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La televisión, la última frontera (musical)

Madrid. 03/03/18. Auditorio Nacional. Obras de Williams, Courage o Elfmann, entre otros. Coro Nacional de España. Orquesta Nacional de España. Arturo Díez Boscovich, director.

Hace ya tiempo que la composición musical para producciones cinematográficas ha salido del nicho del aficionado más específico, para hacerse un hueco ya plenamente consciente en el imaginario colectivo. Cada cierto tiempo, un disco de composición puramente orquestal se cuela en las listas de los discos más vendidos, y muchos de estos compositores, como puedan ser Howard Shore, John Williams o Hans Zimmer, son considerados estrellas y son capaces de llenar estadios en giras que, aunque no se prodiguen mucho, son un acontecimiento cuando ocurren. Sin embargo, a ese universo paralelo que es la producción musical televisiva le ha costado mucho más llegar a ese reconocimiento más allá de la gracia de distinguir una u otra tonada. El tema principal de una serie de televisión, considerado tradicionalmente menor y una simple fanfarria por el profano medio, carga sobre sus metafóricos hombros la responsabilidad de condensar el espíritu y las intenciones de todo lo que vendrá después, además de generar entusiasmo, ser reconocible incluso en sus notas más básicas y en definitiva ser una de las señas de identidad básicas de la serie en cuestión. Porque es prácticamente imposible recordar una serie que te haya encantado y no reproducir automáticamente su sintonía de entrada, ¿verdad?

Quizá en paralelo al crecimiento de consideración de las series como un producto prácticamente cinematográfico, cada vez con una factura más elaborada, de estructura menos episódica y con la ventaja narrativa y de desarrollo de personajes de ser como una película muy larga cortada en trozos, la música de estas, de maneras igualmente cinematográficas, es tomadas también con una consideración especial. Las composiciones de Ramin Djawadi para 'Game of thrones' ('Juego de Tronos', 2011) no le tienen nada que envidiar a otras partituras para películas épicas, ni en capacidad de evocación ni en factura final, y como este mismo u otros autores como Danny Elfman o Rupert Gregson-Williams, alternan sus trabajos entre la pequeña y gran pantalla.

Precisamente como reconocimiento a este tipo de composiciones, dentro del ciclo Redenciones en el Auditorio Nacional de Madrid, el pasado 3 de marzo tuvo lugar el concierto 'Música de Series', organizado por Film Music Festival y la Orquesta y Coro Nacionales de España dirigidos por Arturo Díez Boscovich. Haciendo una cuidada selección que, dado el amplio margen temporal de producciones televisivas, no podía contentar a todo el mundo, se trató de abarcar casi todas las épocas más destacadas de más de 50 años de composiciones para la pequeña pantalla, dando cabida a diferentes estilos imperantes a lo largo de todas las épocas.

La suite que dio comienzo al concierto, una suerte de recopilación de grandes éxitos, empezó con el tema de Alexander Courage para la serie clásica de 'Star Trek' (1966), no pudiendo empezar de mejor manera, para seguir con otros icónicos temas como las aperturas de series tan célebres en nuestro país como 'Bonanza' (1959), 'Dallas' (1978), 'Canción triste de Hill Street' (1981), 'MacGyver' (1985) o 'El Equipo A' (1983), vibrantemente bien ejecutadas y tocando esa tecla precisa de nostalgia, haciéndonos recordar esos momentos en familia reunidos frente al televisor en las sobremesas de los sábados. Después, en una loable labor de recuperación de partituras en unos casos, e incluso de transcripción de oído en otras debido a la dificultad de conseguirlas, la velada continuó en su primera parte con suites que, a modo de medleys de temas encadenados, hicieron un repaso por las obras más destacadas de figuras reconocidas que trabajaron en la pequeña pantalla, como Bill Conti y sus trabajos para series como 'Falcon Crest' (1981), 'Dinastía' (1981) o 'Norte y Sur' (1985), Michael Kamen y sus trabajos para 'Hermanos de sangre' (2001), con ecos a John Williams, o para la miniserie 'Edge of Darkness' (1985), una composición pionera de la década de los ochenta que modernizaba el concepto de tema orquestal con la aportación de instrumentos más electrónicos como los solos más orgullosos (e insólitos) de guitarra eléctrica que sonaron en la sala sinfónica del Auditorio Nacional. Precisamente de John Williams, celebérrimo en el terreno cinematográfico por sus composiciones para 'Star Wars', 'Indiana Jones' y casi toda la filmografía de Steven Spielberg, sonó uno de sus primeros trabajos, el tema central de 'Perdidos en el Espacio' (1965), así como temas de la serie de antologías 'Cuentos asombrosos' (1987).

Tras el intermedio, y abordando la edad de oro más reciente de la televisión, el recital se reanudó con la sintonía de 'Los Simpsons' (1989), una de las melodías más reconocibles de Danny Elfman y que mejor condensa la función de un buen tema de presentación de una ficción televisiva, así como el tema principal de 'Beetlejuice' (1989), que tuvo encarnación animada en televisión a partir del origen cinematográfico. Después, y con la aparición del coro por primera vez en el concierto, lo que aumentó la solemnidad y el calado emocional de una velada que iba por muy buen camino, sonaron los temas de Trevor Morris para series como 'Los pilares de la tierra' (2010), de Rupert Gregson-Williams para 'The Crown' (2016), y el inefable tema principal de 'Game of Thrones' (2011), de inspiración metálicamente medieval, escrito por Ramin Djawadi, y en el que las cuerdas hicieron presencia con contundencia, tanto en los bajos de los chelos como los violines más agudos, muy bien presentado, a pesar de dejar inexplicablemente inconclusa la ejecución de una de las mejores melodías para las serie, 'Light of the seven', justo antes de la entrada de los coros.

Tras repasar alguno de los temas más icónicos de Murray Gold para la nueva encarnación de 'Doctor Who' (2005), una de las series más longevas de la televisión (la original empezó en la década de los sesenta), el concierto finalizó con los inevitables bises, entre ellos de nuevo la melodía principal del destino de Poniente y sus siete reinos, poniendo punto final al que esperamos sea el comienzo de una fructífera relación entre la música para composiciones audiovisuales y el Auditorio Nacional, que de momento va por buen camino.

Foto: OCNESP.