Patrick Alfaya 

Patrick Alfaya, director artístico de la Quincena Musical de San Sebastián: "El público donostiarra es nuestro mejor aval"

Entrevistar a Patrick Alfaya es fácil pues es conversador ameno. Asumió la gerencia de la Quincena Musical donostiarra en julio de 2009 –“toda la edición de ese año ya se encontraba cerrada, por supuesto”, nos dice- por lo que está presto a asumir su octava Quincena desde la máxima responsabilidad artística.

Conoció la Quincena como gerente de la Orquesta Sinfónica de Galicia y como mero espectador. Así, en calidad de gerente participó con Il viaggio a Reims, de Rossini,  una Sinfonía nº 8, de Gustav Mahler o una Missa Solemnis, de Beethoven como responsable de la orquesta gallega pero hoy, siete años después, nos aporta otra perspectiva y tratamos de profundizar en la situación económica, artística y vital de la Quincena Musical.

En estos ocho años, ¿ha cambiado mucho su percepción de la Quincena Musical? Y la Quincena, ¿ha notado mucho su presencia?

Por supuesto que las cosas han cambiado. Por ejemplo, desde Donostia me he dado cuenta en estos ocho años de errores cometidos por mí en gerencias anteriores; por ejemplo al observar la relación entre el festival donostiarra y el público y su territorio. Es decir, heredé el mejor festival en cuanto a relación del mismo festival con el entorno que le rodea. Por ejemplo, los pequeños conciertos que realizamos en la Quincena andante son pequeñas y simbólicas aportaciones para conseguir una dimensión más guipuzcoana, incluso más vasca de Quincena Musical. Además, así respondemos también de forma práctica a las aportaciones económicas dadas tanto de Diputación Foral como del Gobierno Vasco.

Viéndolo ahora con perspectiva y recordando mi labor en Galicia, por ejemplo, asumo que no fuimos capaces en aquel momento de darle a nuestro trabajo esa misma relación con su entorno.

Por otro lado, otro aspecto a subrayar en positivo es el haber conseguido la complicidad  de distintos colectivos locales, fundamentalmente las orquestas y los coros. Todo esto lo herede de la labor de Echenique y esa red hace que la relación de mucha gente con la Quincena sea muy cercana. Casi todos los donostiarras conocen a alguien que ha colaborado de una forma u otra con este festival.

En el 2009 usted recibió la Quincena de manos de todo un José Antonio Echenique que pasó décadas en la gerencia. ¿No le dio cierto pudor comenzar a cambiar las cosas?

Echenique y yo nos conocemos desde hace muchos años y cuando acepté su presencia en la Comisión gestora lo hice precisamente por nuestra amistad. En ocho años hemos podido tener opiniones distintas pero es imposible recordar una solo conflicto serio entre nosotros. Ello no obsta para que haya tratado de dotar a la Quincena de mi impronta. Te da respeto su persona y su historia, así como la propia historia de la Quincena. En 77 ediciones yo soy el tercer director de la Quincena por lo que supongo –dice entre risas- que aún me quedan unos cuantos años en esta responsabilidad.

Mi impronta tuvo que ser forzosamente más evidente con la llegada de la crisis y la reducción del presupuesto casi en un 45%. Hubo que tomar decisiones para aguantar el festival sin recursos y hubo que tomar decisiones relevantes. 

Hablábamos entonces de mera supervivencia…

Más bien de cómo mantener la calidad de las orquestas, los ingresos de taquilla, etc. y ahí aporté mi grano de arena por mis contactos con otros gerentes de distintas orquestas europeas y norteamericanas. Queríamos ahorras costes con la relación directa entre festivales y lo conseguimos, sobre todo con las instituciones musicales de carácter público.

En el peor momento de la crisis ¿estuvo en peligro la Quincena?

No. Los patrocinadores siempre han estado ahí a pesar de algunas congelaciones de aportaciones, incluso de alguna desaparición, pero nunca hemos llegado a ese punto. Se han paralizado algunos proyectos, la crisis nos ha inoculado cierto miedo pero riesgo de desaparecer, no. Además por si la crisis fuera poco está la llegada del 21% de IVA que supuso un golpe muy fuerte.

El otro aval del que hemos dispuesto es el del público, que ha respondido siempre de forma muy fiel. Por ejemplo, el año pasado, en 2015, y de forma excepcional, la cantidad recaudada por taquilla supuso la misma cantidad que recibimos de dinero público. Esto es altamente infrecuente. 

Se dice desde instancias políticas que lo peor de la crisis económica ha pasado. ¿Tiene Usted la impresión de que lo peor de la crisis de Quincena ha pasado?

Creo que sí, sobre todo porque Ayuntamiento y Diputación Foral han subido por primera vez en años su aportación en un 20% aproximadamente. Además, el Gobierno Vasco ha tratado de encontrar fórmulas para colaborar con la Quincena a través de distintas colaboraciones e intermediaciones.

Las instituciones guipuzcoanas son muy conscientes de la situación económica de la Quincena y de los numerosos recortes sufridos durante los últimos años. De todas formas hablando del fin de la crisis conviene reflexionar sobre qué tipo de empleo se está consiguiendo, la capacidad económica de personas que están trabajando con sueldos escasos…

…lo que tiene mucha relación con el poder adquisitivo del espectador…

…sin duda. Y de ello es muy consciente la Quincena ofreciendo entradas para desempleados y para estudiantes aun siendo consciente de que hay personas con sueldo que no puede permitirse pagar una entrada de concierto. Deberíamos de reflexionar y mucho sobre la conveniencia de inflar una nueva burbuja económica en torno al turismo y diversificar nuestras fuentes económicas. Eso sí, la única posibilidad de contener o bajar los precios es tener más recursos propios y ayudas institucionales

Quizás estas crisis ahonden en la impresión de muchos que observan estos festivales como algo elitista.

 Pero permíteme que subraye que la Quincena ofrece muchos conciertos a precios simbólicos. Y en referencia al Kursaal, aun siendo pocas, hay entradas a 11 euros y otras pocas guardadas para estudiantes, a lo que hay que añadir una acústica y una visibilidad excelentes. La entrada más cara es de 72 euros y ello es posible porque tenemos garantizado mucho público.

Si lo de la crisis se minimizara querríamos contener los precios y más que bajarlo trataríamos de ampliar el número de entradas a precio asequible.

Y la esperanza de que la barbaridad del 21% del IVA sea pronto un mal sueño

Es que la política del Ministerio de Cultura es un poco alocada. Tenemos por un lado el tema de la política de subvenciones del Ministerio y por otro lado, la exigencia del 21%. ¿No sería más lógico reducir la carga impositiva para facilitar la venta de espectáculos? Si a ello añadimos los derechos de autor (SGAE) más alquiler de la sala y comisiones de internet para venta de entradas, antes de recaudar un euro ya tenemos hipotecado casi el  45% del presupuesto del concierto. Es totalmente ilógico, un disparate.

Esa idea que se trató de vender que la cultura está demasiado subvencionada

No es cierta, pero además, ¿qué no está subvencionado? La agricultura, distintas  industrias, la venta de automóviles,… están subvencionadas y ello no es negativo. Pero con la cultura parece que es contraproducente.

Además, la Quincena acaba de hacer público un estudio sobre el impacto económico de la misma en la economía donostiarra y guipuzcoana, que es importante.

Sí, así es. Hicimos ese estudio y el resultado es palpable: está la repercusión en pago de impuestos (IRPF, IVA y otros), el consumo en distintos servicios del tercer sector económico por el público que viene de fuera, aproximadamente un 15%,…

Por cierto, siempre me ha parecido que viene poca gente de fuera a la Quincena. ¿Es cierta?

En cierta forma, sí. Tenemos comprometidas muchas entradas, las mejores, con los Amigos de la Quincena; luego está la carestía de la ciudad, que se dispara sobre todo en agosto.

Entrando en la parte artística, ¿podemos deducir que los dos pilares de la programación son los grandes conciertos sinfónico-corales y la ópera?

Si, y ello es algo meditado. La Quincena tiene cierta responsabilidad de ser impulsor, en la medida de sus posibilidades, de la actividad de los coros guipuzcoanos. Así, queremos mantener relación fluida con los coros de casa. Está el Orfeón Donostiarra, que es el rey de los coros y con el que hay una excelente colaboración pero también hemos querido trabajar con Coro Easo o Coral Andra Mari y ponerles bajo batutas importantes cantando obras importantes y así el primero estuvo con Gergiev cantando la Babi Yar, de Shostakovich o el trabajo del segundo con Herreweghe y la Sinfónica de Frankfurt, etc.

Además la Quincena está satisfecha de la respuesta de estos grupos así como el público, que con excepciones, gusta de este tipo de conciertos.

En cuanto a las grandes orquestas, ¿puede decirse que la Quincena llega al límite de lo que le es posible a la hora de contratarlas?

Hay orquestas imposibles por el hecho de las fechas. Por ejemplo, Concertgebouw está de vacaciones en agosto y es impensable contratarles para mediados de ese mes. También está la cuestión económica, sobre todo para orquestas norteamericanas pero las fechas nos hipotecan mucho. También nos condiciona el hecho de que en la proximidad haya pocos festivales europeos con importante carga sinfónica.

Está Santander…

Sí, son importantes los acuerdos con otros festivales como el de Santander, que nos facilitan poder ofrecer más conciertos a orquestas que vienen de lejos. Si hay giras mundiales podemos intentar entrar pero ese tipo de acuerdos en ocasiones se caen con facilidad. En realidad, a la Quincena se le escapan pocas orquestas. 

Y luego está la fascinación por la ópera. Sin embargo, hemos pasado de dos o tres óperas en el mismo festival a una sola función semiescenificada de Don Giovanni en 2016.

No olvidemos que la Quincena en origen era un festival operístico y durante décadas la única posibilidad de escuchar ópera en la ciudad.

Por cierto, la aparición de la temporada de ópera en la ciudad ¿va a condicionar la presencia de la misma en Quincena?

Yo creo que no. El público del verano quiere su ópera y ello es compatible con la temporada ordinaria. La ópera de la Quincena viene a sumar. El año que viene pretendemos recuperar la ópera en versión concierto más otra escenificada en dos funciones aunque antes hemos de esperar a que los números cuadren.

Será importante la coordinación entre Opus Lírica y Quincena

Sin duda, sobre todo para coordinar repertorio y evitar superfluas repeticiones. Vamos a ver cómo funciona lo de la temporada operística, a los que, por cierto, les deseo lo mejor, y a partir de ahí trabajar de forma coordinada sobre todo para los títulos y poder garantizar la presencia de la ópera en la ciudad.

Por lo tanto, podemos decir que la ópera continuara en próximas ediciones de la Quincena.

Quincena es una institución pública que ha de ser transparente y yo he de explicarme ante un Consejo de Administración pero también delante de los donostiarras, a los que nos debemos. Así, con un recorte del 45% no se pueden hacer milagros y o cometemos el disparate de no introducir cambios o ajustamos el programa a nuestras posibilidades. Esto explica la presencia reducida de la ópera esta edición.

Nunca sabemos cómo va a reaccionar el público en tiempos de crisis y en la Quincena hemos pecado, en su caso, de previsores. Este año hemos tenido que hacer ajustes con los cuales hemos perdido la parte escénica de la ópera que estaba casi en cien por cien contratada. Pero el año que viene puedo decir a un 90% que tendremos ópera escenificada.

Por cierto, ¿el público donostiarra es fiel y conservador?

Creo que el público donostiarra es fiel y conservador como lo es el 90% del público en el mundo. El público, en general, es conservador. ¿No lo es el del rock? ¿Acaso cuando viene Bruce Sprigsteen a Donostia la gente no quiere oír los éxitos de siempre? La gente quiere oír algo nuevo pero, en el fondo, sobre todo quiere oír lo de siempre.

Para terminar, hablemos de la Quincena 2016. ¿Algo que comentar?

Pues sí. Que ya tenemos todo en marcha, con los conciertos del Kursaal, el ciclo de música antigua, el de música contemporánea,… Solo hecho en falta poder ofrecer un nuevo ciclo dedicado a la música de cámara: poder ofrecer los cuartetos de cuerda de Shostakovich, los de Bartok o los de Beethoven. La música de cámara es la gran ausente de la Quincena.

¿Una recomendación de Patrick Alfaya? ¿La posible sorpresa del 2016?

Creo que la sorpresa para el público va a ser el concierto del Balthasar Neumann  Choir y su Ensemble, con Thomas Hengelbrock. El planteamiento de Hengelbrock en su interpretación es muy terrenal, menos místico o celeste con respecto a otros que también estarán en Quincena como Gardiner, que está en el Walhalla musical pero Hengelbrock está cerca del ser humano, más cercano.

Hay muchas expectativas con el último concierto, uniendo las Sinfónicas de Euskadi y Bilbao, con el Te Deum, de Berlioz.

Cierto. De hecho, las entradas se agotaron en apenas hora y media aun reconociendo que el despliegue humano nos obliga a  reducir en 150 las localidades disponibles. Habrá algunas para la última hora pero las expectativas son enormes.

Luego, Réquiem mozartiano, 9ª sinfonía, de Beethoven, 3ª sinfonía, de Mahler,… Nos movemos dentro de un repertorio muy concreto.

Precisamente creo que tenemos que romper esta dinámica. Con la crisis ha habido un repliegue importante en esto del repertorio y tenemos que hacer un esfuerzo por abrir horizontes. Esto es un círculo que han creado el público y también las orquestas, que quieren venderse con obras del gusto del público. Hay que arriesgar. Mi idea es que a partir del año que viene abramos el abanico de lo propuesto en la programación.

Ya sé que ahora no podemos apostar por obras de Pierre Boulez o Walter Piston pero por ejemplo hemos apostado por sinfonías de Carl Nielsen, con Järvi que gustaron mucho, sin llenar el auditorio pero con respuesta sobresaliente.

¿El futuro de la Quincena?

Estamos trabajando ya en las ediciones de 2017, 2018 y 2019. Trabajar con mucha antelación nos permite generar que las orquestas hablen con otros festivales para poder compartir gastos. El año que viene quizás venga por primera vez en 20 años una orquesta norteamericana; vamos a abrir un poco lo del círculo de los siglos XVIII y XIX llegando al XX y estrenar alguna obra importante en la Quincena. También nos gustaría abrir la Quincena 2017 con una ópera en versión de concierto.

Tengo la sensación de que nuestro público se fía bastante de las propuestas que hace la misma Quincena y ello nos ha de permitir arriesgar un poco más en el futuro.

Por cierto, ¿puedo añadir otra cosa antes de terminar?

Por supuesto

Quisiera decir que en este estado o país o como queramos definirlo que se llame España tenemos un Ministerio de Cultura que está totalmente replegado sobre una única ciudad, que es Madrid. El Ministerio aporta un dinero a otras instituciones no madrileñas pero mientras exista el Ministerio y, en concreto el INAEM no debemos permitir que el grueso del presupuesto se gaste en Madrid.

¿Quiere decir esto que reivindico una ópera en cada pueblo? No. Pero el Ministerio no puede seguir encerrado en Madrid. Por ejemplo, en una semana el INAEM gasta más dinero en Madrid que el que gasta en todo un año en toda la cornisa cantábrica y esto no puede seguir así. 

Nosotros recibimos 100.000 euros del INAEM, antes recibíamos el doble pero, ¿es aceptable que el gasto semanal de Madrid, en distintas programaciones sea superior a estas cantidades?

Dentro de unas semanas hará usted balance de la Quincena 2016. ¿Qué le gustaría poder decir?

Lo primero, que me cuadran los números (mientras ríe francamente). Y por parte del público me gustaría que, como hasta ahora, siguieran diciendo lo que piensan. Es un público vivo y lo prefiero así a otro sin capacidad de discernimiento pero me gustaría poder sentir que el público está satisfecho. Que en la cola del supermercado alguien me diga que el concierto del día anterior le gustó mucho. Eso es muy gratificante, no tanto por mi satisfacción personal sino por la ciudad. Que el público donostiarra siga orgulloso de su Quincena.