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Andrés Salado: "Poder servir a la sociedad a través de la música es algo que me emociona mucho"

Los próximos días 8 y 9 de noviembre, en Madrid y en Sevilla respectivamente, el director Andrés Salado encabezará sendos conciertos al frente de la Orquesta Juvenil de Costa Rica, en dos citas organizadas por Ayuda en Acción y que tienen como objetivo recaudar fondos para jóvenes afectados por la DANA. En ocasión de estas dos citas conversamos con Andrés Salado, quien precisamente este año asume la titularidad de la Orquesta Sinfónica del Vallés, al tiempo que desarrolla su nuevo puesto al frente de la Orquesta Sinfónica Nacional de Costa Rica.

Empecemos por su vinculación con Ayuda en Acción. Este es su primer año colaborando con la entidad como embajador de sus causas y de su trabajo. ¿Cómo surgió esta colaboración y en qué se concreta exactamente? 

Hay ciertas cosas en la vida que tienen que pasar y pasan… Y así ha sido en este caso con Ayuda en Acción. A poco que haya seguido mi trayectoria sabrá que he sido un músico con una gran exposición pública, he estado en televisión, estoy ahora en la radio todos los domingos con Pepa Fernández en Radio Nacional… Digo esto porque siempre he tenido esta vocación de compartir lo que hago, he sido muy consciente de la capacidad social que tiene la música. Una orquesta debería ser siempre un proyecto con una vocación pública, no me canso de decirlo. 

Por supuesto yo ya conocía el trabajo que Pablo Heras-Casado había desarrollado con la entidad años atrás. Y en mi caso la colaboración con Ayuda en Acción surgió, como digo, casi por azar, a través de un amigo en común. La propuesta llegó de su parte y ellos lo enfocaban sobre todo pensando en organizar conciertos que yo pudiera dirigir, para darles visibilidad. Pero yo les dije que quería pisar el terreno, estar a pie de campo en las zonas donde Ayuda en Acción tiene proyectos en marcha ahora mismo.

Lo que realmente me motiva y me inspira es algo así, estar al pie del cañón. Cuando convives con una enfermedad crónica, como es mi caso, te cambia la perspectiva sobre muchas cosas. Poder servir a la sociedad a través de la música es algo que me emociona mucho. Así estuve por ejemplo en Valencia, en la zona cero de la Dana, y he estado en Costa Rica donde Ayuda en Acción tiene proyectos con mucha presencia, sobre todo en el norte del país con la cuestión de la inmigración nicaragüense y situaciones de género muy complejas. Ayuda en Acción hace un gran trabajo para empoderar allí a esas mujeres y lograr que vivan con dignidad.

Ha surgido pues una relación muy bonita con Ayuda en Acción, hemos hecho ya varias colaboraciones y ahora todo se va a visibilizar con estos dos conciertos en el mes de noviembre, precisamente.

Hablemos de esos conciertos, serán dos exactamente, uno en Madrid y otro en Sevilla, los días 8 y 9 de noviembre. Se trata, por descontado, de conciertos a beneficio de Ayuda en Acción, con un fin recaudatorio para los jóvenes afectados por la Dana de Valencia. Pero son también ocasiones de dar una visibilidad general al trabajo de Ayuda en Acción.

Sí, lo cierto es que Ayuda en Acción tiene grandísimos embajadores que hacen mucho ya por esa visibilidad. Mencionaba antes a Heras-Casado pero está también gente como Saúl Cravioto, José Coronado o Andrea Duro, entre otros muchos.

Estos conciertos son un reto distinto al que se planteó años atrás cuando se hicieron conciertos con la Sinfónica de Madrid, en el Teatro Real. Aquí vamos a trabajar con la Orquesta Juvenil de Costa Rica. La pretensión última es que la música sirva de alimento para todos, que sea incluso algo curativo más allá de las notas. Creo que es algo que va más allá de lo recaudatorio y que busca una dimensión emocional.

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Me gustaría recapitular su situación profesional en este momento, con dos titularidades en marcha, una en Costa Rica y otra en España, con la Orquesta Sinfónica del Vallés, una orquesta con una importantísima implantación en Cataluña. Son dos proyectos muy distintos, en dos lugares muy diversos, ¿no es cierto?

Sin duda, pero con una cosa en común muy importante y que es lo que me ha llevado a decidirme por estar en ambos proyectos: un potencial increíble, una capacidad de crecimiento enorme. Yo me siento muy alineado con esto; no soy un artista que esté comenzando, tengo un perfil complejo de encajar, precisamente por mi versatilidad y por mi visibilidad pública, y sin embargo creo que estoy en mi mejor momento profesional. No entiendo demasiado bien la profesión, cada vez entiendo menos cómo funcionan las carreras…

Ciertamente, cada vez se entienden menos cosas…

Salvo honrosas excepciones estamos asistiendo al desarrollo de un business alocado que no respeta nada. Se busca la novedad constantemente, se trata de vender lo diferente por lo diferente… Y el mercado no deja de dar bandazos que dejan fuera de juego a mucha gente al cabo de unos pocos años. Hoy en día hacer una carrera sólida, a tu ritmo, es casi una heroicidad. Cuántos compañeros conozco, grandísimos artistas, y que se están quedando sin trabajo.

Todo esto por no hablar de las interferencias políticas, algo de lo que le podría hablar en primera persona desde mi experiencia en Extremadura. La orquesta allí dio un salto tremendo de calidad en los últimos cuatro años; el trabajo anterior de Álvaro Albiach, que es un músico al que aprecio mucho, había sido estupendo y yo me ocupé de darle una mayor proyección a la orquesta. Pero de repente cambian los políticos y todo se va al traste. Es un sinsentido…

Yo soy una persona sin pelos en la lengua, me considero tremendamente respetuoso pero me gusta hablar sin filtros de lo que veo. Y eso es lo que pasó en Extremadura, precisamente. Pero bueno, volviendo a Vallés y Costa Rica, son dos proyectos en los que como le decía el margen de desarrollo es excepcional y el ambiente de trabajo no puede ser mejor.

Comentemos con un poco más de detalle las características de cada orquesta, si le parece.

En Costa Rica se trata de un proyecto público, hablamos de una orquesta nacional que ha sido una de las grandes orquestas centroamericanas. Tanto allí como en la Sinfónica del Vallés se está viviendo un proceso de renovación de sus plantillas que está pasando, casi en paralelo, a ocho mil kilómetros de distancia. Esa distancia es también una de las raciones por las que acepté venir aquí, me viene muy bien alejarme un poco de la vorágine de España, aunque sea tan solo por unas semanas al año.

Vallés, por otro lado, es una auténtica isla en esta profesión. A veces creo que su trabajo se ha visto ensombrecido por grandes instituciones de Barcelona como el Liceu y la OBC, grandes entidades, qué duda cabe, pero que fagocitan un poco el foco mediático. Y no se nos debería olvidar que el Vallés es al fin y al cabo la orquesta residente de uno de los grandes templos de la música de nuestro país, el Palau de la Música Catalana.

Por otro lado la Sinfónica del Vallés es realmente la orquesta que da cobertura a toda Cataluña. Me asombra su capacidad de trabajo, con un equipo humano impresionante. El gran reto que tiene esta orquesta por delante es la excelencia artística, encontrar un sonido que compita en primera línea.

Una orquesta tiene que ser un instrumento público que enamore y conecte, tiene que ser práctica y tiene que emocionar. Una orquesta tiene que ser subversiva y profunda a la vez, una orquesta tiene que ser capaz de tocar en circunstancias de lo más diverso. Y Vallés está preparada para eso. Realmente estoy donde quiero estar, por resumirlo en pocas palabras.

"Qué bonito sería que la sociedad entendiera que los músicos podemos ser referentes para el cambio”

Mencionaba al principio su visibilidad pública, algo que seguramente le ha dado mucho alcance pero que también le habrá pasado factura en el seno de una profesión que es a menudo muy injusta con estas cosas. ¿Cuál ha sido su experiencia en este sentido?

Yo no me arrepiento de nada de lo que he hecho. Mi presencia pública no creo que haya sido nunca un problema. Todo lo que tengo, con la ayuda y apoyo que me ha dado mi agente Humberto Orán, a quien considero un padre musical, me lo he ganado yo. Una carrera de quince años no se le regala a nadie. Pero es cierto que hay otras maneras de hacer carrera y cada uno tiene que hacer su camino. Cada uno tiene que usar los talentos que quiera para sobrevivir en este mundo, no es una cuestión de ética. Pero ahí están las carreras de los intercambios por conveniencia entre directores, un tipo de carrera con la que no me identifico en absoluto.

Mi manera de hacer carrera me ha hecho quedar muchas veces al margen, precisamente por ser difícil de alinear con esas otras maneras de hacer carrera que imperan en la profesión. Hay quienes hacen su carrera fuera del podio, en contacto constante con las personas que tienen poder para poner y quitar títulos, y eso es algo que tampoco va conmigo. La profesión no puede consistir en un trabajo de lobbys cada vez más deshumanizados. Mi esencia como músico y como artista es algo que he intentado preservar a toda costa.

Cuando sales batiendo un huevo en prime time, y eso que yo no he hecho MasterChef Celebrity, rompes moldes, te alejas de clasificaciones estandarizadas y te expones a la crítica más feroz. Y en cambio qué bonito sería que la sociedad entendiera que los músicos podemos ser referentes para el cambio. El problema es que muchas veces estas cosas se hacen o se perciben desde la superficialidad; pero si esa exposición pública está bien medida y es auténtica, puede ser algo maravilloso.

Y luego está la cuestión de la envidia. La visibilidad pública, sí o sí, genera envidia, no digo ya en otros colegas directores, que también, pero incluso en otros estratos de la profesión, desde gerentes a directores artísticos. Cuando hice Prodigios el gerente de una orquesta me dijo que no volvería a hacer un Mahler en mi vida... y he hecho ya unos cuantos. A eso me refiero… Es muy triste que la visibilidad pública de un músico no se aproveche mejor.

Estoy muy feliz con mi carrera pero estoy muy enfadado con la profesión. No entiendo el carácter de ciertos artistas que están haciendo carreras grandes y que deberían ser más humanos, dar gracias por lo que tienen y acercarse más a la gente.