Nott GMJO PalauMusica19 

Los límites del abismo

Barcelona. 14/03/2018, 20:00 horas. Palau de la Música Catalana. Ciclo Palau 100. Barcelona Obertura Spring Festival. Mahler: Tercera Sinfonía. Gustav Mahler Jugendorchester. Cor de Noies de l’Orfeó Català. Dir.: Buia Reixach. Cor Infantil de l’Orfeó Català. Dir.: Glòria Coma i Pedrals. Elena Zhidkova, mezzo. Dir. Mus.: Jonathan Nott.

¿Se puede contener el Universo en una sinfonía? La ambición artística de Gustav Mahler parecía no tener fin. El mago del sonido hecho esplendor, el armador del dolor hecho música, del brillo de la esperanza y del lirismo más hiriente, quiso superarse a sí mismo y después de su monumental segunda sinfonía, quiso abarcar el mundo y el cosmos. Creó su sinfonía más larga, la tercera, nunca después superada en duración por ninguna otra de su opus.

Como versó con su jocosa sabiduría el siempre imprescindible Carlos Calderón en su conferencia previa, Mahler se tiró al abismo, y con el a cualquier músico que quiera abordar la tercera sinfonía. En ese loca cosmogonía de la lucha por la vida con un Dios Pan que despierta en medio de una naturaleza que estalla en un primer movimiento que dura la friolera de ¡poco más de media hora!, los seis movimientos se desgajan frente a nuestros oídos en una creación arquitectónica sonora de difícil parangón imaginable.

Clarividente, ordenado, metódico, incisivo y cerebral se mostró la batuta del super especialista director británico Jonathan Nott al frente de una fogosa Gustav Mahler Jugendorchester, de la que solo se puede hablar maravillas por la brillantez de sus secciones, la pasión juvenil de sus arcos en las cuerdas, la potencia e insolencia de los metales, la energía incontrolable de la percusión o la certera fluidez desbordante de los vientos y maderas. Es cierto que en el magma sonoro de esta sinfonía inabarcable, hubo pasajes con evidente pérdida de tensión, sobretodo en los momentos de mayor compromiso en los tutti orquestales, con un final que sonó algo desfondado. 

Y es que los jóvenes de la Gustav Mahler Jugendorchester, tienen la pasión de la lozanía, pero técnicamente asoman ciertas carencias que se transforman en pequeños desajustes en el control del sonido. Peccata minuta frente al lustroso sonido orquestal conseguido en los más de cien minutos de dura este mastodonte sinfónico. 

Hay que destacar con justicia el icónico solo de posthorn, recreado de manera espléndida y evocadora, la limpia y efusiva suma de las voces del Cor de Noies y del Cor infantil del Orfeó Catalá, y en menor medida el solo de la mezzo Elena Zhikova en el cuarto movimiento. La voz de Zhikova, de mezzo lírica, se antoja poco carnosa y profunda para recrear las esencias del texto de Nietzsche, una suerte de monologo a lo Erda wagneriana, cantando con solemne elegancia pero falto de una mayor profundidad expresiva. 

Con todo resaltó la clarividente lectura desde el podio de Jonathan Nott, quien incidió en el control del arco del tempo durante los seis movimientos con un férreo control de las dinámicas, respiraciones y una atención a los mil y un detalles que abrumó por su quirúrgico resultado. El dominio de los glissandi, el uso de la ironía musical, esa arma tan mahleriana e inconfundible, pero sobretodo una interpretación más apolínea que dionisíaca, poniendo límites a un abismo musical sin aparentemente caer en el. Una versión incontestable a la que si bien le pudo faltar emoción en el sentido más romántico posible, la contundencia del trabajo musical y su resultado y calidad sonora estuvieron fuera de toda duda. El Mahler de Nott es de una autoridad orgánica irrefutable. 

El resultado fue catártico para un público que exhaló al final como si fuera el fin del Universo concentrado en un último acorde infinito.