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Las mejores bandas sonoras de Ennio Morricone (10 imprescindibles)

La reciente desaparición de Ennio Morricone, a los 91 años de edad, ha puesto de manifiesto la enorme talla de su legado. Su música está indisolublemente ligada a la historia reciente del cine, con trabajos de memorable resonancia, primero para los spaghetti western de Sergio Leone y más tarde con cineastas como Bernardo Bertolucci, Giuseppe Tornatore, Roland Joffé o Quentin Tarantino. Apenas hace un mes el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2020 había recaído en Ennio Morricone y en John Williams, quien tendrá que recoger ahora el galardón en solitario. Tras seis nominaciones al Óscar, finalmente recibió una estatuilla honorífica en 2007 y un Óscar a la mejor banda sonora original en 2015 por su trabajo en Los odiosos ocho. Desde su Roma natal, que nunca abandonó y donde falleció finalmente el pasado lunes, lo cierto es que el compositor italiano puso música a más de 500 películas y series. De entre todas ellas, un buen puñado se han ganado el título de legendarias e imprescindibles para todo buen cinéfilo.

 

Por un puñado de dólares (Sergio Leone, 1964)

Es ya imposible disociar el nombre de Morricone de los sonidos del spaghetti western. De alguna manera él forjó ese particular universo sonoro, recurriendo a fórmulas originalísimas, ocurrentes y sumamente teatrales. La música que compuso para este largometraje de 1964 ha sido a menudo considerada como una suerte de canon original, imitado una y otra vez, por él mismo y por otros. Verdaderamente Morricone logró recrear los sonidos del Far West a partir de los mimbres de una orquesta sinfónica al uso y con ello creó una escuela.

 

El bueno, el el feo y el malo (Sergio Leone, 1966)

En línea con ese trabajo fundacional, seguramente la música de Morricone para El bueno, el feo y el malo sea el más memorable y glosado de todas sus bandas sonoras para la Trilogía del dólar de Sergio Leone, con ese sonido ambiental caracterizado apenas por un arpa y una flauta. Es una música experimental e inesperada, casi radical en algunos de sus planteamientos. Sigue asombrando la creación de Morricone para el mítico duelo final, entremezclando el sonido de guitarras eléctricas, coros, sopranos, armónicas, campanas, arpas... Una música sin igual.

 

Novecento (Bernardo Bertolucci, 1976)

Un bellísimo himno en honor del proletariado italiano. Eso es lo que logró forjar Morricone con su banda sonora para Novecento, un mítico largometraje de Bernardo Bertolucci, de cuatro horas de duración e indudable aliento épico. El compositor romano acudió aquí a algunas canciones de arraigo popular como 'Estate 1908' o 'Romanza' para crear una banda sonora que apela con fuerza a nuestros ideales.

 

Érase una vez en América (Sergio Leone, 1984)

Considerada por la crítica como una obra maestra, es uno de esos trabajos que inexplicablemente no le valieron un Óscar a Morricone, a pesar de su atinadísima capacidad para recrear distintos ambientes, tonalidades y estados de ánimo. La película oscila entre su tono principal de thriller y otros momentos más desenfadados y populares, donde Morricone se pasea como un auténtico maestro, integrando incluso un tema tan conocido como 'Amapola', con una consistencia abrumadora.

 

La Misión (Roland Joffé, 1986)

Un rodaje espectacular y una música inolvidable, que sin embargo no le valió el esperado Óscar a Morricone, a quien Herbie Hancock arrebató la estatuilla por su trabajo en Alrededor de medianoche. Morricone firmó aquí un trabajo apabullante, verdaderamente legendario, combinando coros de voces litúrgicas con percusiones indigenas, de un modo tan natural como innovador. Las resonancias son infinitas: desde la música barroca al folclore local. El oboe de Gabriel es una de esos hallazgos que hicieron único a Morricone. Una banda sonora compleja y sumamente elaborada que todavía hoy estremece cada vez que volvemos a ver La Misión.

 

Los intocables de Eliot Ness (Brian de Palma, 1987)

La película que valió a Sean Connery su único Óscar, rodeado de un reparto de campanillas, con Robert de Niro, Kevin Costner y Andy García. Una película de gangsters firmada por Brian de Palma, con el inconfundible aliento épico de la música de Morricone, que resume como pocos en un puñado de notas la lucha entre el poder y la corrupción, en plena Ley Seca en Chicago.

 

Cinema Paradiso (Giuseppe Tornatore, 1989)

Una de las películas más hermosas y emotivas del último tercio del siglo XX, con el pequeño Toto cerrando el círculo de su propia biografía en torno al cine, en una vivencia con la que es imposible no identificarse y vibrar de emoción. Morricone supo como nadie evocar aquí el aliento de ese pequeño pueblo siciliano sepultado en la miseria de la Segunda Guerra Mundial, la inocencia del pequeño protagonista y la magia del cine. Nostalgia, el llanto junto a la sonrisa, todo en un sencillo tema para cuerdas y flautas, dificil de olvidar.

 

¡Átame! (Pedro Almodovar, 1989)

Pocos lo recuerdan ya, pero lo cierto es que Morricone puso música a un largometraje de Pedro Almodovar, una película protagonizada por Antonio Banderas y Victoria Abril, una suerte de thriller obsesivo. La música del compositor italiano prestaba su resonancia a esta singular recreación de un perturbador secuestro.

 

La leyenda del pianista en el océano (Giuseppe Tornatore, 1998)

Diez años después de Cinema Paradiso, Morricone volvió a encontrarse con Tornatore para la adaptación de un monólogo teatral del dramaturgo Alessandro Baricco. Philipp Roth encarna aquí a una pianista que atraviesa al Atlántico a bordo del RMS Virginian, en plena época de las migraciones hacia el continente americano. 

 

Los odiosos ocho (Quentin Tarantino, 2015)

Uno de los últimos trabajos de Ennio Morricone para Hollywod. Y el que, tardíamente, le valió un Óscar a la mejor banda sonora, tras la estatuilla honorífica que había cosechado en 2007. En esta película Tarantino hace un guiño a los viejos western con los que Morricone estuvo tan familiarizado en sus inicios. Lo cierto es que desde Dos granujas del Oeste, de 1981, el compositor italiano no había vuelto a trabajar en este género. Era también el regreso de Morricone a las grandes producciones norteamericanas, desde su colaboración en 2002 con El juego de Ripley. A sus 87 años de edad, esta banda sonora un tanto gamberra y paródica le valió también a Morricone un Globo de Oro.