinaba por su virtuosismo técnico. Apenas superada la treintena, Wang atesora ahora mismo dos décadas de actividad profesional a sus espaldas y camina poco a poco por una senda más madura y menos superficial, buscando más el fondo que las formas, aunque siga buscando epatar al público con sus vestidos ajustados y llamativos. Sostiene que es así como más cómoda y segura en sí misma se siente para salir al escenario. Realmente, sería bueno que entre todos contribuyéramos a hablar más de sus manos que de sus piernas.

En esta ocasión la principal novedad de la actuación de Yuja Wang (Pekín, 1987) con la Chamber Orchestra of Europe pasaba por su doble rol como solista y directora, una experiencia que ya había probado hace unos meses, en noviembre junto a la Mahler Chamber Orchestra, entonces también con música de Beethoven. 

A decir verdad el rol de como directora de la pianista china apenas se dejó notar, habiendo demostrado sobradamente la orquesta su capacidad para sonar sin una guía evidente en los fragmentos de Mendelssohn escogidos para esta gira por Italia y España. De hecho, Wang contribuyó a entorpecer un par de pasajes en la ejecución del Concierto para piano no. 1 de Beethoven.

Con su concertino Lorenza Borrani haciendo las veces de directora, la Chamber Orchestra of Europa fue un derroche de virtudes, capaz de brindar un verdadero compendio de lo que significa hacer música de cámara. Esto es, ni más ni menos que el arte de escucharse, un motto que debiera animar de hecho cualquier interpretación musical, sea o no camerística. 

Con un sonido compacto y sedoso, alto, aristocrático, siempre refinado y sereno aunque vibrante, lo cierto es que esta orquesta sigue sonando bajo la horma de Harnoncourt y con ecos puntuales de ese sonido made in Abbado, tan único y reconocible. Así quedó patente tanto en la obertura Die Schöne Melusine como en la selección de seis fragmentos, los más populares, del Sueño de una noche de verano de Mendelssohn: Obertura, Scherzo, Intermezzo, Notturno, Marcha fúnebre y Danza de los campesinos, ésta última con la orquesta ejecutando la partitura en pie, en una recreación espectacular. Hay que subrayar, por méritos propios, la excelsa labor del clarinetista Romain Guyot, tanto aquí como singularmente en el hermoso y grato Concierto para piano no. 1 de Ludwig van Beethoven

Yuja Wang dio lo mejor de sí con esta partitura del genio de Bonn, singularmente en el movimiento central, un largo lleno de complicidad entre sus manos y los atriles de la Orquesta de Cámara de Europa. Ensoñación, elevación, placidez, uno de esos momentos en los que todo fluye y el tiempo parece detenerse unos instantes. Fue demasiado evidente el contraste entre la autenticidad de esta música y la hueca vanidad del Andante spianato y gran polonesa brillante de Chopin. De algún modo, pasamos del ensueño a la frivolidad en un abrir y cerrar de ojos. Hubo destellos de complicidad con la orquesta, instantes de hábil juego con los solistas de la formación, pero la impresión general con esta obra fue superficial. Cabe, a buen seguro, disculpar en parte a la pianista china, pues parte importante de esa frivolidad habita ya en la partitura misma de Chopin, que Wang intento elevar no obstante con un comprometido arranque en el Andante.

Como era de esperar, Yuja Wang cerró la velada con cinco propinas, incluyendo piezas de Prokofiev, Mendelssohn, Tchaikovsky, Johann Strauss hijo y Gluck, en diversas transcripciones, a cada cual más virtuosística, exhibiendo su habitual capacidad técnica para la pirotecnia y poniendo en pie al público.