shiokawa schiff bach ecm 2

Cantado y trascendental

Bach - Busoni - Beethoven

Obras de Bach, Busoni y Beethoven. Yuuko Shiokawa, violín. András Schiff, piano. ECM. CD.

Lo comentaba ya en el último número impreso de Platea: hoy en día, el presente está en las pequeñas compañías discográficas. Al menos, todo está más equilibrado y uno puede econtrar auténticas maravillas en sellos no tan conocidos, fuera de la Santísima Trinidad representada por Universal, Sony y Warner. Una de esas compañías, la conocen bien los melómanos más "contemporáneos", es sin duda ECM. Para los más clásicos, un nombre como el de András Schiff no les pasará desapercibido, máxime si ya han escuchado algunas de las pequeñas joyas que ha grabado para la casa. Junto a Schiff, un nombre que, de nuevo, puede no sonar del todo familiar, el de la violinista japonesa Yuuko Shiowaka. Los que no la conozcan, van tarde, muy tarde, pero tranquilos, ¡nunca es tarde si la violinista es buena!

Shiowaka y Shiff, mujer y marido en la práctica diaria, ya han creado magia en muchas otras ocasiones y el disco ha registrado algunas, como sus Mozart o sus Schubert. Shiowaka se bautizó en los grandes auditorios de la mano de dos nombres tan garantes como los de Rafael Kubelik y Herbert von Karajan, casi nada. El primero de ellos le regaló, además, el Stradivarius de su padre Jan Kubelik, legendario violinista del cambio de siglo. El propio Kubelik era violinista y cuatro de sus hermanos también, por lo que no hablamos del instrumento familiar que coge polvo en casa sino de un bien preciado, muy preciado (más allá de ser un Stradivarius) en aquella casa. Lo dejaron en buenas manos.

Ya el Adagio de la Sonata nº3 de Bach nos habla de algo grande. La profundidad de Shiokawa secundada por un teclado siempre pendiente, siempre generoso en la expresividad del violín. De hecho, tal vez, ante este planteamiento, lo único a agrader hubiese sido un mayor cuidado en las distancias en el estudio de grabación (algo mejor matizadas en Busoni y Beethoven). El empaste, la compenetración y el entendimiento entre los dos solistas es, tenía que pasar, algo que se eleva más allá de la partitura. Sucede igual en el resto del disco que, como siempre sucede con Schiff, es un regalo a los que disfrutamos con la coherencia programática. En sus elecciones siempre hay un porqué y desde luego una continuidad y mil puntos, o tal vez uno solo, pero fundamental, de convergencia. Así, a Bach le sigue la Sonata nº2 de Busoni, con el coral Wie wohl ist mir como transfondo y las formas de Beethoven, ya sean la op.109 o lleven Kreutzer en el subtítulo, y a quien se le escucha en el cierre, con su Sonata nº10. ¡Qué juego maravilloso en el Scherzo-Allegro! ¡Qué delicadísimo hacer, que concreción y balanceada efusividad! Un Bach, un Busoni y un Beethoven tan cantados como trascendentales, tan sobrios como elegantes. No tarden.