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Discografía de Montserrat Caballé: Indispensables, rarezas y lo que nunca vio la luz

La trayectoria profesional de Montserrat Caballé coincidio con la época dorada de la industria discográfica. Decenas y decenas de vinilos y CD preservaron su voz para el recuerdo, ya fueran grabaciones de óperas completas o recitales como solista. Recojo en estas líneas, sin pretender ser esta una catalogación estricta, sí un somero resumen de tres pilares: aquello que no terminó de grabar o nunca vió la luz; las rarezas por las que le gustaba sumergirse... y los imprescindibles que nos ha dejado.

Comenzando por lo que finalmente no fue, siempre se ha hablado de un registro realizado pero que nunca vió la luz: Semiramide de Rossini, tras aquellas míticas representaciones en Aix-En-Provence con López Cobos a la batuta y Marilyn Horne, Samuel Ramey y Francisco Araiza junto a ella. En esta ocasión, sus compañeros habrían sido reemplazados por Martine Dupuy, Ernesto Palacio y Malcolm King bajo la batuta de Sylvain Cambreling, en un calco de las noches que tuvieron lugar, esta vez, en Anvers. Caballé intentó llevar a cabo también la grabación de un rol pucciniano muy querido por ella, por lo que significó en sus inicios: Madama Butterfly. Primero con su marido, Bernabé Martí y después siempre se ha comentado que fue en realidad ella la escogida por Karajan para su grabación junto a Pavarotti, siendo sustituida finalmente por Mirella Freni. 

Algo parecido ocurrió con Josep Carreras. Un disco de duetos cuyo resultado finalmente no gustó a la barcelonesa duerme en un cajón. En sus pistas pueden escucharse Lucrezia Borgia, Manon, Hérodiade, Otello y Manon; mientras que grabaciones completas de La forza del destino y Adriana Lecouvreur acabaron frustrándose. Igualmente puede decirse de un Don Giovanni de "corte Met", con James Levine en el foso y junto a Leontyne Price y Sherrill Milnes. A todo ello sumar el fallido registro de Il Trovatore que terminó realizando Carlo Maria Giulini cuando, en realidad, en una visión muy a su Don Carlo, había previsto la aparición de Montserrat, Shirley Verrett y Piero Cappuccilli... sin encontrar un Manrico convincente: Domingo acababa de grabar el suyo con Leonty Price y Zubin Mehta, era evidentemente demasiado pronto para Carreras y Pavarotti estaba capado por DECCA, cuando el registro debía grabarse en EMI. La propia Montse ha comentado en ocasiones su negativa reiterada a grabar por completo Lady Macbeth en Macbeth o Abigaille en Nabucco. Como punto algo exótico, los mentideros hablan de una Musetta en La Bohème de Colin Davis, junto a Carreras y Ricciarelli. Aunque bueno... si quieren algo exótico, por encima de su dúo con Berganza de Los Cuentos de Hoffmann, sus versiones de Mecano, de Serrat, su duo con Concha Velasco, sus villancicos con Los del Río o Las Leandras con Sara Montiel (a Freddie le voy a dejar a un lado por su calidad excepcional); no dejen de escuchar su versión de Tarzán de Disney, junto a su hija, que grabó por una buena causa.

En cuanto a recitales en solitario, destaca el hecho de que también duerman en algún cajón sus arias de las donizzettianas Marino Faliero o Fausta en un disco que no terminó nunca de grabarse por agenda de la cantante; además de un segundo volumen de sus Canciones medievales y del Renacimiento, cuyo resultado del primer disco es evidentemente fallido. Este último es ciertamente una rareza. Como rarezas o discos poco conocidos podemos sumar su Clovis et Clotilde de Bizet, bajo la batuta de Jean-Claude Casadesus o su recital wagneriano junto a Alain Lombard (con Zubin Mehta también grabó sus partituras). En cuanto a óperas completas llaman la atención por lo inusual sus Dannaïdes de Salieri con Gianluigi Gelmetti; Aroldo de Verdi, Cléopâtre de Massenet o Cristóbal Colón de Balada, al lado de nuevo de Josep Carreras. También, por supuesto, su Elisabetta regina d'Inghilterra de Rossini, una pequeña joya excepcional, no redonda, pero sí muy valiosa; así como si incursión como protagonista en un Turco in Italia que estaba previsto inicialmente para Renata Scotto, bastante más irregular y por el que por cierto, dejó aparcada la grabación de un Andrea Chénier que finalmente llevaría a los estudios junto a Luciano Pavarotti.

Discos poco editados y algo "raros" podemos considerar su recital junto a su marido Bernabé Martí, con escenas de Un ballo in maschera, Poliuto o Les Huguenots, entre otros; además de otro disco a dúo, esta vez con Giuseppe di Stefano, al que profesaba gran admiración. Con el tenor, ya mayor, canta también rarezas como Il Guarany, Francesca da Rimini o Les Pêcheurs de Perles, además de por ejemplo L'Elisir d'amore, títulos en los que uno no espera escuchar a Montserrat.

En el comatoso estado de la industria discográfica, lo cierto es que podríamos sumar a estas rarezas discos que no deberían ser tan difíciles de encontrar como hoy en día lo son: I Masnadieri o Il Corsaro de Verdi, Lucrezia Borgia o Gemma di Very de Donizetti, su Salome de Strauss, su primer Mefistofele de Boito o su Manon Lescaut o Bohème de Puccini, por poner unos pocos ejemplos. En realidad hasta su Tosca o su Turandot son difíciles de localizar... una pena.

Ciñéndome a los discos de estudio, aunque es imposible no incluir algunos directos como el maravillosísimo Robert Devereux con Carreras en Aix-En-Provence, podemos hablar de tomas de ensueño, indispensables, como es la comentada Lucrezia Borgia. Con Alfredo Kraus y Shirley Verrett en un rol que le supuso el pistoletazo de salida al reconocimiento internacional. Por supuesto su magistral Aida con Muti, de quien siempre se dijo que era uno de los pocos que sabían "meterla en vereda" para logar cimas históricas; aquí junto a Domingo, Cossotto, Cappuccilli y Ghiaurov. Una cosa imprescindible no, lo siguiente. Desde luego son grabaciones que son dignas todas de mencionar entre las mejores de la historia, simplemente. Una maravilla (¡es que con ella hay mucha maravilla!) es también su Giovanna d'Arco, con un final del prólogo, amén de sus páginas solistas, donde está inconmensurable, sumándose la encendida batuta de un Levine muttiano y un Plácido entregado.

La Traviata con Prêtre, Bergonzi y un joven Milnes (el primero en grabar la cabaletta, por cierto, si no recuerdo mal), es otro hito verdiano de la Caballé. Su inalcanzable Norma (sí, inalcanzable), no tuvo compañeros en los estudios que le hiciesen toda la justicia necesaria (Domingo y Raimondi. Cossotto siempre ha sido una digna todoterreno), pero sin embargo grabó Adalgisa como homenaje a otra grande y junto a ella: Joan Sutherland, contando además con Luciano y Samuel Ramey. Una toma magnífica que nos muestra unos protagonistas maduros, cuasi tristanescos, que son pura delicia en el decir y en el hacer. Y además, siguiendo con Bellini, ahí esta su también inalcanzable Imogene de Il Pirata, la cosa más loca que pueda escucharse. Una burrada. Una maravilla, de nuevo.

Sublime el Don Carlo de Giulini y sublime pues su Elisabetta, que es pura maravilla, aquí sí junto a un soberbio Domingo, además de Milnes y Verrett. Y nadie ha cantado mejor Liù de Turandot que ella, junto a Mehta, Pavarotti y Sutherland. Con toda la ópera que ha grabado tan bien, a la que yo sumaría su Luisa Miller, Salome o Puritani y los live de Il Trovatore, Maria Stuarda, Anna Bolena o Der Rosenkavalier, no quisiera cerrar este artículo sin hablarles de algunos discos no encontrables hoy día en cedé (tal vez en Francia y de segunda mano), pero sí rebuscando bien por Internet en vinilo, y que para mí son auténticas joyas. El más sencillo de encontrar, sus romanzas y dúos de zarzuela con Bernabé. Maravilla en Luisa Fernanda o El dúo de La Africana. En coordenadas más serias, sus grabaciones junto a Miguel Zanetti, aunque sea en Barroco, que siguen siendo maravilla. Sumar a ello sus lieder de Strauss, que son pura, pura, pura delicia y, por encima de todo su Combat del somni de Mompou, que fue su segundo LP tras Toldrà, con el compositor al piano. Una auténtica gozada que personalmente siempre me ha ayudado a entender el amor de la forma en el que la entiendo. Suerte que nos queden todas estas grabaciones, para todos los gustos, con las que Montse nos seguirá ayudando a tantos.

Foto: DECCA.