Michael Nyman Band 

La belleza matemática

Madrid. 18/02/18. Auditorio Nacional. CNDM: Ciclo Fronteras. Obras de Michael Nyman. Michael Nyman Band.

Siempre detrás de sus muy redondas y presentes gafas de pasta negra, y tal vez gracias a ellas, Michael Nyman da la apariencia de ser esa clase de tipo que mantiene tras su elegante apariencia su musical lucha interior entre las matemáticas de sus partituras y la pasión de sus notas. Ecuaciones auto impuestas por ser uno de los fundadores del movimiento minimalista sonoro, donde las repeticiones se superponen en un crescendo acumulativo que no se permite cejar en su imparable ritmo continuo, creando un paisaje sonoro envolvente e hipnótico, que al mismo tiempo trata de contener una pasión que salta como chispazos, en ocasiones hasta de manera un poco estridente y salpicona, que finalmente utiliza la composición binaria para subirse a lomos de ella y encontrar un camino nuevo para su desborde, que no por contenida resulta menos sensitiva, y su exaltación de la belleza.

En su nueva visita a Madrid (recuerdo haberle visto hace años en el patio del Conde Duque, donde el espacio abierto no ayudó demasiado a la perfecta transmisión de su mensaje), el compositor inglés hizo suya esta vez la sala sinfónica del Auditorio Nacional junto a la banda que lo acompaña desde hace ya friolera de 40 años, en una celebración que es prácticamente un grandes éxitos que recorre sus partituras cinematográficas, la mayoría al servicio de la visión de Peter Greenaway, con el que ha trabajado en tantas ocasiones que se les puede considerar cómplices de sus respectivas acometidas artísticas (independientemente del éxito o no de ellas), así como sus composiciones originales, en un muy didáctico orden cronológico, convirtiendo el recital tanto en un disfrute para sus más fieles seguidores como en una afortunada puerta de entrada al neófito con ganas de descubrir el universo Nymaniano.

La velada fue inaugurada por Chasing sheep is best left to shepherds, la pieza que abre su partitura para The draughtsman's contract (El contrato del dibujante, Peter Greenaway, 1982), y que resulta una perfecta declaración de intenciones donde esa pasión que se derrama lucha con las repeticiones y consigue un resultado de tintes barrocos que son ya marca de la casa, con esas cuerdas un tanto estridentes que son una de las pequeñas señas de identidad, contra las que la trompeta y la trompa parecen luchar por mantener la máxima altura. Sin articular palabra durante todo el concierto y tan sólo iluminado por sus insólitos calcetines rojos en su austeramente oscura vestimenta, el compositor londinense dirigió cada pieza desde su piano, con el que contribuía como solemne guía con pocos momentos de lucimiento personal, siempre con las gafas levantadas, excepto cuando saludaba a su entregado público, que se las volvía a colocar como gesto de agradecimiento a sus efusivos aplausos. Llenó la acústica de cabalgadas sonoras en uno de los momentos álgidos de la velada con Water Dances, su composición para el cortometraje documental sobre natación sincronizada Making a splash, rodado en 1984 de nuevo por Greenaway, donde la repetición minimalista se hace más patente y sin embargo imparable, hasta alcanzar la intensidad desbocada que esta pieza suele siempre conseguir.

Finalmente, tras más de noventa minutos de interesante y nutritivo recorrido por los cuarenta años de trayectoria de la Michael Nyman Band, llegó el momento de las generosas propinas, abriéndolos esta vez el pianista en solitario con el resto del escenario en penumbra, regalando una bonita interpretación de The heart asks pleasure first, el movimiento más famoso de la banda sonora de The piano (El piano, Jane Campion, 1993), cuyo CD llegó a ser uno de los discos de bandas sonoras más vendidos de la historia y que convirtió a Nyman en uno de los músicos sinfónicos vivos más conocidos por el gran público.

Perfecto fin de fiesta de celebración de cumpleaños de una banda y un músico que ha trascendido las vanguardias, con la estimable y oportuna ayuda de su presencia en numerosas producciones cinematográficas, consolidando un estilo como es el discurso minimalista dentro de las tendencias musicales de reconocimiento más popular y generalista. Y esa noche, seguro que se hizo con algún que otro adepto más.