Gotterdammerung Bayerische 2018 

Rigurosa libertad

Múnich. 08/02/2018. Bayerische Staatsoper. Wagner: Götterdämmerung. Stefan Vinke (Siegfried), Markus Eiche (Gunther), Hans-Peter König (Hagen) John Lundgren (Alberich), Ninna Stemme (Brünnhilde), Anna Gabler (Gutrune), Okka von der Damerau (Waltraute), Sofia Fomina (Woglinde), Rachael Wilson (Wellgunde), Jennifer Johnston (Floßhilde), . Dir. escena: Andreas Kriegenburg. Escenografía: Harald B. Thor. Iluminación: Stefan Bolliger. Vestuario: Andrea Schraad Dir. musical: Kirill Petrenko.

Son muchas las flores que ya hemos lanzado al podio de Kirill Petrenko, si bien una vez más nos siguen pareciendo insuficientes. Hay pocos directores que sepan sacar la esencia que este director le extrae a una orquesta, no solo de forma global, sino a cada uno de sus componentes, a cada línea escrita para cada uno de sus orquestales. Este trabajo se evidencia en particular modo en el universo sonoro que se cierne entorno a la Götterdämmerung, última ópera del anillo. Las dimensiones de la orquesta wagneriana no suponen ningún impedimento para que su batuta juegue con cada uno de ellos como si de un hijo único se tratase, con mimo pero con la autoridad necesaria, para resolver el todo en una concertación analítica sublime. La precisión individual se torna en una sincronía colectiva sorprendentemente ajena, que no indiferente, a la continua y compleja alteración de los tempi y las dinámicas a las que vienen sometidos. Si como él mismo señalaba en una entrevista, no hay musculo que no le duela tras la dirección de una ópera como la presente, tampoco hay emoción o sentimiento que Petrenko no provoque. Precisión, rigor y libertad son difíciles de conjugar, quien haya cogido alguna vez una batuta lo puede seguramente corroborar, y estas tres virtudes, junto a la pasión que transmite, son las que hacen su mundo tan fascinante no solo para el público sino también – como nos han referido numerosas veces – para los artistas que tienen el privilegio de trabajar con él. 

Si musicalmente es la ópera más meritoria de las cuatro propuestas por Wagner para representar el drama, escenográficamente es quizás la que presenta más complejidades a resolver, y no solo por las complicaciones técnicas que siempre ha presentado la legendaria pila del último acto. Tanto es así que Andreas Kriegenburg se traiciona en parte a sí mismo y se vuelve funcional al abandonar las tres paredes propuestas para las tres citas anteriores, para lanzarnos a una especie de oficina – tan corrupta como desnuda y ajena a la natura – en un escenario post-atómico con excesivo hedor capitalista y cierto olor a rancio, pues propuestas conceptualmente similares vienen proponiéndose desde hace varias décadas para este particular título.

El reparto y el coro (con extras incluidos) de la Bayersichen Staatsoper vuelven a mostrar las virtudes que señalamos en las citas anteriores, particularmente en las dos últimas, si bien la función comenzó con una de las escenas que más teme el público en general, un directivo del teatro, con micrófono en mano, preparado para dar un comunicado, pues poco más allá suelen ir estas alocuciones. Nina Stemme había sucumbido ante un virus, envalentonado seguramente por las inclemencias meteorológicas que se cernieron sobre Múnich en las últimas semanas. Stemme iba sin embargo a participar en la función, lo que no dejaba de convertir el anuncio en una barrera de seguridad para la cantante. Amén de un semblante visiblemente cansado tras su actuación poco más se pudo apreciar de la dolencia anunciada, brindándonos una vez más una Brünnhilde con toda la fuerza y carácter que requiere.

En cuanto a las novedades del reparto destacaríamos la Gutrune de Anna Gabler, con una notoria prestación vocal, así como una acertada asimilación dramática del personaje. Con sonoras ovaciones se cerró este anillo que recordamos volverá a proponerse en el Festspiel de Julio (con Jonas Kaufmann como Siegmund) en las siguientes fechas: Das Rheingold (20/07), Die Walküre (22/07), Siegfried (24/07) y Götterdämmerung (27/07).