Un talento natural
Barcelona. 13/10/2018. LIFE Victoria. Obras de Schönberg, Britten, Berg y Sorozábal. Natalia Labourdette, soprano. Irune Liberal, piano.
La infatigable Fundación Victoria de los Ángeles, a través de LIFE Victoria, no sólo propone un interesante ciclo de Lied de prestigiosas voces, como las de Simon Keenlyside recientemente o próximamente las de Chistopher Maltman, Kate Royal o Benjamin Appl, en escenarios diversos que van des del Palau de la Música al recinto modernista de Sant Pau, pasando por el Foyer del Gran Teatre del Liceu, sinó que también da oportunidades a nuevas voces en formatos y salas más reducidos. Pero, eso sí, siempre con la calidad, el ingenio, el entusiasmo y el detallismo que caracteriza el trabajo de la Fundación.
Su última propuesta son unos Recitales Aperitivo que se desarrollan en la Galería de arte Carlos Taché algunos sábados a mediodía. Un espacio estupendo y un ambiente distendido en el que se puede disfrutar, entre aceituna y trago de cerveza (o de cava, à chacun son goût), de recitales tan estimulantes como el que ofrecieron la soprano Natalia Labourdette y la pianista Irune Liberal. Teníamos muchas ganas de escuchar de nuevo a la soprano madrileña, que confirmó la que ya intuíamos en ella. Se trata de un talento natural de primer orden.
Labourdette es, por ahora, una soprano lírico-ligera, pero con un centro precioso, cálido y pastoso que se emite con una naturalidad apabullante. Sólo algún pequeño exceso de vibrato en el registro agudo, en ciertos momentos, no siempre, se puede mejorar. Pero en Labourdette lo que impresiona es que destila talento y musicalidad por los poros, a lo que hay que añadir una empatía y un instinto teatral poco habitual y una inquietud por presentar obras y programas tan fascinantes como los que ofreció el sábado a mediodía.
El programa incluía tres ciclos de canciones, a cuál más interesante. Liberal y Labourdette empezaron con las poco habituales Friday Afternoons, de Benjamin Britten, escritas entre 1933 y 1935 para la escuela de su hermano menor Robert. Y uno se pregunta porque se interpretan tan poco pues son un auténtico festín, con música de gran inventiva y unos textos llenos de un humor, entre infantil y surrealista, muy británico, que remite en algunos momentos al Façade de Walton. Labourdette no dudó en utilizar algunos objetos de atrezzo, siempre con gracia y en la justa medida, perfectamente acompañada por una atenta y juguetona Irune Liberal.
De carácter muy diferente son las sensacionales Sieben Frühe Lieder, de Alban Berg.Siete piezas llenas de inspiración melódica, escritas en el período en el que el compositor recibía clases de Arnold Schönberg. El zeitgeist de los primeros años del siglo XX rezuma en esta obra maestra de juventud que permitió a la soprano mostrar, en toda su extensión, un magnífico instrumento, un fraseo de muchos quilates, un timbre rutilante y una afinidad estilística que no sólo se explica por sus años de estudio en Berlín. Labourdette es ese tipo de rara avis que parece haber nacido cantando, y todo lo que canta lo que canta bien. Una cualidad que tiene doble filo, pues puede llevar a una cierta indefinición en su trayectoria artística y vocal.
Esta fantástica interpretación de la obra de Berg, en la que Liberal tuvo un papel importante, respirando en todo momento con la soprano, pero también otorgando a la parte pianística el relieve que sin duda merece, cerró la primera parte. Para la segunda, ambas intérpretes nos tenían preparado otro regalo en forma de ciclo de canciones. Las inspiradísimas Siete canciones, de Pablo Sorozábal, a partir de poemas de Heine. Si la adecuación estilística de la soprano en Britten y Berg era indudable, que se puede decir en el caso de Sorozábal. Simplemente que cerró un concierto que de pequeño no tuvo nada sino todo lo contrario. Un recital magnífico de una soprano, Natalia Labourdette, llamada a darnos muchas más satisfacciones.