ABAO OLBE Norma 2018 E. Moreno Esquibel ESQ8685

Debutando con seguridad

Bilbao. 19/05/2018. Palacio Eskalduna. Bellini: Norma. Anna Pirozzi (Norma), Silvia Tro Santafé (Adalgisa), Gregory Kunde (Pollione) Roberto Tagliavini (Oroveso), Itxaro Mentxaka (Clotilde) Vincenç Esteve (Flavio). Coro de Ópera de Bilbao. Orquesta Sinfónica de Bilbao. Dirección de escena: Davide Livermore. Dirección musical: Pietro Rizzo.

Anna Pirozzi es una de las sopranos italianas con las que más hay que  contar hoy en día. Su nivel vocal es de primera categoría y ha demostrado que domina perfectamente los papeles que presenta en el escenario. En este caso, no podemos decir que el recorrido de su trabajo en el papel protagonista de la celebérrima ópera de de Vincenzo Bellini, Norma, sea largo. De hecho, debutaba en estas representaciones con las que cierra ABAO (Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera) la presente temporada. Un debut que se esperaba notable, dada la categoría de la cantante napolitana, pero que ha sido extraordinario. Y no es que Pirozzi estuviera absolutamente perfecta y no haya algún detalle que sería recomendable ir limando según trabaje más el papel, sino que simplemente  estuvo espléndida para ser la primera vez que abordaba quizá el papel más emblemático del bel canto. Como todo papel tan conocido, el problema de abordar Norma es que la mayoría del público conoce la partitura y la observación es minuciosa en cada una de sus intervenciones, comenzando por “Casta diva”.

Pirozzi, desde la famosa aria hasta el final mostró todo aquello que le hizo triunfar en la noche: seguridad en la emisión, perfecta modulación, unos pianissimi excepcionales (en todo momento audibles), agudos estratosféricos y una visión completa, concreta y personal del papel, visión en la que primó la delicadeza y la contención por encima de un enfoque más dramático y desgarrado. Es aquí donde puede la soprano ir redondeando su gran trabajo, abordando con más garra ciertos pasajes que a veces pecan de blandura y de un canto demasiado liviano para la fuerza del personaje. Tampoco fueron perfectas algunas de las coloraturas, pero estoy seguro que eso no será un problema para Pirozzi cuando ruede más el papel. Detalles que no desmerecen un ápice la gran noche que nos brindó esta grandísima cantante. Convencer en Bilbao, y más si eres soprano, es difícil, y el aplauso que recibió al saludar en solitario al final de la representación es la mayor muestra de su triunfo.

En su anterior participación en las temporadas de ABAO (donde había coincidido también con Anna Pirozzi y Gregory Kunde), Silvia Tro Santafé había demostrado ser una de las mezzos de más nivel de nuestro país. Su Adalgisa en esta Norma que se comenta no solamente ratifica esta idea sino que la hace merecedora de toda admiración. Estuvo excelente en todas sus intervenciones, con una voz siempre bien colocada, dominando absolutamente toda la tesitura, con un timbre bello y un vibrato agradable y bien controlado. Es difícil destacar ninguno de sus momentos porque estuvo estupenda siempre, pero personalmente me conmovió especialmente su primera intervención y el siguiente dúo con Pollione. Una cantante de una categoría muy por encima de su proyección mediática.

A estas alturas sobra casi comentar que Gregory Kunde ha sido un Pollione de referencia en su generación y tampoco hay que recordar cómo este gran cantante norteamericano va superando “ochomiles” vocales en un carrera que cada vez es más admirable. Pero en estos momentos de su trayectoria este papel ya no rinde como antaño, o por lo menos con la impecable calidad a la que nos tiene acostumbrados. Su procónsul romano no tiene la frescura que se requiere y en el primer acto se echaron de menos las prestaciones vocales de otras ocasiones. Ahí están, eso sí, la total conjunción con el personaje, su elegancia y su sexto sentido para enfocar la esencia del bel canto, pero Kunde gana, a día de hoy, muchos más enteros en papeles como Canio o Grimes. También hay que reconocer que estuvo mucho más inspirado en la escena final con Norma, justo antes del sacrificio de ambos, donde los cantantes dieron lo mejor de sí.

Después de un principio vacilante en el primer acto (quizá perjudicado por una inopinada subida de volumen orquestal) Roberto Tagliavini como Oroveso sacó lo mejor de sí mismo en el segundo, especialmente en su pequeña aria “Ah! Del Tebro al giogo indegno” donde lució esa calidad y bello timbre al que ya nos tiene acostumbrados. Competente la Clotilde de Itxaro Mentxaka y cumplidor el Flavio de Vicenç Esteve. Extraordinario el Coro de Ópera de Bilbao, que dirige Boris Dujin. Estuvo impecable en todas sus intervenciones, implicado y contenido, con una elegancia que sólo se vio interrumpida por el aguerrido “Guerra, guerra” del segundo acto donde hubo pequeños desajustes con el foso. Algo lógico en un pasaje que rompe de forma abrupta el tono general de la parte coral de la obra.

Pietro Rizzo, director musical de la noche, después de una correcta Sinfonía con la que se abre la ópera, optó por unos tempi de una lentitud un poco exagerada, buscando quizá, esa melodía interminable de la obra belliniana que admiró Wagner. Está justificado buscar el lado intimista y lírico de la partitura pero ese alargamiento muchas veces injustificado lastró en puntuales momentos el ritmo general de una obra que no deja de ser bel canto italiano, no romanticismo alemán. Aún así mantuvo la suficiente tensión para que su punto de vista no hiciera naufragar la representación y además nos brindó momentos de gran belleza como el preludio que abre el segundo acto. Y ahí, como en todo momento, brilló la cuerda de una Orquesta Sinfónica de Bilbao que volvió a demostrar que es la formación más segura de las que pasan por el foso del Euskalduna. El empaste fue absoluto en todo momento y el trabajo de todo el equipo, impecable.

Davide Livermore firma esta producción de ABAO (que comparte con Les Arts valenciano y el Teatro Real), que se puede calificar de correcta y donde se mezclan aciertos  como el adecuado gran tronco central que domina casi siempre la escena y que sirve de referencia del mundo druida de Norma (escenografía de Giò Forma Studio) con el abuso de medios, como las proyecciones, que si pueden ser puntualmente adecuadas llegan a ser terriblemente cargantes por su omnipresente utilización a lo largo de casi toda la representación. Adecuado sin más el trabajo escénico, más lastrado en los conjuntos, que tuvieron una movilidad bastante envarada. Bien la iluminación de Antonio Castro y absolutamente anticuado el vestuario de Mariana Fracasso.

Una noche de triunfo para una gran cantante y de satisfacción para un público que salió contento de una representación de la que ABAO se puede sentir muy satisfecha. 

Foto: E. Moreno Esquibel.