Gimeno Frang Luxemburgo Kursaal18 AlfonsoSalgueiro

Lo apolineo y lo dionisiaco

San Sebastián. 11/11/2018. Kursaal. Obras de Mahler, Beethoven y Tchaikovsky. Vilde Frang, violín. Orquesta Filarmónica de Luxemburgo. Dir. musical: Gustavo Gimeno.

La Filarmónica de Luxemburgo comenzaba en San Sebastián su gira por España, bajo la batuta de su maestro titular, el valenciano Gustavo Gimeno (Valencia, 1976). Acompañados por la violinista noruega Vilde Frang (Oslo, 1986), ofrecieron un concierto francamente interesante, que pareció oscilar entre lo apolineo y lo dionisiaco. Para abrir boca un Mahler singular: Nicht zu schnell, la orquestación del primer movimiento de su inacabado Cuarteto con piano llevada a cabo por Colin Matthews, un compositor inglés que colaboró con Deryck Cooke en su reconstrucción de la Décima sinfonía de Mahler. El resultado es atractivo, exponiendo un Mahler preñado de sus mejores afanes creativos, todavía in nuce, con ecos sorprendentes de Wagner y Strauss, presagiando también algunos de sus mejores trabajos sinfónicos, singularmente la Sexta.

La mitad apolínea del programa tenía, no obstante, el Concierto para violín de Beethoven como plato principal. La versión que Frang desarrolla es muy particular, de una espiritualidad única, que no será del gusto de todos. Gimeno dispone para su discurso unos tiempos medidos y lentos, con un dinamismo de baja intensidad, por momentos al borde de la caída de tensión. Frang responde con un sonido íntimo, recogido y melancólico, casi camerístico, aunque de intachable factura técnica. En conjunto, un ejercicio sumamente estilizado, más pendiente de la contemplación formal que de la tensión romántica, cuyo pathos parecía abandonarse por momentos en pos de una trascendencia que cuadra, ciertamente, con la voluntad de Beethoven al escribir esta obra, estrenada en 1806 por Franz Clement y exhumada más tarde por Joseph Joachim y Felix Mendelssohn.

Gimeno Luxemburgo Kursaal18 AlfonsoSalgueiro

 

El polo dionisiaco de esta velada se desató con una partitura de sobresaliente intensidad, la Sinfonía no. 5 de Tchaikovsky, partitura ciertamente popular aunque rara vez interpretada tal y como la partitura dispone, con un aire premonitorio perfectamente detallado y descrito, con una rica paleta de anotaciones. Gimeno demostró aquí lo mejor de su talento, espoleando a la Filarmónica de Luxemburgo para que ofrecieran un sonido refinado y expresivo, cálido en las cuerdas, firme en los metales y expresivo en las maderas. Trepidante el final, refinado el vals, medido el arranque... nada parecía haberse dejado a la improvisación en una lectura de muchos quilates. La mezcla de corazón y razón que atraviesa el universo de las tres últimas sinfonías de Tchaikovsky encontró en manos de Gimeno una traduccion impecable y nítida, con detalles excelentes en el fraseo, buscando subrayar líneas melódicas que a menudo pasan desapercibidas, desentrañando la orquestación con mimo e inteligencia.