Matellanes Foto Borja Agudo

 

Juan Carlos Matellanes, Presidente de ABAO: “No tenemos ningún conflicto con la Sinfónica de Euskadi"

Presidente de ABAO desde 2003, Juan Carlos Matellanes hace balance en esta entrevista de sus quince años al frente de la institución, en un tiempo complejo en el que la crisis ha lastrado sus actividades reduciendo por ejemplo el número de títulos de siete a cinco. ABAO afronta estos días el cierre de su temporada 2017/2018, con la representación de Norma de Bellini, con Anna Pirozzi debutando el rol titular.

Hágame una foto fija de la situación financiera actual de ABAO, por favor.

En el caso de ABAO no funcionamos por años naturales sino por temporadas. En la 2016/2017 obtuvimos unos resultados negativos, desde el punto de vista económico, que no es el único criterio con el que hay que medir nuestra actividad. Esto es, tuvimos un déficit de casi 200.000 euros. Ese déficit fue menor que el que teníamos previsto en origen. Conseguimos reducir en unos 150.000 euros la previsión de pérdidas, con lo que mejoramos los resultados a través de un incremento en los ingresos propios de ABAO por venta de entradas, socios, publicidad y patrocinios. Los gastos se mantuvieron, se incrementaron apenas un 3 por ciento. Satisfechos pues con esa relativa mejora de la situación pero preocupados porque hemos tenido un déficit, que quizá en un teatro público fuese inmaterial, pero que en una institución privada como nosotros, tenemos que asumirlo de forma directa. Un déficit se puede asumir con superávit, algo difícil en nuestro caso porque con la ley de subvenciones, en caso de superávit, tendríamos que devolver parte de las aportaciones públicas; o bien podemos llevar el déficit contra los recursos propios, que es el caso de ABAO, asumiendo las pérdidas los socios. Dentro de nuestro plan estratégico y de acuerdo con nuestros valores tenemos muy claro que queremos desarrollar una temporada estable de ópera con seis o siete títulos y cuatro funciones por título, de acuerdo con el aforo del Palacio Euskalduna, lo que equivale por aforo a unas seis o siete representaciones en otros teatros más pequeños. 

Desde 2016 ABAO viene desarrollando un plan de actuación que termina en 2019 e imagino que esta situación de déficit descalabra un tanto esa planificación.

Bueno, vamos avanzando en ese plan estratégico que tenía tres objetivos fundamentales. El primero de ellos era el sostenimiento de la estabilidad económica, fortaleciendo las fuentes de ingresos. En este sentido hay dos fuentes, las que dependen directamente de ABAO, los ingresos privados podríamos decir; y después están los ingresos públicos, los que dependen de las diferentes administraciones. Estamos al habla con todas ellas para que el actual 25% que suponen sus recursos se incremente en un corto plazo. ABAO no puede seguir dependiendo en hasta un 75% de los recursos propios. Ese es un modelo insostenible; al menos deberíamos lograr un 33% de aportaciones públicas. 

A los socios hemos pedido un importante esfuerzo, que ya han asumido: una parte importante del descenso del IVA no se les ha repercutido, no se han beneficiado de ello, haciendo así una aportación al plan estratégico de ABAO. En línea con esto estamos desarrollando diversas líneas de actuación para incrementar el índice de ocupación, que es alto ahora mismo, en torno al 85%, pero hay un margen importante de mejora. También estamos trabajando el patrocinio con un esfuerzo importante, del que ya hay frutos pero queda sin duda mucho por hacer. En conjunto pues estamos avanzando en el plan de estabilidad económica, aunque es cierto que no al ritmo que nos gustaría. Donde nos queda más por lograr es en el caso de las aportaciones públicas. Entendemos que en el transcurso de la crisis hubo reducciones lógicas, pero lo que señalamos es que a nosotros se nos redujo mucho más que a otros. Tras la crisis hemos perdido aportaciones públicas y no las hemos recuperado en la misma medida que otros teatros nacionales.

En materia de subvenciones es recurrente siempre la petición o reclamación “a Madrid”. ¿Hasta qué punto el problema está ahí o también en las instituciones vascas?

Yo creo que falta un pacto institucional. No hablaría solo de las instituciones vascas o del gobierno central. Pongo siempre el ejemplo del Festival de Cine de San Sebastián, al que creo que el Gobierno de España aporta un millón de euros y el Gobierno Vasco otro millón. Ese es un equilibrio razonable. En nuestro caso requerimos una aportación mucho mayor del INAEM, por descontado; pero también creemos que las instituciones vascas, desde el Ayuntamiento a la Diputación pasando por el Gobierno Vasco, se debe hacer también un esfuerzo adicional.

Mencionaba antes una cuestión recurrente en la naturaleza de ABAO: el uso del Euskalduna. ¿Hasta qué punto hipoteca esto el día a día de la institución? Tanto por sus costes fijos como por sus limitaciones de espacio. ¿No es una cabezonería un tanto contraproducente en ocasiones? ¿No sería el Arriaga un espacio complementario con el que trabajar puntualmente?

No, el Arriaga es un teatro fantástico pero no encaja para la ópera: el escenario es pequeño, el aforo es mínimo y tendríamos que dar muchas más funciones para satisfacer al mismo público que conseguimos albergar en el Euskalduna con cuatro representaciones. El Arriaga sin duda sería un lugar mucho menos eficiente para la temporada de ABAO. El entorno urbano de Bilbao tiene un millón de habitantes y nosotros trabajamos para sacar el máximo provecho a esa realidad. Tenemos de verdad una magnífica relación con el Palacio Euskalduna, que reconoce además la programación de ABAO como una de sus actividades más importantes. Pero no hay que olvidar que el Euskalduna es, de hecho, un palacio de congresos que es también sede de la orquesta y palacio de la música de alguna manera. Tenemos que compatibilizar al máximo las ocupaciones entre todos. Claro que nos gustaría disponer del Euskalduna en solitario o con más agenda en uso exclusivo, pero como institución privada que somos ABAO no se puede permitir ese lujo. Poco a poco tenemos que ir avanzando hacia unas condiciones de utilización más eficientes y en esa línea venimos trabajando con la Diputación. Pero hay limitaciones evidentes que nunca van cambiar: no vamos a disponer jamás de cuarenta o cincuenta días de uso de la sala grande para ensayar, por ejemplo. 

¿Y qué hay del elevado coste de arrendar el Euskalduna? ¿Quizá la Diputación podría contribuir con ABAO facilitando en este sentido otras condiciones menos onerosas?

Es cierto que el Palacio Euskalduna es un espacio que depende de la Diputación. Pero cómo deba la Diputación hacer su aportación a la temporada de ABAO es algo, creo, que tan solo a la propia Diputación le corresponde decidir. En realidad, nos da igual que nos den gratis el Euskalduna que el importe equivalente en subvenciones. El resultado es el mismo, en términos de caja. Aunque sí, probablemente la aportación de la Diputación debería ser una cifra próxima al coste del Euskalduna, para permitirnos compensar ese coste.

Sobre la temporada presente, la 2017/2018, me gustaría que me hiciera un balance general, pues la programación ha estado marcada por varias cancelaciones fortuitas de solistas, resueltas con fortuna, pero también y sobre todo por los paros de la Sinfónica de Euskadi, que abrieron una importante crisis con esta formación.

Desde el punto de vista económico habíamos presupuestado también un déficit de en torno a 200.000 euros. Hay todavía varias variables inciertas que no permiten arrojar aún un balance final de la temporada, pero estamos trabajando para ajustar esa situación.

Desde el punto de vista artístico, creo que hemos sostenido una muy buena temporada, dentro de las posibilidades que nos deja una temporada de cinco títulos. Si recuerda, nuestro modelo artístico era un tanto distinto cuando presentábamos siete títulos, ahí había un margen mayor para jugar con otros repertorios. Aún seguimos con el Tutto Verdi, que vamos a acabar pronto. Todo esto condiciona un tanto nuestros planes de programación, amén de las necesidades de taquilla, que también determinan un repertorio más concreto. 

Entiendo que pueda haber malestar con las cancelaciones, porque siempre los espectadores esperan encontrar a los artistas anunciados. Pero sinceramente creo que no tenemos ninguna responsabilidad como Junta Directiva cuando esas cancelaciones se producen por temas de salud o circunstancias personales de los solistas, perfectamente justificadas. Hemos tenido esta temporada una media más alta de cambios, pero creo que se han resuelto con enorme fortuna, tanto en Manon como en Salome.

Por otro lado, nosotros no tenemos ningún conflicto con la Orquesta Sinfónica de de Euskadi. Lo que pasó es que ellos tuvieron un problema con sus trabajadores y hubo una huelga. Cuando eso se nos comunica, el margen de tiempo era ya tan estrecho que no fue posible encontrar otra orquesta que se ocupase de esas funciones. Es cierto que la huelga en cuestión fue extraña porque solo afectó a la programación de un tercero, ABAO en este caso, y no a la programación propia de la orquesta. Dicho esto, lo que nosotros hicimos fue facilitar todo al máximo para que la huelga se solventase, siguiendo adelante con el plan de ensayos, etc. Pero por eso teníamos un plan B, que era hacer la ópera con piano, como finalmente sucedió. Es una opción que se ha hecho otras veces y yo creo que es una opción válida en unas circunstancias como esas. Sobre todo porque la alternativa era mucho peor y pasaba por suspender las funciones, lo que nos hubiese llevado prácticamente a la quiebra. Sin duda era la opción menos mala para la ABAO, para sus socios y para el púbico.

Por supuesto todo esto tuvo para nosotros un coste económico importante, pues se resintió de forma lógica la venta de entradas. Y ahora mismo estamos negociando las compensaciones pertinentes que deben llegar por parte de la Sinfónica de Euskadi.

Sí hubo, no obstante, un cierto “castigo” a la Sinfónica de Euskadi al prescindir de ella para el siguiente título de la temporada. 

No, eso no es cierto. Nosotros no hemos prescindido de la Sinfónica de Euskadi. Sí se les dijo que necesitábamos una garantía de que esa situación no se iba a repetir en el siguiente título. Y se les comunicó que se iban a iniciar conversaciones para contar con una orquesta alternativa en caso de no poder contar con ellos. Y todo esto con unos plazos y por escrito: o había garantía de cumplir las funciones y en caso de no ser así, indemnización correspondiente; o la orquesta podía y debía renunciar a ese compromiso. Y eso sucedió. La Sinfónica de Euskadi renunció al contrato y a partir de ahí nos sentimos con total libertad para hacer lo que mejor vena al público y a nuestros socios, contratando a otra orquesta.

¿La situación para el próximo año está regulada?

Estamos hablando, por supuesto, para cerrar este episodio con la mirada puesta en normalizar la relación para la próxima temporada. Todos debemos ser razonables en este sentido. La Sinfónica de Euskadi es una orquesta importante para ABAO, lo ha venido siendo, y si nos garantizan un buen servicio lo lógico es seguir contando con ellos.

"El discurso de la ópera como un género elitista se está comprando y eso no es bueno, porque no es cierto"

Es presidente de ABAO desde 2003. ¿Cómo ha cambiado la institución en estos quince años?

Puede sonar algo pedante por mi parte decirlo, pero creo que la ABAO de entonces y la de ahora no se parecen en nada. Pero eso no es mérito del presidente, sino de todo el personal de ABAO, su Junta Directiva y sus socios. Antes quizá la asociación era una institución más cerrada y ahora estamos más abiertos a la sociedad. El modelo organizativo también ha cambiado radicalmente; fuimos uno de los primeros teatros en separar la gestión artística de la administrativa. Basta ver por otro lado el patrocinio privado que teníamos entones y el que tenemos ahora par ver otro punto en el que ABAO ha cambiado mucho. Nuestra atención al socio creo que también ha mejorado. Hemos abordado importantes proyectos, como el Tutto Verdi, Opera Berri, ABAO Txiki o el programa Gazteam para menores de 30. En este tiempo hemos ganado proyección nacional e internacional por medio de producciones propias y coproducciones con otros teatros. Ha crecido nuestra labor editorial y didáctica. Ha empezado a funcionar el programa “Ópera y +” en el Hospital de Cruces, etc. 

Por lo general hemos  puesto el acento de forma especial en abrir la ópera a todo el mundo. Y es que el discurso de la ópera como un género elitista se está comprando y eso no es bueno, porque no es cierto. En estos años se han hecho muchas cosas, quedan muchas por hacer también y es verdad que se han tenido que frenar proyectos por falta de medios económicos. Pero en el balance global, creo que ABAO ha ganado mucho en estos últimos quince años.

¿Y algo de autocrítica? ¿Dónde las cosas no se han hecho tan bien en estos años en ABAO?

A mí me gustaría mucho decirle que tengo siete títulos pero la realidad es que tengo cinco. Me gustaría decirle que no tengo déficit económico, pero ahí está. Quizá esas dos sean las dos tareas pendientes más importantes ahora mismo, para que ABAO siga creciendo como hasta ahora. Queremos contar con más recursos para hacer más, siempre gastando con mesura. ABAO es un buen ejemplo de racionalización del gasto: creo que la oferta que tenemos, con los medios disponibles, es difícil de superar. Somos, por ejemplo, la única institución que yo conozca que ha devuelto subvenciones.

¿Cuándo y por qué?

Fueron unos 600.000 euros, hace varios años. Nosotros tenemos claro que no hay que gastar un dinero que no se necesita.

Mencionaba antes la iniciativa del Tutto Verdi, muy atractiva cuando se puso en marcha, pero quizá ha hipotecado demasiado la programación de ABAO durante estos últimos años.

Eso es evidente. Cuando lanzamos el proyecto, con siete títulos en cartel, teníamos la posibilidad de hacer dos de Verdi cada año, llegando al final con un solo título de Verdi y seis títulos de otros autores. Este era el plan original. A día de hoy, con cinco títulos, todo ha cambiado mucho y el margen de maniobra es mucho menor. No hemos renunciado a un proyecto único, a una apuesta institucional con la que teníamos que ser consecuentes. Pero es evidente que nos ha condicionado, en algunos casos para bien y en otros para mal. Ahora mismo nos quedan tres años más para completar el Tutto Verdi y estamos ahora definiendo una gran celebración para poner el broche a esta empresa. Lo cierto es que cuando empezamos el Tutto Verdi se nos miraba con una cierta sonrisa de incredulidad, pero el logro ahí está, próximo a cumplirse ya por fin.

"Recuperar 6 o 7 títulos dependerá de las subvenciones públicas" 

La próxima temporada seguirá con cinco títulos. Pero se está trabajando ya, creo, en que la temporada 2019/2020 pasé por fin a recuperar los seis títulos. ¿De qué depende la consecución de este objetivo?

Únicamente de las aportaciones públicas. Un sexto título implica disponer de más recursos, parte serán recursos propios pero hay una parte necesaria que han de ser los recursos públicos. Si ese factor se da, ABAO está en condiciones de hacer seis títulos.

¿Y el séptimo título para cuando?

Estamos trabajando en ello. Pero hay que trabajar con discreción, sin prisas, con convicción… Estamos bien encaminados.

¿Qué papel desempeña ABAO en el panorama lírico español? ¿Qué relaciones hay con el resto de teatros?

ABAO forma parte de Opera XXI como miembro constituyente y por lo general nuestra relación con el resto de teatros e instituciones líricas del país es excelente. No nos vemos como competencia y tenemos de hecho problemas comunes, como el acceso a los fondos públicos. Coproducciones se han hecho, se van a hacer y hay una línea de trabajo para ello, de la que la Norma que ahora tenemos en cartel es un buen ejemplo. También coproducimos con teatros europeos, de lo que es buena muestra la próxima producción de Jerusalem con la Ópera de Bonn.