Rosenkavalier Berlin2020 1 RuthWalz 

El último vals

Berlín. 22/02/2020. Staatsoper Unter den Linden. Strauss: Der Rosenkavalier. Camilla Nylund (Feldmarschallin). Michéle Losier (Octavian). Nadine Sierra (Sophie). Günther Groissböck (Baron Ochs). Roman Trekel (Faninal). Katharina Kammerloher (Annina). Atalla Ayan (Un tenor). André Heller, dirección de escena. Zubin Mehta, dirección musical.

Cada vez que escucho El caballero de la rosa de Richard Strauss tengo la impresión de que su música retrata el último fogonazo de un mundo que se apagaba. Ese mundo de ayer (1941) del que hablaba Stefan Zweig, toda una época que acabaría sepultada bajo dos guerras mundiales y cuyo esplendor comenzaba a periclitar ya años atrás. Estrenada en 1910, con un impagable libreto de Hugo von Hoffmannsthal, hay un atrayente y raro brillo crepuscular en esta música. Y esa sensación de un ocaso fascinante encontró una acabadísima traducción en manos de la Staatskapelle de Berlín. El veterano masetro Zubin Mehta regresaba al foso de la Staatsoper Unter den Linden para esta nueva producción, tras haberse visto forzado a renunciar a la reposición de Salome, por motivos de salud.

Si hay una música que el veterano maestro indio lleve en sus venas, casi como si le fuera propia, esa es sin duda la tradición vienesa. No en vano se formó allí, en Viena, de la mano de Hans Swarowski, en las mismas aulas por donde pasarían Claudio Abbado o Daniel Barenboim, entre otros muchos directores determinantes en el devenir de la clásica durante la segunda mitad del siglo XX. Esa sangre vienesa (Wiener Blut) se dejó entrever de una manera fascinante con el refinadísimo trabajo al frente de este Rosenkavalier, que exalaba ese periclitado brillo por todos sus poros. Mehta había dirigido ya esta partitura anteriormente en varias ocasiones (Florencia, Milán) pero me atrevo a decir que nunca antes se había volcado en ella con tanta inspiración. Der Rosenkavalier bien podría decirse que es el último vals de una generación que se veía a sí misma reflejada en los oropeles del siglo XVIII. Y de algún modo Mehta se ha atrevido a bailarlo, escogiendo unos tiempos arriesgados y sumamente personales, no ya lentos, sino pausados, meditados. Este Caballero de la rosa es profundamente reflexivo, de una belleza extraordinaria y hace justicia como pocos a la increíble orquestación de Richard Strauss.

Rosenkavalier Berlin2020 2 RuthWalz

Aunque no posee el magnetismo y el carisma de otras colegas, Camilla Nylund es una soprano de una elegancia y seguridad irreprochables. Su voz limpia y esmaltada es sin duda idónea para la parte de la Mariscala, que afronta con contención y refinamiento. Su distinguida línea de canto y su esbelto fraseo redonderaron una interpretación de muchos quilates. A su lado la mezzosoprano canadiense Michèle Losier encarnó a un Octavian muy solvente, de voz fácil y bien timbrada, aunque un tanto anónima por la naturaleza de su instrumento. Completando el trío protagonista de voces femeninas, Nadine Sierra presentó una Sophie de extraordinario brillo vocal y de rebelde personalidad, un punto caprichosa y otro punto ingenua, en un equilibrio perfecto para el caracter de este rol.

El barón Ochs de Günther Groissböck es toda una creación, no ya por el desempeño vocal, que es mucho más que notable, sino por la atinada caricatura del personaje que logra recrear sobre las tablas, con ese acento tan marcado y esos modos rijosos y vulgares. Del resto del elenco cabe resaltar la labor de Atalla Ayan con la ingrata parte del tenor italiano y la pareja de intrigantes, Annina y Valzacchi, encarnada respectivamente por Katharina Kammerloher y Karl-Michael Ebner, así como el joven Andrés Moreno García como posadero.

Rosenkavalier Berlin2020 3 RuthWalz

De corte clásico y convencional, la propuesta escénica de André Heller no tiene demasiado interés dramático. Colorista -quizá en exceso- y vistosa, se acerca con demasiada cautela y un cierto desinterés a la trama y sus personajes. Con vestuario de Arthur Arbesser y escenografía de Xenia Hausner, a la postre se trata de un Rosenkavalier más, con puntuales referencias externas que no terminan de encauzarse, como la presencia de Gustav Klimt y su obra durante el segundo acto, casi como un brindis al sol. En conjunto, una cierta sensación de déjà vu y una nueva ocasión perdida por parte de la Staatsoper de Berlín, que en los últimos años no termina de tener fortuna con las nuevas producciones dedicadas a piezas clave del repertorio. No funcionó la Salome de Neuenfels, pasó sin pena ni gloria el Falstaff de Martone, naufragó el Samson y Dalila de Damián Szifron... Cabe esperar ahora que tanto el Idomeneo de David McVicar como la Khovanschina de Claus Guth levanten el vuelo, lo mismo que el Così fan tutte de Vincent Huguet que encabezará la Festtage en abril.

Rosenkavalier Berlin2020 4 RuthWalz

Fotos: © Ruth Walz