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De vuelta a las tradiciones 

Oviedo. 28/09/2020. Teatro Campoamor. Bellini: I Puritani Irina Lungu (Elvira). Luís López (Lord Gualtiero). Luca Tittoto (Sir Giorgio). Lord Arturo (John Osborn). Sir Riccardo Forth (Dalibor Jenis). Sir Bruno (Facundo Muñoz). Enrichetta di Francia (Laura Vila). Emilio Sagi, dirección de escena. Iván López-Reynoso, director musical.

Tras un inicio de temporada con un repertorio poco habitual, la ópera volvió a Oviedo con uno de los títulos históricamente más emblemáticos, I puritani de Bellini, que no se veía en la capital asturiana desde 1999. Tal ha sido siempre la conexión de esta obra con los gustos del público carbayón, que incluso llegó a inspirar, allá por los 50 del pasado siglo, la creación de una tertulia homónima cuya longevidad dio fe de la tradición y el interés musical que siempre ha existido en la ciudad.

La defensa de la propuesta a nivel escénico recayó, de nuevo, en Emilio Sagi, quien firmó un trabajo sencillo y elegante, prácticamente minimalista, que contrastó en gran medida con su colorista interpretación de Les mamelles de Tirésias que se había representado sobre las mismas tablas hace apenas unas semanas. En esta ocasión, Sagi, apoyándose en la escenografía diseñada por Daniel Bianco, apuesta por un meditado simbolismo, donde unas lámparas de araña y unas sillas conforman prácticamente la totalidad de elementos sobre el escenario, adquiriendo así capital importancia otros aspectos como la luz o las propias dotes dramáticas de los intérpretes. Estos aspectos, de naturaleza intangible, fueron fundamentales para dar cohesión al trabajo de Sagi, al que quizás cabría pedir una mayor diferenciación entre actos, pues con la primera caída del telón, la producción gasta prácticamente todos sus cartuchos, llegando a hacerse algo monótona en su defensa de una obra que, dicho sea de paso, no goza precisamente de un libreto apasionante.

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Sin duda, la calidad literaria de la cual carece el libreto se suple con la música compuesta por Bellini, todo un decálogo belcantista que exige el máximo de los cantantes que abordan los personajes protagonistas. Tal es el caso del rol de Elvira, un papel de extensión maratónica y dificultad evidente que Irina Lungu sacó adelante con solvencia, lo cual no es decir poco tratándose de este rol. Así pues, Lungu se mostró segura durante la totalidad de la representación, encandilando a Arturo ya desde el primer acto en su aria con tintes de polonesa: “Son vergin vezzosa” y defendiendo su particular aria de la locura marcada por un tercio agudo sobrado en proyección.

El rol de Arturo, por su parte, recayó en el tenor John Osborn, quien lo cantó con gusto y atención a los detalles, aunque sin terminar de librarse del todo de la tensión inherente a todo cantante que se mueve por una tesitura tan aguda. En ocasiones pareció refugiarse en un falsete no especialmente reforzado y que se volvía excesivamente blanquecino e incorpóreo, como sucedió en el conocido agudo de "Credeasi misera".  El rol para barítono de Sir Riccardo Forth recayó en este reparto en Dalibor Jenis quien, una vez superada una evidente falta de homogeneidad en su registro, algo que lastró su primera intervención, cantó a buen nivel durante la totalidad de la representación, sellando junto con el rotundo Giorgio de Lucca Tittoto un interesante final del segundo acto en “Il rival salvar tu dei”. Cerrando el elenco protagónico, Luís López Navarro demostró oficio abordando la parte de Gualtiero mientras que Laura Vila supo aprovechar tanto en los escénico como en lo vocal la totalidad de su parte como Enrichetta.

La Oviedo Filarmonía, desde el foso, contó en esta ocasión con la batuta de su “director principal invitado”, Iván López Reynoso, joven director mexicano que demostró su talento y compromiso sellando una interesante versión orquestal, que supo exponer con eficacia las hermosas melodías ideadas por Bellini. Así, amén de una sección de viento metal algo destemplada por momentos, fue posible disfrutar de una interpretación eficaz de la obra, bien ajustada en volumen con la proyección de cada un de los cantantes, y mayoritariamente ágil en lo tiempos. El coro, por su parte, resolvió la noche con oficio, habida cuenta de la dificultad añadida de cantar con mascarilla y haciendo gala de una sección femenina compacta y bien timbrada, más entonada esta vez que sus colegas masculinos. 

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Fotos: © Iván Martínez / Ópera de Oviedo