John Mauceri 

Un rey gótico en el Auditori

Barcelona. 14/5/2016, 19:00 horas. Auditori de Barcelona, Sala 1 Pau Casals. Danny Elfman (Los Ángeles, 1953), música de las BSO de: Charlie and the chocolate factory, *Pee-Wee’s big adventure, *Beetlejuice, *Sleepy Hollow, *Mars attacks!, *Big fish, *Batman / Batman returns, Planet of the apes, Corpse bride, Dark shadows, Frankenweenie, **Edward Scissorhands, Tim Burton’s The nightmare before Christmas, Alice in Wonderland. *1ª audición. **Sandy Cameron violín. Anna Niebla, soprano, Didem Akyüz, mezzo, Alfred Moncosí, tenor y Néstor Pindado, barítono. Bernat Rosés, voz blanca. Coral Càrmina (dir. Daniel Mestre). Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña. Dirección: John Mauceri. 

Ambientazo en el Auditori de Barcelona, con este último concierto OBCinema, ciclo que se presenta por segundo año, con éxitos y sold out en esta temporada como han sido las dos propuestas anteriores; el visionado de las películas Gladiator y Piratas del Caribe, la maldición de la perla negra, con la interpretación en directo de la BSO por parte de la OBC. Un reclamo y un acierto en la programación de la orquesta barcelonina, pues con esta tercera propuesta, se contó con la presencia, como cantante y showman, del polifacético y característico compositor Danny Elfman, en un programa llamado: Danny Elfman: música de las películas de Tim Burton. Interesante y estimulante programa el presentado, por primera vez en España, de esta selección de catorce bandas sonoras sobre filmes de Burton, un tándem que parece indisoluble y es que de sus diecisiete películas estrenadas hasta, todas llevan la firma en la BSO de Danny Elfman, excepto dos: Ed Wood (compuesta por Howard Shore) y Sweeney Tood (con música de Stephen Sondheim). Por lo que se pudo disfrutar en este concierto de casi dos horas de la mayoría de la música fílmica de Burton para regocijo de innumerables fans, algunos disfrazados como los protagonistas de las películas -por reclamo de la OBC- creando un gran ambiente incluso antes del comienzo del programa. La inclusión en una pantalla al fondo del escenario, de alguna de las escenas de los filmes, más bocetos, algunos inéditos, de la filmografía seleccionada, hizo de la experiencia, un gaudio sinestésico de puro cine. Un único pero a la parte técnica del programa, ¿hacía falta la amplificación de la OBC?, el micro para Elfman se puede entender, pero para coro y orquesta, hizo que el sonido, técnicamente apareciera grueso y con perdida de matices, para una partitura llena de colores e imaginación, una lástima. 

Desde un pequeño inicio con el marciano sonido inconfundible del theremin, y la primera intervención coral de la Coral Càrmina, en un especie de introducción general del programa con la proyección en la pantalla de una selección de escenas de varias de las películas de Burton, por cierto introducción no especificada en el programa de mano, se pasó a la música rítmica y enérgica de Pee-Wee, primer filme de Burton y de los menos conocidos por el público. Aquí ya se percibieron varias de las características en la música de Elfman, espíritu rítmico, melodías de inspiración gótica y una fuerza dramática ideal para el mundo de fantasía de Burton. Inolvidable la marcha diabólica irresistible de la recordada Beetlejuice y su gran danza macabra, con la sección de metales, vientos y percusión poseídos por la partitura, que arrancó los primeros aplausos del público, pasando por la voz blanca del niño soprano Bernat Rosés, nombre obviado en el programa de mano… quien cantó con seguridad y ángel en sus solos de la BSO de Sleepy Hollow. Breve pero impactante el tema de Mars attacks con el solo del theremin, los coros y el ostinato rítmico de la orquesta, inolvidables los pequeños marcianos en el imaginario colectivo. Se reservaron para el final de la primera parte los temas de las películas Big Fish (único film de Burton nominado a los óscars como BSO) y Batman (único Grammy a la mejor BSO del tándem Burton/Elfman) & Batman forever. Fue un contraste interesante pues Big Fish se escapa algo del universo sonoro fantasmagórico gótico de Elfman y se centra más en atmósferas evocadoras, con sección de cuerdas cadenciosas, salteado con notas del piano y un aura más mágica y crepuscular. Con la sección Batman final se recuperó el Elfman más heroico y dinámico, con ese tema oscuro y épico, adornado con los metales, el coro a ráfagas y la fuerza sinfónica de una partitura densa e imaginativa, de lo mejor de la creación del gran Danny, con ese vals sugerente y atractivo, y el uso icónico del leitmotiv del hombre murciélago impregnando la orquesta como una sombra continua. El final, con toda la orquesta in crescendo, sobre el tema de Batman, previo guiño a Richard Strauss incluído, rompió en euforia colectiva con el estallido del aplauso final.

La segunda parte comenzó con El planeta de los simios, de interesantes aportaciones a la partitura desde la sección de percusión, rememorando la experiencia del compositor cuando adolescente viajó a África, como recuerda el interesante artículo firmado por Jeff Bond en el programa de mano. Con la Novia Cadáver, llamó la atención el solo al piano de Dolors Cano, en una especie de paráfrasis de inspiración chopiniana fusionado con un estilo a lo Michael Nyman, los colores del coro y sus secciones masculinas y femeninas, y ese encanto especial decadente y romántico que impregna una de las películas de animación más queridas de Burton. Otro error del programa de mano fue no poner en la lista el tema de Frankenweenie, interpretado después de La Novia Cadáver, y que pilló por sorpresa al salir a anunciado en la pantalla de fondo. Siguió el programa con la cálida introducción al mundo de Sombras tenebrosas, con los bellos acordes de la sección de chelos, y de nuevo la melodías y mundo gótico más característico del autor. Fue como un pequeño snak introductorio a un final que ya no decaería y acabaría en fiesta sensorial. Otro de los leitmotiv más recordados de Elfman, el del melancólico Eduardo Manostijeras, hizo su aparición transportando a todo el público y el imaginario colectivo de este film clave en la historia de Burton. La dulzura personal de la melodía dio un vuelco sorpresivo con la aparición de la violinista Sandy Cameron, enfundada en un traje de cuero negro ajustadísimo. La solista dio una lección de virtuosismo en la mejor tradición eslava, escalas, acordes, tempi al límite y una fogosa intensidad que causó furor en el público. Un último tema final coro y orquesta de Manostijeras dejó suspendido en el aire el encanto de este cuento de hadas moderno para dar entrada a lo que se esperaba y fue, de hecho, el momentazo de la noche, la irrupción de Danny Elfman en persona. De nuevo, una lástima que en el programa de mano no se especificaran las canciones que cantó, de la celebrada Pesadilla antes de Navidad, que fueron por orden: Jack’s lament, What’s this, Jack’s obession, para acabar con la celebérrima This is Halloween, acompañado por cuatro solistas (no mencionados tampoco en el programa, ¿tanto cuesta tener esta delicadeza mínima?), que fueron la soprano Anna Niebla, la mezzo Didem Akyüz, el tenor Alfred Moncosí y el barítono Néstor Pindado, quienes secundaron con énfasis y complicidad uno de los números de la noche. Sorprendió a muchos la desenvoltura escénica de Elfman, quien no solo cantó con una atractiva voz de tenor, reconocible al punto con el personaje de Jack Skellington, sino que mostró dotes sobradas de interpretación, inflexiones vocales, color y voz bien timbrada. El público respondió con enérgica entrega, Elfman caldeó en ambiente como si de un estrella del rock se tratara. Y de nuevo, un sorpresivo contraste con la irrupción del niño soprano Bernat Rosés, quien cantó impecablemente y con un bello color de voz blanca el tema solista del Alice Theme, acompañado por el coro en una de las páginas más inspiradas del concierto. Fue un aparente mágico e irreal final, encendidos aplausos del público rendido a la música de Danny Elfman, vitoreó al coro, solistas, orquesta y director, un John Mauceri que desgranó con buen nervio el variado programa. Volvió a salir el compositor en olor de multitudes y micro en mano acabó como con el irresistible tema del Oogie Boogie de Pesadilla antes de Navidad, lleno de swing, carisma y gatunos movimientos en el escenario provocando una catarsis final digna de toda una estrella de la música. Un cierre inolvidable para un ciclo consolidado que ya tiene anunciada tercera edición la temporada que viene, ¡ por muchos años!.