StreetScene TeatroReal 2018

En la calle equivocada

Madrid, 18/02/2018. Teatro Real. Kurt Weill, Street Scene. Tim John Fulljames, Director de escena. Patricia Racette, Anna Maurrant; Paulo Szot, Frank Maurrant; Mary Breva, Rose Maurrant; Joel Prieto, Sam Kaplan. Pequeños y Jóvenes Cantores de la JORCAM. Coro y Orquesta del Teatro Real. Tim Murray, Director musical.

¿Cuál es la diferencia entre la música culta y la popular? ¿Tiene sentido esta distinción o son tan solo etiquetas que obedecen motivos políticos? El debate ha estado ahí desde siempre y, afortunadamente, no encuentra una repuesta clara. Es además una cuestión que a veces, como ha hecho el Teatro Real para esta producción, se lanza de manera defensiva cuando hay sospechas de que una obra no esté a la altura de las circunstancias. Con apariencia didáctica se intenta así justificar de antemano su elección -excusatio non petita accusatio manifesta. Y es que, al margen de cuestiones teóricas y estético-sociales, el público sabe distinguir cuando una obra no tiene el calado que se espera para un gran teatro de ópera.

La propuesta escénica de este Street Scene es una suerte de cruce entre la entrañable casa del 13 Rue del Percebe, con un toque postapocalíptico, y muchos momentos del más puro Broadway. Con su premiada producción, John Fulljames consigue una buena dosis de espectáculo, gotas de humor y tan solo algunas trazas de tragedia. Se hace inevitable en este momento la comparación con la anterior puesta en escena del Real, Dead Man Walking, que mostraba por momentos una escenografía muy parecida. Las similitudes, sin embargo, ocurren solo en lo más epidérmico: si aquella Pena de muerte nos dejó un vacío en el alma, para estas escenas callejeras lo que echamos en falta es un buen puñado de palomitas.

Casi 40 personajes con nombre y papel pueblan esta calle del Lower East Side. Hay que felicitar a la dirección, a los actores y por supuesto a Kurt Weill ya que, lejos de conformar un coro confuso, los personajes se dibujan claramente en esta aparente marabunta, desde los protagonistas a la chismosa accidental o ese abuelo indignado al que nadie atiende. Sería tedioso repasarlos uno a uno, pero si es conveniente rescatar al menos a las estrellas. Patricia Racette como Anna Maurrant realizó la interpretación más empática y conmovedora del conjunto. Su voz tiene un atractivo color vibrado y una potencia que supo manejar sabiamente para subrayar ese carácter soñador e inconformista que cimenta el personaje. Su salvaje marido, interpretado por Paulo, tiene el físico y las dotes actorales para atemorizar y un estilo vocal más cercano al musical. Mary Breva, como Rose, lució un buen canto, delicado y lírico, pero también un toque algo relamido para una heroína con ansias de independencia. Por último, Joel Prieto como joven enamorado y frustrado salvador, anunció que no estaba en óptimas condiciones antes de salir. Aun así, realizó una estupenda actuación vocal, carismática y poderosa, a la que tan solo se le pudo reprochar una interpretación teatral algo histriónica.

Las intervenciones del coro, el de adultos y el infantil, convencieron por precisión vocal y coreográfica, y el número de baile de Mae y Dick nos transportó de lleno al mejor musical americano. Mientras, en el foso, Tim Murray dirigió la orquesta con empuje y energía, evitando, eso sí, resaltar en exceso los diferentes estilos musicales que llenan la partitura. 

Al terminar la representación uno advierte que todo ha sido correcto y a la vez inapropiado. Algo falta que poco tiene que ver con la época, con el estilo musical o con el uso de amplificación. Entonces conviene recordar algunas palabras de Gerard Mortier. Ante la descripción de una inmensa producción de Tristán, un periodista le preguntó, “¿No es todo esto demasiado?”; a lo que él respondió, “Por supuesto, esto es ópera, y la ópera es excesiva”. No hay en este Street Scene esos excesos necesarios ni fronteras traspasadas, es una producción que nos conforta pero que apenas nos interpela y que seguramente se equivocó de calle. Su lugar bien podría estar no tan lejos, en los escenarios de Gran Vía, donde residen los buenos espectáculos.