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Recuperando el pasado

Roma. 14/12/2019. Teatro de la Ópera. Puccini. Tosca. Liudmyla Monastyrska (Tosca), Giorgio Berrugi (Cavaradossi), Claudio Sgura (Scarpia). Orquesta del Teatro de la Ópera. Dirección de escena: Alessandro Talevi. Dirección musical: Pier Giorgio Morandi.

Tosca se estrenó en Roma el 14 de enero de 1900. Por tanto, el próximo mes se cumplirán 120 años de este acontecimiento. En esta ciudad se desarrolla la acción de la ópera en un solo día y es lógico que el teatro de la capital italiana haya querido recuperar este título para su Stagione de 2019-20. Bajo el lema “Roma Opera aperta: La Memoria”, se ha hecho una reconstrucción o adaptación de aquel estreno recuperando escenografía, vestuario y luces. El resultado no puede ser más interesante desde el aspecto historicista y ejemplificante en cuanto a cómo ha sido la evolución (que realmente no ha sido tan espectacular como en otros títulos) de la puesta en escena de una de las obras cumbres de Giacomo Puccini. La escenografía de Adolf Hohenstein, ahora reconstruida por Carlo Salvi, resulta entrañable y extrañamente más cercana y auténtica que muchas de las nuevas producciones de la ópera. Ni los medios ni el desarrollo escenográfico de la época permitían mucho más, pero el concepto sigue siendo completamente válido y, como ya he comentado, resulta extremadamente familiar ya que casi todas las producciones que conozco beben en esta fuente. Estimable también el trabajo de Anna Biagiotti recuperando el vestuario del propio Hohenstein, y la adecuación de la iluminación con los medios actuales que realiza con acierto Vinicio Cheli. Todos dirigidos por Alessandro Talevi, en cuya dirección de escena se percibe un respeto absoluto por aquella primera representación y por las intenciones de Puccini, siempre, claro traduciéndolo a un lenguaje actoral mucho más evolucionado (y a la vez más controlado en el gesto). Creo que iniciativas así (pronto se verá Aida en el Liceu con los famosos decorados del Mestres Cabanes) ayudan a comprender la historia de escenografía operística y a recordar que no cualquier tiempo pasado, teatralmente hablando, fue peor.

Liudmyla Monastyrska es una soprano con unos medios vocales muy característicos. Sobre todo un vibrato inmediatamente reconocible y que ella maneja casi siempre con maestría, aunque no todos los oídos acepten este canto tan especial. En general no molesta, aunque a veces resulta excesivo. Pero la línea de canto, el timbre, y la buena técnica consiguen que dibuje una Tosca estimable, de gran potencia vocal, con un agudo bien templado y colocado, impecable. También el grave es apreciable y su estimable proyección hizo que se la oyera sin ningún problema en toda la sala, y nos brindó un Vissi d’arte de estimable nivel. Mario Cavaradossi fue asumido por Giorgio Berrugi, un tenor que destacó por su honestidad y clase a la hora de abordar su trabajo. Especialmente grato fue escuchar un legato impecable, lleno de intención, acompañado de un fiato estimable. Conoce perfectamente sus medios y los dosifica a la perfección, sin forzar, yendo de menos a más a lo largo de la representación. No es el agudo su fuerte, pero saca adelante sin problemas los momentos más arriesgados como los dúos con Tosca. De sus dos arias destacó sin duda E lucevan le stelle, que no tiene agudos extremos y donde se triunfa con esa manera de cantar que enfatiza la tristeza y el amor con música y texto.

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El Scarpia de Claudio Sgura es hierático y frío. Su físico le ayuda a transmitir esa crueldad del personaje sin tener que hacer aspavientos y teatralmente estuvo impecable. Su timbre es oscuro, a veces casi velado, y eso resta brillo a sus intervenciones. Pero demuestra una técnica de buena factura, con un fraseo adecuado y con mucha intención, remarcando con maestría los acentos que cincelan su personaje. Fue muy aplaudido por un público muy generoso con todos los protagonistas. Destacar entre los comprimarios el Sagrestano de Domenico Colaianni y el Spoletta de Luciano Leoni, excelente actor.

Si estuviéramos en Alemania a Pier Giorgio Morandi se le podría calificar de Kapellmeister. Su Tosca se basa en la genuina tradición italiana y su batuta, siendo protagonista, tiene más la función de aunar todos los elementos de la ópera sin querer destacar por él mismo. Su dirección atenta y contundente nos proporcionó todo el dramatismo y a la ver la vena romántica que encierra esta bellísima partitura. Estuvo secundado por una excelente Orquesta del Teatro de la Ópera de Roma y también fue muy correcto el Coro del teatro  en el conocido Te Deum.

Una función que cumplió las expectativas y que nos acercó al origen de una de las piedras angulares del repertorio operístico: Tosca.