Las olvidadas
Mademoiselle. Obras de Donizetti, Rossini, Barbieri, Pacini y Raimondi, entre otros. Julie Fuchs, soprano. Enrique Mazzola, director. Orchestre National D'Île-De-France.
Hoy en día grabar un álbum es un acto de fe, está claro, pero además una obligación para con quien escucha. Quiero decir, hubo en una época en la que todo nos valía, en cuanto a calidades y contenidos, tanto a los artistas como a los melómanos. La demanda y la oferta se situaban al mismo nivel, habiendo espacio para todo. Actualmente, si uno quiere llegar al oyente (y a la industria), no sólo ha de presentarse en cada uno de sus recitales discográficos, además ha de ofrecer algo sugerente, ya desde la partitura. Y por sugerente quiero decir bueno, obviamente, pero también diferente. Eso es lo que persigue la soprano francesa Julie Fuchs en su nuevo trabajo de estudio: Mademoiselle. Una incursión por el bel canto romántico, en la búsqueda de la recuperación de nombres y obras olvidadas, paralelas a gigantes como Rossini, Donizetti y Bellini.
El disco recoge, por ello, varias primeras grabaciones en torno a la época y el universo de estos tres grandes. Giovanni Pacini con La Regina di Cipro y los aún más desconocidos Pietro Raimondi con L’orfana russa y Vincenzo Fioravanti con Gli Zingari, nos descubren nuevas y estupendas piezas en disco, a las se unen otras no precisamente muy escuchadas, como L’etoile du Nord de Meyerbeer, Le siege de Corinthe de Rossini, Zaïde de Berlioz o la zarzuela Mis dos mujeres, de Barbieri. Incluso los títulos más presentes en los escenarios, como son La fille du Régiment de Donizetti y La Cenerentola de Rossini, aparecen aquí en dos cortes como Il faut partir del primero, siempre a la sombra del aria del tenor; y Sventurata mi credea, aria de Clotilde que a menudo se suprime en las representaciones y grabaciones. Por todo lo comentado, el disco ya merece la pena, pero es que además está muy bien cantado.
Dedicado pues, como puede deducirse, a las heroínas huérfanas, Fuchs, conocedora de su instrumento y de su momento, rehúye de las “grandes” figuras donizettianas o bellinianas y se sumerge en sus, de algún modo, concomitantes. El timbre de la soprano francesa se muestra en todo momento dulce, delicado, dúctil. Suave y terso, en algún momento incluso se teme por la fragilidad de su voz, pero la emisión finalmente siempre se presenta etérea y coloreada. Con Enrique Mazzola al frente de la Orchestre National D’île-de-France siempre jugando al mismo juego de suavidades y colores pastel, el disco gana enteros; más aún con unos solistas de elevadas participaciones: escúchense las maderas en O tenera madre, el arpa en Juste ciel!, o el primer chelo en ¿Por qué se oprime el alma? Es en esta pieza de Barbieri, llevada por cierto en programa y cantada exquisitamente por la gran Ana María Sánchez y en la que el compositor pretendía igualar internacionalmente a la zarzuela con la ópera italiana o la ópera cómica francesa (cogiendo la trama de Mina, de Planard), donde Fuchs aparece en una de sus mejores intervenciones, de nuevo en un canto desplegado, sutil, bien fraseadoy de clara dicción. Estupenda también en las otras dos partes mencionadas, de bella resolución en las agilidades de Allor ch’è a mezzo la notte bruna que sigue en Pacini. En suma, un disco tan delicado como bello, buscando recuperar a las mujeres olvidadas, en este caso en la ficción lírica que, como tenemos comprobado, también puede llevarse a la realidad de la lírica durante siglos y siglos.
Foto: Deutsche Grammophon.