IsaacGalan

Emprendiendo el camino

Zaragoza, 2/12/2018. Obras de Ravel, Fauré, Massenet, Schubert y Schumann. Teatro Principal de Zaragoza. II Ciclo de Lied.  Isaac Galán, voz, Enrique Bagaría, piano.

Sin duda alguna, la cumbre del mundo liederístico es  Winterreise (Viaje de invierno), el ciclo de canciones que sobre poemas de W. Müller creara el rey del lied romántico, Franz Schubert. En estas veinticuatro maravillosas canciones acompañamos al caminante en su doloroso viaje invernal que no es más que el de un corazón roto por la desesperanza. Un camino, un viaje, que invita a reflexionar sobre el amor y la vida. También un nuevo camino, aunque nada tenga que ver con el ambiente lúgubre y triste de Winterreise, es el que acaba de emprender el barítono aragonés Isaac Galán en el mundo del lied con su primer concierto que clausuraba el II Ciclo de Lied en el Teatro Principal de Zaragoza.

Ya he comentado en más de una ocasión al hacer reseñas de conciertos de este género tan específico (y tan bello) dentro de la lírica, que cantar lied me parece uno de los ejercicios más difíciles y, sobre todo más arriesgados, al que se puede enfrentar un cantante de clásica. Es un duelo al sol entre cantante-pianista y público. Nada más por medio, ningún apoyo, ningún director que indique entradas, ninguna puesta en escena que distraiga al oyente. Es un enfrentamiento pero también un contacto casi físico que pocas veces se dará en otros géneros y alrededor de una música, de unos textos, muchas veces de una belleza excepcional. Estoy seguro que para Galán este primer concierto fue muy importante: por el reto que suponía en su carrera (aunque esté acostumbrado a lidiar con conciertos con otro repertorio); por la emoción de presentarse a un público que le es fiel y por unos nervios lógicos (acentuados por un inoportuno pero leve problema de salud en su garganta).

Lo cierto es que el barítono zaragozano salió muy airoso de este envite musical. Sobre todo porque, por encima de todo, Galán tiene madera de liederista y esto no es baladí. A lo largo de los años he oído a grandes cantantes de ópera que no daban la talla cuando acudían al particular mundo del lied. Hasta, con un poco chulería verbal, se podría decir que hay muchos cantantes pero liederistas muy pocos. Y creo que Galán es uno de ellos. A su favor tiene el indudable estilo e impulso camerístico que este género demanda, ese saber desgranar cada frase, marcar los acentos, decir más con la voz que con el gesto. Esa voz tiene un timbre atractivo y un centro de indudable carácter. Lo más flojo de la tesitura es el grave más profundo pero eso no impide un canto que atrae y mantiene pendiente del siguiente verso al oyente. Faltan, claro, horas de rodaje, mucho trabajo (quien crea que dedicarse al lied es coser y “cantar” está muy equivocado), más conjunción con el piano (en este caso en manos de un voluntarioso Enrique Bagaría que tuvo que bregar con un instrumento -un piano de media cola- indigno de un ciclo de lied que, por lo que parece, tiene visos de continuidad. Esperemos, en futuros conciertos, que los organizadores de este evento pongan al servicio de los intérpretes un piano de cola en condiciones) y las matizaciones que el tiempo y la experiencia dan creando esa pátina inconfundible del buen intérprete de lied.

Concretando más en las obras del concierto, Galán comenzó con las Tres canciones sobre Don Quijote y Dulcinea de Ravel, piezas deliciosas, que sirvieron al cantante para ir preparando la voz. Tan poco de gran relieve fueron las dos piezas siguientes, también francesas (Otoño de Fauré y Abre tus ojos azules de Massenet) aunque se atisbó también un exquisito gusto del aragonés con el francés, especialmente en la obra de Massenet. Terminaba la breve primera parte con ese magno lied que es El rey de los alisos de Schubert. Esa canción ya son palabras mayores y fue el primer reto de Galán del que salió más o menos airoso aunque, personalmente, piense que este repertorio, para sonar redondo, necesita más experiencia. La segunda parte fue toda una declaración de intenciones. Cantar el ciclo más conocido del otro gran compositor de lieder del XIX, Robert Schumann, no es cosa cualquiera. Y ahí es donde vimos el gran futuro del barítono en este género. Schumann puso lo mejor de su arte en este ciclo que alterna lieder de profundo lirismo con aquellos de más exaltado ánimo. Fue en los primeros donde se lució más nuestro protagonista apoyado y ayudado por una dicción alemana de extrema hermosura que pintó de intención cada uno de los versos de Heine (los más acertados Im wunderschönen Monat Mai, Wenn ich in deine Augen seh o Hör' ich das Liedchen klingen). Más atropellados y con más desajustes con el pianista en otros como el diabólico Die Rose, die Lilie, die Taube, die Sonne. Un excelente primer acercamiento que augura excelentes resultados si persevera.

El piano no es un mero acompañante de la voz en el lied. Es su pareja, su otra mitad, a veces más protagonista que el mismo canto. Enrique Bagaría defendió su parte con profesionalidad y destacó en los últimos compases de Die alten, bösen Lieder donde pudo demostrar su valía. 

Isaac Galán ha emprendido un camino para el que tiene, si se me permite la burda expresión, sobradas alforjas y en el que, con empeño y esfuerzo, puede conseguir niveles de primera figura. Todos los que amamos el lied lo esperamos.