Christie Florissants Zaragoza19 

Teatralidad y espíritu

Zaragoza. 25/03/2019. Auditorio. Bach. La pasión según San Juan. Orquesta y coro de Les Arts Florissants. Director musical: William Christie.
 

Sobre esas dos bases, teatralidad y espíritu, levanta J. S. Bach una de sus construcciones musicales más espectaculares: La Pasión según San Juan. Bach es el gran arquitecto de la historia de la música. Sus obras son formas perfectas, edificios planificados y construidos con una visión que pocas veces se volverá a repetir en el mundo de la composición. Trabajador incansable (y explotado por sus burgueses patronos), ese mundo arquitectónico se puede apreciar más palpablemente en sus obras religiosas, sobre todo las dedicadas al culto luterano en la iglesia donde estaba empleado, la de Santo Tomás de Leipzig. La ingente producción que elabora en un periodo corto de tiempo para cubrir todo el año litúrgico (o intentarlo) tiene una especial relevancia en su periodo más importante, Semana Santa, donde se recuerda la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Y es ahí donde Bach ofrece por primera vez en 1724 su particular visión de este relato bíblico poniendo música a la voz del evangelista y apóstol San Juan. Más tarde vendrá la Pasión más famosa, la que se inspira en otro evangelista y apóstol, San Mateo, como si en sus obras magnas buscara los textos de los que más cerca estuvieron de Cristo. En el caso que nos ocupa se añade, además, la cercanía personal y hasta la predilección que la tradición ha transmitido entre Jesús y Juan. Seguramente Bach pensaba que el texto de este evangelista era el más fiel a la realidad histórica. Y además en Juan siempre hay una mezcla muy especial: una palpable ternura y espiritualidad en sus palabras, pero también unas premoniciones, una teatralidad trágica que anuncia su Apocalipsis. El compositor aprovecha esta dualidad para crear una obra que, en contra de lo que en general se opina, a veces supera a su hermana y más famosa Pasión según San Mateo. Sobre todo porque es anterior y en esa labor de construcción que Bach emprende hay mucho de experimentación, de transformación y modernización de otras pasiones que otros compositores habían escrito antes. Bach levanta un edificio que impresiona por su dramatismo y que conmueve por su espiritualidad.

Reflejar todo eso no es nada fácil y requiere una concentración y una entrega que en casi todo momento estuvo alejada de la versión que ofreció William Christie al frente de Les Arts Florissants en la función que comentamos. No es que el trabajo de Christie fuera malo. En absoluto. El director norteamericano es una auténtico mito en este repertorio y es impensable que no aparezca una calidad que le ha dado justa fama. Pero por esa misma razón se espera de estos directores consagrados una interpretación que supere lo correcto, que te deje conmovido y emocionado como Bach debió dejar a los fieles de San Nicolás aquel Viernes Santo (aunque también, seguramente, hubo mucho desconcierto ante las atrevidas formas que presentó el compositor). Y la pasión no afloró en la noche del pasado lunes 25 en Zaragoza, donde el director y su orquesta cerraban la gira que les ha llevado por varias ciudades españolas y que coincide con los 40 años de la creación de la agrupación. El formalismo de toda la interpretación se vio además lastrado no tanto por una orquesta de verdadera calidad (con solistas muy reconocidos en cada uno de sus instrumentos, destacando el laúd de Thomas Dunford) y que cumplió con las indicaciones de su director, sino por un reparto vocal muy deficiente para una formación de esta categoría. Ninguno de los solistas estuvo al nivel esperable a excepción de un extraordinario evangelista de Reinoud van Mechelen que fue el que más nos acercó a la esencia del texto y los recitativos creados por Bach (en sus frases sí que hubo teatralidad y espíritu). El resto de sus compañeros no destacaron ni por su interpretación ni por sus dotes vocales, aunque hubo momentos de más empatía y calidad como en la primera aria de la soprano Rachel Redmond, Ich folge dir gleichfalls mit freudigen Schritten, y en las intervenciones del bajo Alex Rosen como Jesús, también un correcto recitador. El coro decepcionó en el monumental Herr, unser Herrscher con el que se abre la Pasión. A ese momento, que marca y define lo que será todo el desarrollo de la obra, le faltó dramatismo y energía, además de conjunción. Mejoró sin duda el conjunto en la segunda parte pero sin llegar tampoco a lo esperado en formaciones de su renombre.

Reitero que no fue una mala interpretación. Christie y sus músicos tienen la suficiente experiencia para no caer en fallos que empañen su trabajo. Pero cuando uno va a oír a Bach con una de sus obras cumbres en manos de tan reputado director y grupo, espera levitar, ver alzarse esa construcción perfecta elaborada en una ciudad protestante alemana hace trescientos años para un público que, atónito, oía por primera vez algo diferente y que cambiaría la concepción de lo que es música sacra. Esta noche que hemos contado echamos de menos ser otra vez ser un público atónito.