Aida pirozzi arena verona

Troppo sei bella

Verona. 05/07/19. L'Arena di Verona. Verdi: Aida. Anna Pirozzi (Aida). Murat Karahan (Radamès). Anna Maria Chiuri (Amneris). Giorgio Giuseppini (Ramfis). Sebastian Catana (Amonasro). Romano dal Zovo (Il Re), entre otros. Orquesta y Coro de L'Arena di Verona. Gianfranco de Bosio, dirección de escena. Francesco Ivan Ciampa, dirección musical.

NOTA ACLARATORIA: Tras la publicación de esta crítica, la soprano Anna Pirozzi ha aclarado que no dejará de cantar, por el momento, el rol de Aida, tal y como se recoge en esta crítica tras un comunicado del Gran Teatro del Liceu en el que se afirmaba tal hecho.

T'avea il cielo per l'amor creata, le canta Radamès a su amada Aida bajo la fatal pietra. Una fervorosa concepción que podría y puede ser aplicada al don "divino" de los grandes artistas. En la lírica, las personalidades áulicas nos regalan de vez en cuando creaciones únicas, inmaculadas, emocionantes; lo hemos comprobado recientemente en la Arena de Verona con la Aida de Anna Pirozzi, canónica y vibrante. Un personaje al que, acaba de anunciar, dice adiós. Han servido pues estas funciones de despedida; algo que, imagino, no debe resultar sencillo en una unión a priori de tan excelsos resultados. Dejar morir algo que amas no puede ser fácil. Queda vivo, eso sí, en nuestro recuerdo. No, non morrai! Troppo t'amai! Troppo sei bella!, deberíamos cantar a la Aida de la Pirozzi.

Es una verdadera lástima, por tanto, que haya cancelado las funciones que tenía previstas en el Liceu de Barcelona para comienzos del años que viene, en la mítica e hiperrealista producción de Mestres Cabanes, fechada en 1945. Claro que, para histórica, la recuperada aquí por Gianfranco de Bosio, de 1913. La protagonista de Pirozzi es una heroina sensible y matizada en su canto, de agudos proyectados y filigranas en una línea proveniente del bel canto, con extraordinarios pianissimi, que no renuncia a nada, creando un personaje homogéneo sobre la partitura y altamente disfrutable desde las gradas.

A su lado, al Radamès de Murat Karahan le falto mejorar la dicción y controlar cierta tendencia a emitir los agudos con la "a"; pero demostró entrega, potencia vocal, tercio superior desahogado e intencionalidad en el fraseo. Fue de menos a más, con una última escena de gran factura, aunque sus resultados, en general, no sean tan sutiles como los de su compañera protagonista. Como Amneris, la italiana Anna Maria Chiuri, que mostró una bella línea de canto, fraseo trabajado, buena proyección y vis dramática. Acertados también Giorgio Giuseppini y Romano del Zovo como Ramfis e Il Re respectivamente, y correctos el plantel de comprimarios.

Con la puesta en escena clasiquísima, ideada por Ettore Fagiouli y que comentaba, recuperó De Bosio en los años ochenta, apoyándose en un efectivo juego de luces (¡más de 700 funciones de Aida lleva ya la Arena!), sumar la especialmente acertada dirección musical de Francesco Ivan Ciampa. Si Oren jugó, en su línea, a la efusividad en Carmen y Pier Giorgio Morandi se plegó a las necesidades de los cantantes en Il trovatore; la lectura de Ciampa ofreció en esta Aida un perfecto equilibrio, con una sutilidad estupenda en una partitura que requiere un gran orfebre de planos y texturas, sutilísimas, detalladísimas, de gran atmósfera; todo ello conseguido por el italiano, mientras que al mismo tiempo permitía a la voz de los cantantes recorrer la inmensa Arena de Verona.

Foto: Ennevi / Fondazione Arena di Verona.