Selene TomasMarco 

Contemplando la luna

Donostia. 12/03/2016. Auditorio de la Orquesta Sinfónica de Euskadi. Tomás Marco: Selene. Ana Otxoa (Luna, soprano), Lucía Gómez (Gea, mezzosoprano), Iñigo Vilas (ser humano 1, tenor) y Jagoba Fadrique (ser humano 2, barítono). Musikene Sinfonietta. Director musical: José Luis Temes.

Reconozco que apenas una semana antes del concierto, al enterarme que los jóvenes de Musikene iban a encarar en versión de concierto la interpretación de Selene, de Tomás Marco, me quedé perplejo. Más aun cuando supe que el último objetivo era grabarla pues vista la crisis del mundo del disco no parecía ésta una ópera susceptible de llamar la atención de nadie. Y, sin embargo, así ha sido.

Durante una semana los miembros de Musikene han trabajado con José Luis Temes, alma mater del proyecto, y con la presencia del compositor una obra que apenas ha tenido recorrido tras su estreno, allá por el lejano 1974. Así, más de cuarenta años después Tomás Marco ha reelaborado –es decir, ha modernizado en el aspecto técnico- parte de la ópera, ha introducido fragmentos narrados ya grabados, fragmentos que se encuentran en tres idiomas, a saber, castellano inglés y euskera (¿detalle provisional para este concierto?) y esto es lo que hemos podido escuchar en el auditorio de la Orquesta Sinfónica de Euskadi.

Considero este tipo de iniciativas tan saludables como aplaudibles. Como bien apuntó el director en la breve charla introductoria del concierto, dejar testimonio de este tipo de obras, a la espera de lo que el tiempo dicte sentencia sobre el valor de la misma, no es sino ampliar el legado cultural para futuras generaciones que, al menos, tendrán más facilidades que nosotros para conocer la ópera.

Selene se sujeta sobre cuatro patas: los sintetizadores, que aportan la palabra grabada ya mencionada; la percusión, de papel trascendental; la orquesta, con relevancia de metales y viento; y finalmente las voces de cuatro cantantes. La narración, partes inconexas pero que tienen en común la atracción que el ser humano ha sentido siempre por la Luna, suple la carencia de una estructura dramática en la obra, que ya calificó Temes como voluntariamente estática. Distintas reflexiones acerca del satélite desde distintos puntos de vista, ya científico ya sentimental (así, se nos ofrece, por ejemplo, la famosa cuenta atrás de Cabo Cañaveral) nos ayuda a entender el último objetivo del compositor.

Los tres percusionistas de la Musikene Sinfonietta se multiplicaron para llegar a los innumerables instrumentos de percusión necesarios en la obra. Excelente labor la de ellos, digna de reconocimiento. El resto de la orquesta jugaba un papel menor aunque quepa reconocer la importancia del cuarteto de saxofones, trompetas, tuba y flauta, mientras la cuerda tiende más a ser elemento de acompañamiento, muchas veces en carácter percutido.

Finalmente los cantantes, que sin texto que declamar –de ahí la importancia de las grabaciones- se apoyaban fundamentalmente sobre la vocal “a” en un canto que en ocasiones funcionaba más como instrumento más de la orquesta, privado de autonomía. Sin embargo cabe destacar la labor de Ana Otxoa, la Luna por encima de sus compañeros, a saber, Lucía Gómez (Gea, la tierra celos del protagonismo de la Luna) Iñigo Vilas y Jagoba Fadrique (dos seres humanos, contempladores) pues su supo dotar a su canto de mayor intensidad.

José Luis Temes dirigió con mimo el trabajo de todos los jóvenes demostrando creer tanto en la obra como en los intérpretes. Y el compositor, presente entre el centenar de espectadores, supongo que feliz porque como él mismo dice en su página web oficial, Selene ha regresado.