jardins christie 2019

Recuperar el Parnaso

30/08/2019. Thiré. Festival dans les Jardins du William Christie. Odyssée baroque: obras de Handel, Rameau, Lully, Charpentier y otros. Les Arts Florissants. Chanteurs des Arts Florissants. Paul Agneu y William Christie, directores musicales. 

“Aquí no había nada, solo campo, todo esto se ha construido según su visión” me comenta con admiración una vecina de Thiré, el pequeño pueblo del País del Loira donde desde hace décadas reside William Christie. Cuesta creerlo. Los jardines que rodean su casa se presentan como un legado de otro tiempo, como una inmersión en los mismos rincones que inmortalizaron Fragonard y Boucheron, vigilados por unas esculturas clásicas que, erosionadas por la edad, parecen llevar siglos esperando nuestra visita.

Los Jardines de Christie y el breve festival de música que cada verano allí se celebra, representan una conquista de espacios físicos y artísticos que se creían perdidos desde que las salas de conciertos secuestraran la música culta. Suponen recuperar una relación entre el intérprete y el oyente más íntima, de igual a igual y construida sobre todo para el disfrute del instante y el regocijo de los sentidos.

Como en los cines de antes, las jornadas del festival son de doble sesión. Durante el día los visitantes vagabundean por los parterres donde la convivencia de las dalias y los tomates resuelven la distancia que separan lo exquisito de lo cotidiano. Los paseantes eligen los rincones en los que simultáneamente se representan pequeñas piezas de no más de quince minutos. Las protagonizan el propio William Christie y los miembros disgregados de su orquesta o de su hermanada Julliard School. El caminar nos puede llevar al boschetto, con arrollo incluido, donde arropada por los sonidos de la naturaleza, la Susanna de Fígaro nos canta el engaño Deh, vieni non tardar que terminará resolviendo los entuertos de sus bodas. También hay danzas en el puente chino, lamentos de laúd junto al Muro de los Cíclopes y alguna obra de Bach al clave que disimuladamente se ha situado tras la rocalla del Théâtre de verdure.

Al atardecer el asunto se pone algo más formal. La atención se desplaza al gran lago construido a la manera de Versalles, convertido en un escenario flotante donde los cantantes y la orquesta al completo desplegarán sus encantos. El barroco como unión de naturaleza, arte y emoción se despliega imparable. En esta ocasión, para celebrar el 40 aniversario de la invención de Les Arts Florissants (que celebramos en Platea junto a nuestras primeras 40 portadas, con una entrevista a Christie en portada) no se ha representado una ópera íntegra, sino una Odisea barroca, compuesta por extractos de aquellas obras sobre las que han cimentado su carrera. Arropados por la brisa y reflejados en el Espejo de agua, Les Arts Florissants demostraron por qué su fama no ha parado de crecer en cuatro décadas. Con la deliciosa naturalidad que les dan el entorno y el oficio se pasearon desde la vivacidad de Ariodante a la calma durmiente del trio masculino de Atys, pasando por la encantadora teatralidad de un acto completo de Las Indias Galantes. Sonidos que acarician para reivindicar la actualidad de Handel, Charpentier, Rameu y Lully. Y para terminar, el asombro provocado por una inesperada exhibición de fuegos de artificio nos  trasladó al esplendor y pompa del ancient régime

En la comentada entrevista, Christie nos comentaba que se aproxima a la música igual que lo hace a la jardinería, otorgándole lo que más les conviene. Y que hace décadas tuvo la visión de crear un “teatro verde viviente”. Una visita a su casa confirma que lo ha logrado, sin paliativos. El esfuerzo paciente y la dedicación que se adivina detrás de todo el proyecto de su Jardín hace que se nos multipliquen la admiración y el disfrute. Su visión artística ha florecido a la par que sus plantas para crear un entorno en el que, plácidamente, las artes conviven en un entorno natural. Y así, la ilusión del Parnaso, inventando por los griegos y adoptado por los artistas barrocos, renace  al final de cada verano en un lugar perdido de la Francia atlántica.

Foto: Les Arts Florissants.