Preghiera DG

Pensamiento, fuerza y sentimiento

Preghiera

Rachmaninov: Trio élégiaque Nº1 y Nº2, op.9. Kreisler/Rachmaninov: Preghiera. Gidon Kremer. Daniil TRifonov. Giedre Dirvanauskaite. Deutsche Grammophon. CD.

Fritz Kreisler, violinista admirado por el mismísimo Menuhin, es una figura que comienza a escapársele a las nuevas generaciones de melómanos. Y es una pena. Tal era el genio y el ingenio que solía escribir sus propias cadencias para los conciertos que interpretaba, fueran de Brahms o Paganini, así como sus pequeñas composiciones, adaptaciones en su gran mayoría de las obras de los grandes, que a menudo utilizaba como propinas. Así surgió también su Preghiera, en la que colaboró el propio Rachmaninov, sobre el Adagio de su Segundo concierto para piano. Una pieza breve, suspendida en la elevación rachmaninoviana, que sirve como perfecta introducción a sus Tríos elegiacos. El violín de Gidon Kremer, todo un maestro en estos lares ya, frasea y expresa acompañado del joven Daniil Trifonov, quien da buena muestra de por qué es otro genio y que es capaz de mucho más que el puro espectáculo del virtuosismo técnico de muchos de sus colegas generacionales.

El violonchelo de la también rusa Giedre Dirvanauskaite, solista de la Kremerata Baltica que Kremer fundó hace más de 20 años, de bella factura y lírico manejo, les acompaña en el extenso Trio élégiaque nº2, que no es si la respuesta de un desolado Rachmaninov a la muerte de Tchaikovsky, tal y como reza la dedicatoria “A la memoria de un gran artista”. Ahí está ese segundo movimiento con variaciones sobre el maestro. “Todos mis pensamientos, sentimientos y fuerzas las dediqué a esta obra”. El trío formado por Kremer-Trifonov-Dirvanauskaite se beneficia de haber rodado la obra por diversos escenarios durante el último año y el resultado es, simplemente, brillante. La expresividad al piano y la delicadeza de los dos instrumentos de cuerda en el Moderato, en ese chant funèbre, sobre un contenido y lamentoso Trifonov, logra un pathos verdaderamente emotivo. Un llanto tan delicado como profundo al que sólo Rachmaninov era capaz de dar tan sublime forma.

Completa el disco el Trio élégiaque nº1, compuesto en otro momentos y en otras coordenadas vitales de Rachmaninov, en una época mucho más temprana. Las formas son muy distintas a su hermano menor. Un solo movimiento de poco más de diez minutos donde el compositor confiere al piano mayores posibilidades, en una medida muy en la línea de sus conciertos. Mayor diversidad para alcanzar el brillo único de su piano que, evidentemente, Trifonov sabe aprovechar, al lado de un Kremer, celebrando sus 70 años, en estado de gracia y junto a argénteo timbre de Dirvanauskaite.

 Foto: Deutsche Grammophon.